«𝐄𝐏𝐈́𝐋𝐎𝐆𝐎»

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Las amistades de mi cuñado nos hacían sospechar que era homosexual, pero…

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Las amistades de mi cuñado nos hacían sospechar que era homosexual, pero…

Les voy a contar algo que me ocurrió hace sólo unas semanas. Tengo cuarenta y cinco años, un hermoso esposo llamado Hoseok y dos hijas. Yo estoy muy enamorada de mi marido y siempre me he llevado muy bien con su familia, incluso con mi suegra. Sin embargo, siempre he sentido una curiosidad especial por uno de ellos, su hermano. Yoongi, un chico de treinta años, muy independiente y la verdad, muy mono. Ocurrió que un día Yoongi y yo nos íbamos a comprar un regalo de Navidad para mi esposo. Hoseok es el mayor de la casa y Yoongi, el menor, de modo que siempre se han sentido muy unidos. Por lo demás, no se parecen mucho, la verdad.

Mientras que Hoseok es extrovertido y con mucha energía para interactuar con los demás, también se destaca por tener introversión, intuición, emoción y decisión. No obstante, Yoongi era todo lo contrario. Él era más analítico, lógico, estratégico, independiente y reservado. Ambos son blancos como la nieve, pero Yoongi es irresistiblemente guapo y súper tranquilo. Aunque el tono de su piel es el mismo, mi marido no tiene los ojos, ni los labios, ni tampoco los brazos musculosos de mi cuñado. Hay ciertas semejanzas en sus rasgos, pero poco más. La piel pagada y lechosa de mi cuñado es deliciosa. Al llevar el pelo corto e ir siempre pulcramente afeitado y vestido de traje, tiene aspecto de militar, de soldado, y más con ese caminar tan erguido. Es bastante alto y poseé un físico que da gusto ver. Sin embargo, siempre fue su sonrisa, su mirada, y su carácter lo que bastaba y sobraba para que se me cayeran las bragas.

—Yoongi… —jadeé.

Yo lo he tenido siempre por una persona responsable y formal en el trabajo, es ingeniero, y que sabe divertirse en su tiempo libre. Le llevaría más de diez años, pero a diferencia de cuando conocí a su hermano, eso ahora carecía de importancia. También para él, o al menos eso me demostró la última Navidad. Ni los años que nos separan ni que su hermano mayor fuera mi esposo le había importado en absoluto.

—¡Qué guapa estás!

Su elegante traje de tres piezas que le quedaba como hecho a medida. Sus ojos grises como aceitunas. Sin olvidar ese sencillo brillante que adornaba su oreja, o ese olor tan suyo.

—Y tú, querido. —le respondo con mi sonrisa más sucia y un brillo ávido en los ojos.

No me gustaba nada perder así la compostura. Ni tampoco que los tacones de mis botas rasparan nerviosos la tarima del suelo. Pero ese joven bribón y sus brazos tatuados siempre hacían que el mundo me diera vueltas. Que perdiera el pie. A diferencia de ellos, yo soy bajita y pelirroja y, sin tacones, apenas les llegó a la altura de ese mentón tan cuadrado y varonil que comparten. Si bien mi piel se tuesta con el sol, nunca llega a ser verdaderamente morena. Lo único bueno de ser bastante pálida y tener la nariz y las mejillas salpicadas de pecas, es que aparento menos edad de la que tengo. Soy muy inquieta y siempre he estado delgada. De modo que sólo he pasado de los cincuenta kilos durante mis embarazos. Obviamente, ambos terminaron en sendas cesáreas, con la recomendación final de no volver a quedar embarazada. Motivo por el que llevo puesto un DIU. Y no, tampoco soy ancha de caderas ni tengo mucho pecho y mis pezones son curiosamente pequeños.

«𝐀 𝐁𝐀𝐃 𝐖𝐈𝐅𝐄 𝐅𝐎𝐑 𝐂𝐇𝐑𝐈𝐒𝐓𝐌𝐀𝐒» ➸ ❝𝗠𝗬𝗚❞ (+¹8) (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora