A medida que la chica caminaba hacia ellos, Luca iba siguiéndola con la mirada, con unas ganas inexplicables de reírse de la situación. Todo aquello era ridículo, un golpe de suerte, aunque él no pensaba quejarse. Encontrarla no estaba entre sus planes más inmediatos y aquello había resultado ser una enorme casualidad. Esbozó una media sonrisa que ella no vio porque tenía los ojos fijos en el suelo. ¿Cómo se supone que debía sentirse Luca? No le costó descifrar cómo se sentía ella: estaba enfadada, y mucho. La reacción que había tenido después de invitarla a un café también le había parecido extraña. Era un desconocido para ella, pero solo estaba intentando ser amable; nada que no hubiera hecho por cualquier otra persona en la misma situación. No comprendía a qué venía tanto drama. Él mismo habría aceptado ese café si hubiera estado en su lugar.
El hombre que el tío Ebenezer había llamado señor Villeneuve subió al escenario acompañado de la chica. Les dio la mano a todos los presentes y, cuando llegó su turno, su tío dio un paso al frente y pasó un brazo por encima de los hombros de Luca. Él sonrió a la vez que le devolvía el gesto. Miró a Villeneuve durante unos segundos, pero no pudo evitar que sus ojos se moviesen hacia la bailarina que lo acompañaba. Le sostuvo la mirada y ella no quiso corresponderle. Llevaba el mismo uniforme que un par de días atrás, con algunas manchas de café todavía visibles. Luca se reprendió por ser tan descuidado.
—Señor Villeneuve, permítale presentarle a mi sobrino, Luca —clamó su tío. Él tuvo que apartar un poco el rostro. Ebenezer Tremblay tenía la mala costumbre de hablar a gritos—. Es hijo de mi hermana Eleanor.
Villeneuve frunció el ceño y la que se había presentado como Diane Blake, directora de la escuela, tuvo que intervenir. Sus ojos azules y su forma tan calmada de hablar ponían al chico nervioso.
—Eleanor. ¿La que se casó con un italiano?
Luca sonrió de nuevo.
—Así es —intervino—. Se casó con mi padre, Marco Pinarello. Es panadero. —Rio—. Si le preguntan a él, mi madre cayó rendida entre sus brazos. Si le preguntan a ella, mi padre la chantajeó y solo aceptó casarse con él a cambio de un bizcocho.
—¡Eleanor! —exclamó Míster Tremblay—. Siempre tan... —Hizo unos cuantos aspavientos con las manos—. Así.
Tío y sobrino rieron al mismo tiempo que el resto de presentes se miraban extrañados entre sí.
—No sabía —comenzó a decir Villeneuve cuando terminaron— que tuviese una hermana, Míster Tremblay. Y menos un sobrino tan joven.
Le dirigió una mirada a Luca con el ceño fruncido. El chico odiaba ese tipo de conversaciones por compromiso y su sonrisa se tambaleó un poco. Conocía ese tipo de gesto y sabía lo que estaba pensando el coreógrafo sobre su rostro. Lo comprendía, era difícil no fijarse en él cuando estaba tan demacrado, pero eso no hacía que doliese menos. Su tío debió de ser también consciente de lo que estaba ocurriendo porque carraspeó y no sonaba tan alegre cuando habló de nuevo.
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Nuestro último baile [EN PROCESO] #PGP2024
JugendliteraturDos años después del suceso que la marcó para siempre, Lara Díaz no espera mucho de la vida. Ahora, con una beca, marcha a Inglaterra a estudiar ballet con la intención de que su padre se sienta orgulloso de ella. Alice Collingwood, por su parte, es...