No hablaron de esa noche cuando llegaron a casa porque no era la primera vez que Alhaitham necesitaba llevarse el trasero borracho de Kaveh a casa. Pero eso también significaba que no hablaron de lo que el rubio le había dicho sobre quedarse, sobre irse, y tal vez eso era lo más urgente que necesitaban abordar, pero ya habían pasado meses sin hablar sobre el pasado, ¿y qué? ¿Había algo más que esconder debajo de la alfombra?
Cuando Kaveh se despertó a la mañana siguiente, se comportaba con normalidad, es decir: con mucha resaca. Refunfuñó ante la luz y se sentó en la mesa, adormecido, mientras Alhaitham le dejaba caer una taza de café y un vaso de agua debajo de la nariz.
──Deja de ser amable conmigo. ──Murmuró Kaveh. ──No es propio de ti.
──¿No lo es? ──Reflexionó Alhaitham.
Al día siguiente, Kaveh se despertó por primera vez antes que Alhaitham. Y lo sabía porque Alhaitham podía oírlo dando golpes en la cocina antes del amanecer antes de desaparecer en la mañana y permaneció fuera de la casa hasta mucho después del anochecer.
Al día siguiente, Alhaitham salió de su habitación para prepararse para ir a trabajar y encontró a Kaveh sentado en el sofá, mirando sin rumbo fijo a su regazo.
──¿Qué sucede contigo? ──Preguntó.
Kaveh se sobresaltó como si no hubiera esperado que hubiera otra persona en la casa. Alhaitham observó cómo sus hombros subían y bajaban por un momento antes de darse la vuelta lentamente.
──Buenos días a ti también. ──Murmuró Kaveh.
──Te levantaste temprano. ──Señaló.
──Difícilmente. ──Frunció el ceño Kaveh. ──No siempre me despierto al mediodía, ¿sabes? Lo creas o no, estoy trabajando incansablemente en mis encargos.
──Te creo. ──Alhaitham se dirigió a la cocina. ──Sólo estaba notando que era temprano para ti.
──¿Qué sabes de mi? ──Espetó Kaveh.
──Bastante, en realidad. ──Alhaitham vio a Kaveh estremecerse. ──Al menos, lo suficiente para saber que algo te tiene de mal humor. Normalmente no estás tan volátil por la mañana.
──Yo... ──Sus hombros se hundieron, la lucha abandonándose. ──Tienes razón. Me he sentido mal estos últimos días. Lo siento... Lamento haberte criticado.
Alhaitham no pudo evitarlo. Dejó escapar una risita silenciosa. ──¿Tu lo lamentas? Realmente algo debe andar mal contigo.
──¡Cállate! ──Kaveh se levantó del sofá y entró en la cocina. ──Cállate, oh arcontes. ¡Tienes suerte de que no sea tan combativo por las mañanas porque si fuera tan abrasivo como tú, por una vez probarías tu propia medicina!
Alhaitham sonrió porque estaba de cara a la ventana. Cuando se volvió hacia Kaveh, le tendió una taza de café en una especie de oferta de paz.
Kaveh entrecerró los ojos antes de agarrarlo y tomar un trago. ──¡Ay! ¡Joder, esta caliente!
──Porque acabo de sacarlo de la estufa.
──Cállate. ──Kaveh dejó la taza sobre la mesa y abrió la boca, inhalando y exhalando rápidamente para enfriar su lengua.
Alhaitham se rio y al mismo tiempo sintió una flor enrollarse alrededor de una costilla. No era lo suficientemente doloroso como las otras veces, pero sí lo suficiente como para picarle la garganta y tuvo que girarse y toser. Cuando miró hacia atrás, vio que Kaveh se había detenido para observarlo.
ESTÁS LEYENDO
𝑯𝒂𝒏𝒂𝒉𝒂𝒌𝒊 [𝐇𝐚𝐢𝐊𝐚𝐯𝐞𝐡]
Romance"¿Qué haces con las flores?" Alhaitham hizo una pausa. "¿Qué quieres decir?" "Por ejemplo, ¿qué haces con las flores que toses? ¿Los conservas o...? Él frunció el ceño. "¿Qué... Por qué debería conservarlas? Obviamente las tiro ¿Porque lo preguntas...