Una estupidez

2K 151 13
                                    

Time after Time -cyndi lauper

Emma

Me despierto y lo primero que hago es mirar hacia mi lado, esperando encontrar a mi hija, pero no está. Me levanto rápidamente, salgo de la habitación y bajo las escaleras, donde escucho la risa de mi hija. Desciendo las escaleras y encuentro a Lia riéndose de los panqueques quemados de Mason, quien está de brazos cruzados con mala cara.

—No sé de qué te ríes, criatura —dice Mason.

—De tu intento de hacer panqueques para impresionar a mi mamá —sonríe Lia, negando lo dicho por Mason.

—No sé de qué me hablas.

—Lía, no es su culpa que los panqueques no le queden bien, nunca le salieron bien —le digo, encogiéndome de hombros.

—Lo sé, mamá, ya me lo habías dicho —responde Lia, y Mason no oculta su sonrisa.

—Así que tu mamá te habla de mí —dice Mason, apagando el fuego para que su panqueque no se queme más.

—Pues sí, gigante, siempre lo hace porque...

—Yo haré los panqueques. Siéntate bien que luego nos iremos a casa —le digo, acercándome a la cocina para empezar con los panqueques.

Terminé de hacerlos y los acomodé en forma de torre. Vi a Mason sacar dos potes de helado, uno de menta y otro aparentemente de frutilla.

—Criatura, aquí tienes helado de frutilla —le puso el pote de helado frente a ella, y mi hija se cruzó de brazos indignada.

—No puedo, idiota —abrió los ojos como plato mirando a Lia, y Mason se rió.

—Pídele perdón, Lia —le hablé a mi hija, y ella miró hacia otro lado.

—Ya no sé si es tu hija, seguro la adoptaste —Mason levantó los hombros, sirviéndose dos bolas de helado de menta.

—A Toni no le gusta el helado de menta.

—¿En serio? Qué pena, yo lo iba a invitar pero qué lástima —rodée los ojos por el tono sarcástico de Mason.

—Veamos una película con los perros, por favor, por favor —pidió Lia luego de que todos termináramos el desayuno. Lia comió todo con una bola de helado de menta, aunque dijo que no lo volvería a tomar.

—Lia, nos tenemos que ir. Mason tiene cosas que hacer, al igual que nosotros. No podemos quedarnos más tiempo; a Mason no le gustan los niños y yo no puedo estar más tiempo cerca de él.

—No estoy ocupado. Podemos ver una película y luego se pueden ir —miré mal a Mason, y Lia no tardó en abrir la ventana para que los perros entraran y se sentaran en el sillón, dejándonos a mí y a Mason sin asiento.

—Gigante, tú te puedes sentar con mi mamá. Mami, lo puedes abrazar como a Toni —definitivamente, a mi hija se le estaba soltando la lengua bastante.

—Tu mamá abraza a tu padre cuando ven películas —dice Mason, y Lia me mira, y yo le sonrío. Ella lo confirma con la cabeza.

—Veamos la película en silencio, o nos iremos, Lia —le advertí, y mi hija, que abrazaba a uno de los perros, me miró para luego mirar la pantalla. Ella terminó eligiendo una película de Barbies que aborreció a Mason.

Me sentí tan segura, como en casa, que mis ojos se cerraron lentamente por la calma y paz que sentía.

Me rocé a despertar al sentir caricias en mi cabello.

—Con o sin ese anillo en tu dedo, sigues siendo mía, y encontraré la forma de que lo aceptes —escuché la voz de Mason. Me levanté con cuidado, ya que tenía mi cabeza apoyada en sus muslos. Mason puso su mano en mi mejilla, atrayéndome hacia él; su boca estaba muy cerca de la mía. Mi mente solo quería tirarme hacia atrás, pero mi cuerpo lo impedía.

Lastimosamente sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora