❁09❁

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Cada vez era más difícil respirar. La casa parecía un fantasma, como las hileras vacías entre tumbas: ambos caminando a través del caparazón de algo que habían construido juntos, ahora atrapados en el hueco.

Entonces, Alhaitham se puso a trabajar y Kaveh fue a quién sabe dónde. Ahora que había dimitido de su puesto como Gran Sabio interino, tenía de nuevo su antigua carga de trabajo, lo que le dejaba con demasiado tiempo libre: para pensar, para sentir. Ni siquiera podía leer sus libros sin que su mente divagara.

Finalmente, en su quinto intento de iniciar The Folio of Foliage, Alhaitham se dio por vencido y le escribió a Tighnari: Cada vez es más difícil respirar, ¿Cómo lo hago más fácil?

Luego dejó reposar la carta durante mucho tiempo, sin estar seguro de si iba a enviarla, cuando visualizó a Cyno a través de la rendija de la puerta de su oficina. Se puso de pie para aprovechar la oportunidad y se acercó, abriendo la puerta antes de agarrar al general Mahamatra por los extremos de su tocado.

──Quién... ──Cyno se giró, usando esa aterradora voz matra suya.

Alhaitham puso la carta en sus manos. ──¿Puedes entregarle esto a Tighnari?

Cyno hizo una pausa y lo miró con curiosidad, antes de asentir una vez. Luego, desapareció por el pasillo.

Más tarde ese día, Cyno reapareció y dejó caer una nota en su escritorio que simplemente decía: Sabes lo que creo que deberías hacer.

Alhaitham arrugó la nota y la tiró.

Intentó otras cosas para distraerse. Entrenó con la viajera, que quería pupas de grasa de arena de él, nada más y nada menos. Y cuando ella lo envió al desierto a recolectarlas, él adquirió una nueva apreciación por el hecho de que estaba cultivando flores de luto en su pecho, que estaban incluso más lejos en el desierto que las pupas. Conveniente para Kaveh, de verdad.

Alhaitham volvió a trabajar. Tomó notas en las reuniones que debía asistir y rechazó solicitudes que no cumplían con los requisitos e intentó, cada vez más, revisar sus libros, pero no pudo. Así que subió al máximo la cancelación de ruido de sus auriculares y escuchó música para ahogar todo, como si volviera a tener dieciocho años y estuviera empapado de nuevo... En dolor.

Luego, Cyno reapareció con una nueva nota y una mezcla de hierbas. Arrojó todo el paquete de forma brusca sobre el escritorio de Alhaitham y se quedó allí con los brazos cruzados mientras esperaba que Alhaitham leyera la nota.

Al menos intenta esto. Seguido de las hierbas enumeradas y las porciones en las que tenía que mezclarlas para obtener una pasta medicinal para la garganta desgarrada.

──¿Qué es esto? ──Alhaitham arqueó una ceja.

──El remedio de Tighnari de intentar que te cuides.

──Mmm... ──Alhaitham levantó la bolsa y la inspeccionó.

──Quería que te dijera: 'esto no significa que puedas simplemente posponerlo perpetuamente'.

De repente, Alhaitham sintió curiosidad. ──¿Cuánto sabes?

Cyno entrecerró los ojos. ──Lo suficiente.

Alhaitham se reclinó. ──Está bien. Ve y dile a Tighnari que lo pensaré. Puedes volver a trabajar.

Cyno le frunció el ceño una vez más antes de desaparecer.

Por supuesto, no se lo iba a decir a Kaveh. No mintió cuando dijo que pensaría en ello, pero por mucho que pensara nunca cambiaría la conclusión: que nunca le diría a Kaveh para quién eran sus flores, cuánto equivalían toda la sangre y la sal. Y la magnitud de aquello lo asustaba: aferrarse a esos sentimientos durante tanto tiempo cuando Kaveh no debía haber pensado en él, cuando el rubio debía haber encontrado a alguien más de todos modos.

𝑯𝒂𝒏𝒂𝒉𝒂𝒌𝒊 [𝐇𝐚𝐢𝐊𝐚𝐯𝐞𝐡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora