IV

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Estaba acostada en la cama cuando recibí una llamada.

—Hola, me dijiste que hoy necesitabas hablar conmigo seriamente.— Me recuerda Sebastian.

—Oh, no es nada. Mañana hablaremos.— Le digo sorbiendo mi nariz.

—¿Estás llorando?— Me pregunta haciendo que mis ganas de llorar se intensifiquen más.

—No, claro que no. Tengo un poco de congestión y nada más.— Miento.

—No me suena creíble tú versión, iré a tu habitación a ver qué pasa.— Me avisa.

—¡No! No veng...— No me deja terminar porque cuelga el teléfono.

Voy al baño a lavar mi cara pero noto que mis ojos siguen rojos y una parte de mi cara también. Escucho que tocan la puerta e inmediatamente voy a abrir.

—Hola, no debiste haber venido.— Le digo mirando al suelo.

—Queria saber que estabas bien.— Me dice mientras me abraza.

—Lo estoy, sólo quiero dormir.—

—Mírame a los ojos, nunca agaches la cabeza.— Me ordena.

—No es nada.— Le respondo.

De repente toma mi rostro y hace que mis ojos miren los suyos. Se sorprende de ver mis ojos cristalizados, pero no se percata de mi mejilla así que me siento aliviada.

—¿Por qué estabas llorando?— Me pregunta sentándose en mi cama y yo en su regazo.

—Es sólo que... Extraño mucho a mis padres y además estoy en mis días. Me siento muy sensible.— Miento.

—Hey, no es nada, schön. Esto se solucionara, ¿qué te parece si traigo unos chocolates para tí?— Me pregunta haciendo que me sienta querida.

—Por favor, si quieres vamos los dos. No quiero quedarme sola en esta habitación.— Le sugiero.

—Claro que sí. Vamos.— Me dice tomando mi mano y saliendo de la habitación.

A lo lejos veo a Damián y a Alexandra así que separó rápidamente mi mano de la de Sebastian. Al encontrarnos Damián me mira cruelmente.

—¿Qué hacen ustedes dos por acá?— Pregunta Sebastian.

—Nos acabamos de cruzar en el pasillo, cariño. Venía a saludar a Alexia.— Responde falsamente aquella mujer. —¿Y ustedes?

—Alexia quería ir a recepción por unos chocolates, tiene cólicos menstruales y la quise acompañar.— Respondió naturalmente Sebastian.

—Genial, pero ya me encargo de ella. Hasta luego.— Agrega Damián llevándome con él hacia recepción. —No quiero verte cerca de Sebastian.

—Yo no quiero verte cerca de Alexandra.— Le respondo cortante.

—No es lo que tú quieras, aquí se hace lo que yo diga.— Me responde bruscamente.

—No creí que fueras un patán... Pensaba que eras un buen hombre que me valoraba.— Le confieso fríamente.

—Ningún hombre te tomaría enserio, eres una niña que solo sabe dar buenas mamadas.— Me responde dejándome paralizada.

—No vuelvas a tocarme jamás en tu vida.— Le digo dolida.

—Lo haré cuando yo quiera y donde quiera.— Se despide dándome un beso brusco en la boca.

Me quedo estática en recepción hasta que viene un guarda de seguridad preguntándome que necesito, simplemente le pregunto que en donde está la zona de comida y voy hacia ella.

Lleno mi plato con cosas dulces del buffet y me siento en una mesa a comer sola y con mi mente en otro lugar. Siento como alguien pone una mano sobre mi hombro y me asusto, cuando levanto la mirada veo que es Sebastian.

—¿Qué haces tú sola aquí?— Me pregunta.

—Damián tenía trabajo por hacer, le dije que no se preocupara por mí.— Mentí.

—Se nota que es un hombre trabajador, sin embargo, yo no dejaría a mí prometida sola cuando pueden haber tantas personas queriendo hacer daño por ahí.— Me dice.

—Bueno, no creo que acá adentro me pase algo malo.— Le respondo con sinceridad.

—Uno no sabe. En fin, ¿puedo comerme una dona?— Me pregunta riendo.

—Claro que sí, las de mora están deliciosas.— Le contesto un poco feliz.

Charlamos un poco y me comentó cosas acerca de su vida, era de Alemania y vivía allí. Alexandra era su novia desde hace 1 año pero las cosas últimamente no iban tan bien, sentí unas ganas inmensas de contarle todo lo que sabía, sin embargo no podía hacerlo.
Finalmente me hizo una invitación para bajar mañana a desayunar con los pilotos la cual acepté encantada.

Me acompaño a la habitación y me despedí sin ganas. Al entrar escuché la ducha abierta así que supuse que Damián estaba dándose un baño, cambie mi ropa y me metí debajo de las sábanas para dormir. Sin embargo, Damián salió del baño y se sentó en la cama, fue un momento incómodo.

—Lo siento mucho, no sé qué me pasó. Eres la mujer de mi vida, Alexandra no significa nada para mí.— Se excusa.

—No quiero hablar de eso ahora mismo.— Le respondo cortante.

—Te amo, nos vamos a casar y seremos felices. Podemos irnos a vivir a otro lugar.— Me propone repartiendo besos por mi cara.

—Yo también te amo, pero no puedo permitir que me veas la cara de idiota.— Le respondo sinceramente.

—Voy a terminar lo que sea que tengo con Alexandra. Tú eres quien va a tener mis hijos y la que me esperara en casa todas las tardes. Quiero vivir toda mi vida contigo.— Me dice estando decidido.

Decido dejar la conversación ahí e invitarlo a dormir ya que mañana tendría el desayuno con los pilotos y quería verme radiante, no por nadie en específico, quiero creer.

Mientras me estaba quedando dormida me puse a pensar en un futuro con Damián y la verdad es que me causaba náuseas el solo pensar que tendría hijos de un hombre que le es infiel a su prometida y probablemente no estaría tan presente para sus hijos como ellos lo necesitan.
Debía hacer algo rápido si no quería que el compromiso siguiera, lo malo es que no sabía por dónde empezar.

Tentatio || Fórmula 1 Sebastian VettelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora