«El hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la medida en que se realiza, no es, por lo tanto, más que el conjunto de sus actos, nada más que su vida». ― Jean-Paul Sartre
»-Nada ha sido igual desde entonces.
Las contiendas bélicas...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
I
El sueño es lo que la mayoría de los presos suelen perder dentro de aquella enorme instalación, junto a la percepción del día y la noche que es arrebatada al no ver ni el sol, ni la luna. Se trastorna el reloj interno, para los que no suelen estar al tanto de la hora, difícilmente pueden ser conscientes del pasar de los días.
Algunos optan por utilizar su DT, en todo caso, el mismo dispositivo tiene un costo por el simple hecho de darle algún uso. Ya de por sí, una de las primeras artimañas que sufres de la mano de Sakai, es que el DT que te dan por llegar al G, experimentan un misterioso fallo sin la posibilidad de arreglo. Tienes que buscar a algún técnico clandestino que lo repare si deseas evitar ofrecer un riñón de la forma legal.
Esa situación la vivió Kei en sus compases iniciales en el G, que desafortunado: la mayoría de las capacidades que habría de tener el dispositivo son de pago, así que, por su parte, no contaba con el reloj del DT. Al menos, era programable la notificación de anuncio de eventos que se llevaban a cabo en la prisión, esto te daba una idea de la hora y el día, si uno es programado para el lunes, el día en que se ejecutara el evento te da una pista.
Se ha vuelto una tacaña por obligación.
El aviso de la apertura del Cuadrilátero en su DT se escuchó a todo volumen, eso significaba que las apuestas dieron inicio, por consiguiente, que son las seis de la mañana. El efecto de su Quirk terminaría dentro de unas quince horas contando desde la última vez que lo renovó sobre los afectados.
Faltaban diez.
«Ah, mi cuerpo no me escucha» se dijo Kei, sintiendo que cada parte de ella pesaba una tonelada. La intención insuficiente para salir de la cama solo dejó que apenas abriera los ojos. «Es mi día libre, ¿Y cómo una idiota iré a la casa roja? La pereza me dice que no lo haga, suena sabio si lo pienso...» Entonces, recordó.
«Me ayudarás a salir de esta, ¿verdad?» Palabras de a quien le prometió evitar que lo repartieran por todo el globo.
Puso sus fuerzas en sus músculos, rodó hasta la orilla encontrándose con una caída al suelo, el tacto frio con su piel logró despertarla un poco. Se retorció. Poniéndose sobre sus piernas, apartó su cabello para poder frotarse los ojos.
