𝐀𝐁𝐖𝐀𝐂 ┃ 𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 «01»

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«𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒»

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«𝐀𝐍𝐓𝐄𝐒»

—¿No seguirás mucho tiempo con esto? ¿O si?

—No te he deseado durante tanto tiempo, ni me he aguantado tanto, para las cuatro migajas que me has dado. No he tenido ni para empezar…

Yoongi, mi cuñado, sabe que tengo razón. Las fiestas navideñas penden sobre nosotros como una espada de Damocles. Nos hemos besado en el probador de una conocida tienda de moda masculina, y la consecuencia es que a mí me entra una súbita impaciencia.

—¿Puedo quedarme toda la tarde contigo? —es lo único que se me ocurre, aprovechando así que su hermano y las niñas ya están en casa de mi suegra.

—Supongo que sí. —dice educadamente.

Lo arrastró por las presillas de los tejanos hacia mí, cerca del punto de no retorno. Echo un vistazo a la tienda. ¿Cómo pueden haber cambiado tanto las cosas? Quizá mi cuñado esté pensando lo mismo. Me besa en la frente con tal dulzura que siento un escozor en los ojos. ¿Quién me iba a decir que los hombres gays eran tan tiernos? Aproximadamente media hora después, observo de reojo la cifra de la factura cuando Alberto entrega su tarjeta de crédito. Estamos de compras navideñas, haciendo de Santa Claus para mis suegros, mis hijas, mi esposo, incluso para nosotros mismos. Mi cuñado estampa su firma en el tique de compra, una rúbrica grácil como la del Zorro.

—¿Necesitan que les saque alguna talla distinta?

La elegante dependienta sonríe a Yoongi un poquito más de la cuenta mientras procesa los documentos en la caja. Parece ignorar a propósito mi presencia, o quizá está demasiado deslumbrada. Yo observo sus rizos rubios, su impecable recogido. Su pintalabios rosa terroso resalta en exceso sobre su piel bronceada. Rubia. Alta. Una Barbie dependienta.

—No, gracias. —contesta Yoongi distraído— Ahora mismo solo necesito una ducha.

Levanté la vista y detectó en los labios de Barbie una incipiente sonrisa. La dependienta se lo está imaginando en la ducha, no cabe duda. Sus ojos vagan del bíceps de Yoongi a la pantalla del ordenador. De la pantalla a su mentón. Barbie dependienta grapa la factura, la dobla y busca un elegante sobrecito para guardarla, aunque al cliente que ha pagado justo antes que nosotros no le ha dado sobrecito.

Como si yo no estuviera, Rubia-Alta se entretiene embolsando todo cuidadosamente para poder seguir lanzándole miraditas. Le habla del programa de fidelidad para los clientes. Le explica que, al hacerse la tarjeta, en su próxima compra obtendrá una botella de vino gratis y, en caso de no acudir acompañado, seguramente a ella misma envuelta en un picardías. Luego vuelve a confirmar su dirección, email y número de teléfono. Barbie tiene todos sus datos. Irritada, la mire fijamente. Yoongi no parece darse cuenta de nada, pero yo le rodeo con el brazo y pegó la mejilla a su pectoral, marcando mi territorio. Si es preciso, le mearé en los zapatos.

De todos modos, ¿quién puede culparla? Un hombre con semejante complexión, con una cara como ésta, tan ridículamente tierno. Yo misma me moriría de envidia; aunque, por suerte, Yoongi está a mi lado. Debe de ser como ver a un curtido gorila de discoteca achuchando a una niña con tutú de bailarina; o a un boxeador mandando un besito a su novia en la primera fila. La más ruda virilidad masculina en sorprendente contraste con la ternura y la delicadeza femenina. La combinación más romántica del mundo con el hombre más atractivo del mundo. La expresión de la dependienta se endurece mientras me mira con aire especulativo. Yo enarco una ceja y extiendo la mano sobre el pecho de Yoongi. «Es mío». La pequeña cavernícola que hay en mí no puede resistir la tentación.

—¿Necesita papel de regalo?

—Sí. —contesta Yoongi.

—No. —digo yo casi al mismo tiempo.

—No, es verdad. —rectifica mi cuñado— Primero vamos a tomar café. ¿Podemos dejar esto aquí?

—Desde luego. —asiente la dependienta, que mira de soslayo la mano izquierda de Yoongi y luego la mía, para comprobar si llevamos alianza— Está abierto hasta las ocho, señor.

—Si vuelves aquí, deberías ponerte una alianza de casado. —protesto en cuanto salimos a la calle.

Yoongi casi da un traspiés.

—¿Por qué? ¡Demonios!

Pasamos al bar de al lado. Dinámicos camareros están recogiendo las mesas y volviéndolas a preparar.

—Esa dependienta ha estado a punto de saltarte encima. Y no la culpo, que conste. Pero vamos... La próxima vez le sacó los ojos.

Yoongi se para y me mira con pasmo.

Yoongi se para y me mira con pasmo

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«𝐀 𝐁𝐀𝐃 𝐖𝐈𝐅𝐄 𝐅𝐎𝐑 𝐂𝐇𝐑𝐈𝐒𝐓𝐌𝐀𝐒» ➸ ❝𝗠𝗬𝗚❞ (+¹8) (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora