captulo 32 Siluetas en la Oscuridad

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El crujir de las hojas bajo las ruedas del auto resonaba en la quietud de la noche, marcando el camino de Bastián Luc a través de los rincones más oscuros de su mente. Las sombras, aliadas inquebrantables, danzaban en las siluetas de los árboles, proyectándose sobre la carretera como espectros insomnes.

En su solitario paseo nocturno, Bastián se encontró con la tentación de detenerse en otro pueblo perdido en la oscuridad. Las luces tenues de un bar parpadeaban como faros de bienvenida, y la risa distante de la gente sugería una atmósfera de camaradería. 

La dualidad de su ser luchaba entre la necesidad de conexión y la inevitable oscuridad que lo consumía.

Entró al bar, las miradas curiosas se volcaron hacia él, pero esta vez, en lugar de ocultar su verdadera naturaleza, Bastián jugó con la idea de ser simplemente un hombre más en busca de compañía. Se acercó a la barra, entabló conversaciones superficiales y compartió risas, desafiando las sombras que lo perseguían.

Sin embargo, la dualidad persistía. Mientras intentaba construir relaciones efímeras, las sombras de su pasado se alzaban como espectros en la penumbra del bar. 

Cada risa compartida era contrarrestada por el eco de sus víctimas en la sinfonía persistente de la danza macabra.

La ciudad, envuelta en su propia realidad, no percibía las sombras que se movían dentro del hombre que sonreía en el bar. Bastián, como una marioneta en su propio juego retorcido, continuaba tejiendo su destino entre las risas falsas y las sombras verdaderas, sin saber que el siguiente acto en la tragedia se avecinaba, listo para desgarrar la superficie de su aparente normalidad.

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