«𝐀𝐇𝐎𝐑𝐀»
SeungGi se frota la frente, como si le estuviera entrando dolor de cabeza.
—Mi padre también tuvo que presionarme para que llegara a ser médico.
—¿Y cómo le sentaba a usted?
Mira para otro lado. No demasiado bien, deduzco.
—Yoongi no es médico ni lo va a ser. Asúmalo de una vez.
SeungGi me mira con ojos desorbitados.
—Y que sepa una cosa. Podría serlo si quisiera. Yoongi podría ser lo que le diera la gana. No ha seguido otro camino por falta de capacidad. Lo ha seguido por propia elección, porque le gustan los libros. Su hijo vive de lo que le gusta, de crear libros que otros compran.
Tomó asiento, hecha una furia. HyeEun y Namjoon se miran, boquiabiertos. Qué demonios, todo el mundo se ha quedado atónito. Oigo que una de mis hijas empieza a aplaudir y luego se detiene en seco.
—Perdone, Jihye. —le ruego a mi suegra, y doy un sorbo enorme de té con leche. Me tiemblan las manos.
—No te disculpes por defender así a mi hijo. —dice en voz baja. Supongo que quiere decir como una leona.
Me armo de valor y miro a mi esposo. Está completamente patidifuso.
—Eh... Seyeong. —me reclama SeungGi tras mantener un intenso cuchicheo con su esposa. Yo lo miro de frente. Con la misma mirada fulminante que le he dedicado a su hijo un millar de veces— Yo... ¡Ejem! —carraspea mi suegro, examina sus cubiertos.
—¿Sí, doctor? —mi audacia es impresionante.
—No sé gran cosa sobre tu trabajo, Yoongi.
Todos abren la boca todavía un poco más. Yo no. No voy a darle esa satisfacción. Le miro a los ojos y mentalmente le retuerzo un cuchillo oxidado en las tripas. Arqueo una ceja, suspicaz.
—Me... interesaría hablar contigo sobre ello.
Me apresuro a meter baza.
—Por cierto, creo que su hijo menor va a ser ascendido casi con toda seguridad a director ejecutivo de la editorial. Ahora que sabe que es un hombre de éxito, tendrá algo que contar a sus compañeros de squash.
—Pádel. —me apunta mi esposo— Juega al pádel.
Le he echado a mi suegro el rapapolvo del siglo. Se ha quedado sin habla. Es fantástico.
—De todas formas, Yoongi es su hijo. Debería quererle y sentirse orgulloso de él aunque sólo fuese el encargado de la correspondencia. Aunque no tuviera trabajo y estuviera loco y viviera bajo un puente. Pero ahora nos vamos. Jihye, ha sido un placer, como siempre. HyeEun, Namjoon, gracias por todo y disfrutad de vuestras vacaciones. Perdonad la escena. SeungGi, ha sido una gozada.
Me pongo de pie. Tras la balacera toca salir derrapando. Mi cuñado se levanta y besa a su madre en la mejilla. Ella lo sujeta de la muñeca con impotencia.
—¿Cuándo volveré a verte? —dice mirando a su hijo.
Veo que él tensa la mandíbula y casi oigo cómo preparar una excusa. Quizá quiera cortar definitivamente con toda la familia. El huevón de mi esposo también se levanta, por fin. También las niñas. La frase que suelto a continuación me sorprende a mí misma. Sobre todo, teniendo en cuenta que acabo de despedirme de ellos.
—Si viene a la ciudad, podemos salir a almorzar. Usted también está invitado, SeungGi. —su mandíbula, que cuelga flácidamente desde hace un rato, oscila con indecisión— Pero sólo si piensa portarse con educación y respeto hacia los demás.
Supongo que ya se da cuenta de que se han acabado sus broncas a Yoongi. Que no las mías, claro. Mi cuñado y yo aún tenemos un asunto pendiente. Jihye se vuelve hacia su marido.
—Tú y yo vamos a tener una conversación. Ahora. Fuera. —ordena, poniéndose de pie y señalando las puertas cristaleras que dan a los jardines laterales. SeungGi parece un condenado a muerte camino de la horca. Ahora es su esposa la que está enojada por el abrupto final de la cena de Nochebuena.
Yoongi, las niñas, su hermano y yo de la mano, empezamos a desfilar entre la fascinada audiencia. «Ha sido mejor que el cine», escucho que comenta el esposo de mi cuñada. Las maletas están en nuestro cuarto. Pero pensar en ellas hace que me acuerde de la Barbie dependienta que nos atendió en Massimo Dutti. Ahora seguramente le habría arrancado la cabeza de cuajo. Los dos juntos, emparejando el paso, salimos del salón rumbo a las escaleras. Por suerte, nuestro cuarto tiene camas separadas, pues se trata de la antigua habitación de mi esposo y su hermano. Nada más entrar me vuelvo hacia Yoongi.
—Vale, suéltalo.
Acabo de montar una escena increíblemente embarazosa. Ya veo a los demás cuchicheando sobre mí. Voy a ser la protagonista en diez versiones diferentes de la Famosa Bronca de Nochebuena. Hoseok me coge por los hombros.
—Has estado espléndida, querida. —dice mi esposo con aspecto fatigado al buscar su cepillo de dientes— Mi hermano nunca podrá pagarte lo que acabas de hacer por él.
Yo espero que sí. Con todas las molestias que me he tomado.
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«𝐀 𝐁𝐀𝐃 𝐖𝐈𝐅𝐄 𝐅𝐎𝐑 𝐂𝐇𝐑𝐈𝐒𝐓𝐌𝐀𝐒» ➸ ❝𝗠𝗬𝗚❞ (+¹8) (✓)
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