XV

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—Pareciera que no te diera gusto vernos.— Dice ofendida mamá.

—No es eso... es que no me avisaron.— Digo un poco molesta.

—¿Damián no te dijo?, le dije que te contara.— Pregunta mamá.

—Yo me iré ya, mañana tengo que viajar para la carrera. Buenas noches, Alexia.— Se despide Sebastian.

—Sebastian, ¿por qué te vas a ir tan rápido?— Llega Damián. —Queridos suegros, él es Sebastian, mi socio y el amante de su hija.— Expresa con desdén.

—¿Qué estás diciendo? — Pregunto confundida.

—Oh, ¿no le habías contado a tus papás?— Pregunta con burla.

—Que pena pero entre Alexia y yo solo hay una amistad, no confundas las cosas, Damián.— Responde Sebastian defendiéndome.

—Sebastian, es mejor que te vayas ya. Te acompaño.— Le digo llevándolo a su auto.

—Me llamas si algo va mal, vendré por tí, lo prometo.— Me advierte.

—Gracias, y perdón por lo de Damián.— Me despido de él con un pequeño abrazo.

Entro a la casa y están mis padres esperando a que le dé alguna explicación acerca de lo que dijo Damián.

—No soy la amante de Sebastian. Deja de decir estupideces, Damián, jamás creí que caerías tan bajo.— Le respondo con odio.

Subo a mí habitación y cierro con seguro para que nadie pueda entrar. Sin embargo, me olvidó de que Damián tiene la llave y abre la puerta para volver a cerrarla con seguro.

—No seas mentirosa, tengo pruebas.— Me dice tirando fotos en la cama en las cuales nos vemos Sebastian y yo muy cerca que se podrían malinterpretar.

—Está bien, si tengo encuentros con Sebastian. Él si me sabe tratar bien.— Presumo.

—Eres una zorra, lo juro.— Insulta estampando mi cuerpo contra la pared. —Espero que no abras la boca acerca de lo de Alexandra y yo, porque sabes muy bien cuáles serán las consecuencias.— Amenaza.

—Eres un imbécil, no sé cómo me pude fijar en tí. Tú y Alexandra son tal para cual.— Le digo con lágrimas en los ojos.

—¡No te atrevas a hablar mal de ella!— Me grita.

—¿A ella si la defiendes?— Lo reto.

—Ella es mil veces mejor que tú.— Termina de decirme dándome un golpe en la cara que me deja en el suelo, luego me da otro y con ese siento como la nariz me sangra y cuando menos pienso, me duermo.

.....

Alexia, ¿me escuchas?— Oigo una voz a lo lejos.

—¿Qué pasó?— Pregunto desorientada.

—Nada, señorita. Soy Dorota, el señor Damián me contó que te habías pegado con la puerta del baño, pero fue un golpe demasiado duro.— Me dice haciendo que recuerde todo lo que pasó.

—Damián... Dorota, ya estoy bien, puedes dejarme sola.— Le digo sentándome en la cama sin fuerzas.

—Está bien, el señor Damián está durmiendo en su habitación, me pidió que la trajera a una de huéspedes.— Avisa.

—Tranquila, Dorota. Puedes ir a descansar.— Me despido y ella sale de la habitación cerrando la puerta.

Voy y me miró al espejo viendo cómo mi pómulo y un ojo están notoriamente inflamados, sólo espero que mañana no se note.

Tentatio || Fórmula 1 Sebastian VettelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora