Capítulo 4: La Sombra del Pasado

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Las horas avanzaban y con cada amanecer, París se sumía más en la trama oscura que envolvía a Bastián Luc. Alphonse Gérard, con la intriga grabada en su rostro, persistía en su búsqueda de respuestas. Sin embargo, el pintor continuaba deslizándose entre las sombras, su secreto celosamente guardado.

En la galería de arte, Gérard examinaba las pinturas de Bastián en busca de cualquier indicio, pero los lienzos parecían guardar sus secretos con celo. El detective, con una corazonada persistente, decidió ampliar su búsqueda, explorando conexiones más allá de las obras de arte.

Bastián, hábil en el arte de la manipulación, mantenía su fachada impecable. Se presentaba como un colaborador, ofreciendo detalles sobre su proceso creativo sin revelar jamás la verdad detrás de sus pinturas macabras. Gérard, por otro lado, sentía la presión de resolver el enigma antes de que la sombra del asesino se cerniera sobre más víctimas.

Un día, mientras el detective exploraba los callejones de Montmartre, tropezó con un testigo que afirmaba haber visto a Audrey y Bastián la noche del asesinato. La información dejó a Gérard intrigado, pero necesitaba más pruebas antes de señalar al pintor como sospechoso.Decidió confrontar nuevamente a Bastián, esta vez sobre sus movimientos la noche del crimen.

 El pintor, manteniendo su fachada de inocencia, ofreció una coartada impecable, describiendo una noche tranquila en su estudio. Gérard, aunque cauteloso, no encontró razones suficientes para dudar de sus palabras.

La ciudad, ajena al juego mortal que se libraba en sus calles, continuaba su danza. Bastián, mientras tanto, tejía su red de engaños con cada pincelada. Gérard, sintiendo la sombra del pasado acechándolo, se esforzaba por mantenerse un paso adelante del pintor, sabiendo que la verdad se ocultaba en algún rincón oscuro de París.

El detective, con una determinación inquebrantable, avanzaba en su búsqueda, aunque la certeza de que Bastián tenía algo que ocultar persistía en su mente. La sinfonía de la Danza Macabra seguía resonando, una melodía que anunciaba que la verdad estaba esperando ser revelada en la danza implacable entre el bien y el mal.

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