Capítulo 39: Entre Sombras y Espejismos

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Bastián Luc dejó el pequeño pueblo atrás, pero las huellas en el pasado se aferraban a él como sombras persistentes. El espejo antiguo ocupaba un lugar destacado en el asiento del copiloto, reflejando tanto la carretera que se extendía ante él como las sombras que se desvanecían lentamente en el cristal.

A medida que conducía, las luces de la ciudad volvieron a vislumbrarse en la distancia. Era como si cada kilómetro recorrido fuera una reconciliación con su propio destino. El espejo, testigo silencioso de la dualidad que lo definía, parecía revelar más que solo reflejos físicos; mostraba la lucha interna entre la oscuridad y la luz.

Decidió detenerse en un mirador en las afueras de la ciudad, donde la vista panorámica ofrecía una perspectiva única. El espejo, ahora iluminado por la luz de la luna, se convirtió en un catalizador de reflexiones más profundas. Bastián se miró a sí mismo, pero esta vez buscó algo más allá de las apariencias.

Las sombras, aunque más tenues, aún danzaban en los bordes de su existencia. El espejismo de la redención se deslizaba entre los claroscuros de su conciencia. La dualidad persistía, como si su propia naturaleza estuviera arraigada en una danza eterna entre dos mundos contrapuestos.

El próximo capítulo se revelaría entre sombras y espejismos, donde Bastián Luc enfrentaría no solo sus propios demonios, sino también las ilusiones que la vida le presentaba. La ciudad, con sus luces parpadeantes, aguardaba a un hombre que, entre sombras y reflejos, buscaba encontrar un sentido más profundo en la encrucijada de su propia existencia.

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