VII

184 5 0
                                    

El resto de la tarde nos fuimos a un restaurante a cenar ya que teníamos hambre, Sebastian se portó como todo un caballero conmigo y no paraba de hacerme reír. En la cena se sentó a mí lado y sostuvo mi mano sin que nadie nos viera.

La cena fue curiosamente tranquila, o tal vez así me hacía sentir Sebastian. Al terminar la cena me dirigí hacia el baño con la intención de que Sebastian también lo hiciera.

—Tenemos que hablar sobre lo que pasó ahora.— Dice Sebastian abrazándome por la espalda.

—Sí... No quiero que las cosas se confundan, Seb. Yo estoy enamorada de Damián y tú estás con Alexandra.— Le recuerdo.

—Ya no quiero estar con Alexandra. Dame una oportunidad para enamorarte.— Me súplica.

—No puedo permitirte eso, pronto me voy a casar con Damián, él es tu amigo.—

Él suspira, irritado. —Está bien. Sólo dime si en este momento él te hace feliz.—

—No tiene sentido eso, si estoy con él es por algo.— Le digo obvia.

—Entonces déjame hacer mi apreciación. Cuando estás con él no te brillan los ojos y se nota tu tristeza a metros. Pregúntaselo a quien quieras y confirmarás que no miento.— Me dice dolido mientras se va.

Me quedo sola en el pasillo con el corazón latiendo a mil y pensando en si realmente Sebastian dice la verdad.
Luego vuelvo a la mesa.

.....

Llegó al hotel, cansada y me abro paso hacia mi habitación con Damián detrás mío.

—Te he notado muy cercana con Sebastian. Espero que no hayas dicho algo fuera de lugar.— Me advierte Damián.

—Si te refieres a decirle que te acuestas con su mujer, pues no, no se lo dije, aunque si lo sospecha.— Le contesto.

—¿Sospecha de mi o solo de Alexandra?— Me pregunta curioso.

—De tí no, por lo menos. Damián, si queremos seguir con la boda necesito que dejes de hablar con esa mujer.— Le advierto.

—No tienes de qué preocuparte, ella no me gusta.— Me intenta calmar.

—No es cuestión de si te gusta o no, es cuestión de que no la vuelvas a tocar jamás. O por el contrario se lo diré a Sebastian.—

—Tú no le dirás nada a nadie, acuérdate que vives en mi puta casa y es mi dinero el que mantiene a tus imbéciles padres.— Insulta.

—No hace falta ser grosero. Te advierto que no puedes manipularme siempre con el tema del dinero.—

—Sí, sí puedo. Eres mi puta mujer y haré contigo lo que sea a la hora que quiera.— Dice sosteniendo mis manos y besando mi cuello.

—No quiero hacer esto ahora, Damián. ¡Suéltame!— Le grito.

—¡No me importa, eres mía!—

Toca todo mi cuerpo y yo no puedo sentir más que asco por él así que intento apartarme lo más pronto posible de él causando que muerda mi labio con bastante fuerza. Finalmente logro soltarme de su agarre y salgo de la habitación como puedo.

Voy hacia la recepción y ante la mirada expectante de algunas chicas del servicio me siento en el sofá pensando en todo este desastre.

—¿Necesita algo señorita?— Ofrece una chica de servicio.

—¿Crees que pueda dormir aquí en recepción? No quiero estar en mi habitación.— Le contesto.

—No es posible eso, señorita.— Me responde cordialmente.

—¿Estás bien?— Me pregunta Sebastian quien acaba de bajar de su habitación.

—La señorita está pidiendo dormir acá, ¿usted la conoce?— Responde la chica de servicio por mí.

—¿Es cierto eso, Alexia?. Disculpe señorita, déjenos solos un momento por favor.— Le pide Sebastian a la joven haciendo que ella se retire.

—No es nada, ya me voy.— Me despido rápidamente pero él me sostiene la mano impidiendo que me vaya.

—Dime que pasa.— Me pide.

—Solo tuve una pequeña discusión con Damián, pero ya voy a volver a mí habitación.—

—Si no te sientes cómoda no es necesario, voy a pedir una habitación para que duermas esta noche.— Me dice causando sorpresa en mí.

—No, en serio que no. Perdón por molestarte.—  Me despido yendo hacia el ascensor.

—Voy a cuidar de ti, Alexia. Me importas mucho, no voy a dejar que duermas en la habitación donde está Damián si te sientes mal con su compañía.— Me abraza fuertemente contra su pecho.

—Gracias, Seb. Eres un ángel.— Lo halago y el me da un beso en la frente.

Vamos a pedir una habitación y gracias a Dios si tenían una disponible y queda un piso más arriba que la que comparto con Damián así que me siento aliviada.

Entramos a la habitación y siento que el sueño me invade así que voy hacia la cama para meterme en ella.

—Descansa, Alexia. Si necesitas algo no dudes en llamarme.— Se despide dándome un fuerte abrazo.

—Sebastian, duerme hoy conmigo.— Le propongo tomándolo por sorpresa.

—¿Escuché bien?— Me pregunta.

—Sí, no quiero dormir sola...— Le digo con timidez.

—Bueno, si eso es lo que quieres, yo no me voy a negar.— Acepta contento.

Veo como se acerca a la cama y hago un espacio para que el también se meta debajo de las sábanas.

—¿Te importa si me quito el pantalón?— Me pregunta.

—Oh, claro que no, yo de hecho me quitaré el vestido, no imagino dormir así.— Le confieso.

—¿Vas a dormir desnuda?— Me pregunta tímido.

—Bueno, en ropa interior.— Le digo coqueta.

—Te prestaré mi camisa. Yo dormiré en calzoncillo, si no te molesta, claro.— Propone.

—Buena idea.—

Me empiezo a quitar el vestido y el hace lo mismo con su ropa, se queda mirando mi piel desnuda para luego pasarme su camisa que me queda grande y es cómoda.
Apagamos la luz y nos metemos en la cama a dormir. A los segundos suenan nuestros celulares y ambos mensajes son de nuestras respectivas parejas pero no queremos ser molestados ahora mismo así que decidimos apagar nuestros móviles.

—Gracias por esto, Seb. No sé cómo agradecerte.—

—No es nada. Sabes que te quiero.— Me dice acariciando mi cabello.

Le doy un beso en su boca, no es un beso apasionado, es más bien cariñoso y cuidadoso. Nos deseamos las buenas noches y me quedo dormida en su pecho.

Tentatio || Fórmula 1 Sebastian VettelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora