El Pintor.

Capítulo 35: Entre el Abismo y la Redención

El auto de Bastián Luc seguía su curso por las serpenteantes carreteras, como un barco a la deriva entre las olas inciertas de su propia existencia. La encrucijada había quedado atrás, pero las sombras persistían, acechando en cada recodo del camino. La luna, testigo silente de su travesía, iluminaba la penumbra de una noche que se extendía como un velo sobre sus pensamientos tumultuosos.

Mientras conducía, Bastián sintió un torbellino de emociones: la seducción de la oscuridad que lo había definido y la atracción fugaz hacia la luz que parpadeaba en la distancia. ¿Se sumergiría nuevamente en la danza macabra, o buscaría redimirse de las sombras que lo acechaban? 

Decidió detenerse en un mirador solitario, donde las luces de la ciudad destellaban en la lejanía como estrellas fugaces. La dualidad de su ser se reflejaba en el espejo retrovisor, donde sus ojos azules, intensos como la electricidad, mostraban la lucha interna que lo consumía.

En el silencio de la noche, Bastián contempló el abismo que yacía ante él, tentándolo con la promesa de familiaridad siniestra. Sin embargo, también vislumbró destellos de redención en la luz distante, una oportunidad de escapar de las sombras que lo habían envuelto durante tanto tiempo.

El siguiente capítulo de la vida de Bastián Luc estaba por escribirse, y la pluma temblorosa de sus elecciones trazaría líneas entre el abismo y la redención. La ciudad dormía ajena a la batalla interna que libraba su pintor psicópata, pero las sombras y la luz aguardaban, entrelazadas en la trama de un destino que aún no se revelaba por completo.