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𝐿a habitación apestaba a cigarros y alcohol. El humo flotaba por encima de nuestras cabezas inyectando su aroma en mis poros y mi ropa y dandole una vibra especial a la reunión; íntima y misteriosa.
En alguna esquina esperaban más botellas, galletas y brownies (no de los que los elfos domésticos nos habían brindado, si no de los que eran la especialidad de Mattheo) Además de bolsas con flores, para los que preferían cuidar su peso pero no sus pulmones.
La cabra de Mattheo saltaba de un lado al otro, quizás esa era su forma de bailar. En el tocadiscos se reproducía uno de los vinilos de Mattheo con una de nuestras canciones favoritas:
"Forever young
I want to be forever young
Do you really want to be live forever?"
Un golpeteo en la puerta sonando por encima de la música tomó por sorpresa a Pansy, que casi saltó del susto al olvidar que aún esperábamos a alguien.
Lorenzo Berkshire y Savannah Corner aparecieron en el marco con las manos llenas de sus propias provisiones, pero sin rastro de fuegos artificiales o jaulas con animales extraños. Lo pasé por alto. El whisky había comenzado a hacer efecto, corriéndome por las venas desenfrenadamente. Era muy tarde para percatarme de cualquier cosa que sucediera a mi al rededor. Solo podía pensar en mi estómago revuelto, en las vueltas que daba mi cabeza, en mi extraño deseo repentino de besar a quien se acercara demasiado.
Draco los saludó jovialmente, (lo más feliz que podías encontrarlo era estando drogado) y los invitó a pasar.
—¿Qué se supone que es esto? —exclamó Savannah, empujando la puerta con el pie. Llevaba pantalones cortos, extremadamente cortos, y un crop top ajustado— ¡Me prometieron una fiesta!
Theodore escaneó su cuerpo sin disimulo, sonrió y luego contestó con voz más grave de lo habitual:— La fiesta está por comenzar.
