.⋆。˚。⋆. IV .⋆。˚。⋆.

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El sol comenzaba a hundirse en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos y dorados mientras el barco navegaba de regreso a Marisoria. Charles y Max disfrutaban del suave vaivén del mar, mientras los últimos rayos de sol acariciaban sus rostros.

Charles, con una sonrisa traviesa, rompió el cómodo silencio que reinaba entre ellos.

— ¿Así que, Maxie, cómo fue tu paseo con el apuesto capitán? —preguntó Charles, guiñándole un ojo.

Max, sintiéndose repentinamente nervioso, tartamudeó al responder:

— F-fue agradable. Solo dimos un paseo por la isla y hablamos un poco. Nada más.

Charles, con una risa juguetona, lo miró con complicidad.

— Oh, "solo dimos un paseo" ¿eh? No pude evitar notar cómo te miraba.

Max, sintiendo el calor subir a sus mejillas, intentó disimular. — ¿De qué estás hablando, Charlie?

Charles soltó otra risa. — Oh, vamos, no te hagas el inocente. He visto esa mirada antes.

Max se sonrojó imposiblemente más, tratando de desviar la mirada.

— Charles, no es así. No sé a qué te refieres.

Charles, sin dejar de sonreír, se acercó a Max y le dio un amistoso golpecito en el hombro.

— Vamos, Maxie, no es necesario que lo niegues. Se nota a leguas que el capitán te ha gustado un poco.

Max, finalmente cediendo ante la risa contagiosa de Charles, admitió. — Está bien, quizás me gustó... un poco. Pero no exageres, Charles.

Charles le dio un codazo amistoso. — ¡Ah, el príncipe tiene un crush! ¿Quién lo habría imaginado?

Ambos rieron mientras el barco continuaba su viaje hacia el puerto de la isla corazón del reino de Marisoria. Minutos después, el puerto de Marisoria apareció ante ellos, lleno de luces parpadeantes y el murmullo de la actividad nocturna.


Max, con emoción del día aún palpable en su voz, se dirigió hacia la imponente estructura del castillo junto a Wolff. Mientras caminaban por los pasillos iluminados por las lámparas de pared, el príncipe no pudo contener su entusiasmo y preguntó a un sirviente por la ubicación de su padre.

— Disculpe, ¿sabe dónde puedo encontrar a mi padre en este momento? —preguntó Max, sonriendo amablemente.

El sirviente, inclinándose ligeramente, respondió. — Su Majestad se encuentra en su oficina, Alteza.

Agradeciendo, Max se encaminó hacia la oficina real, con Torger a su lado. La puerta estaba entreabierta, revelando la figura seria del rey, el rey Christian, que estaba sumido en una conversación con el conde Daniel Capell.

Mientras esperaba su turno para hablar con su padre, observó cómo la conversación entre el rey y el conde se intensificaba. Después de unos momentos de intercambio de palabras, Max notó que su padre y el conde estrechaban las manos, sellando aparentemente algún tipo de acuerdo.

El príncipe sin pode aguantar más su emoción se acercó a su padre con la intención de contarle acerca del capitán Havsgard.

— Papá, necesito. contarte algo, hoy fue un día increíble en la isla, y...

El rey Christian levantó una mano en señal de detención. — Max, en este momento estamos ocupados. El conde Daniel y yo estamos discutiendo asuntos que requieren nuestra atención. ¿Podemos hablar mañana durante el desayuno?

Max, sorprendido y algo desconcertado, asintió. — Sí, por supuesto, papá. Mañana en el desayuno.

El rey Christian asintió con agradecimiento. — Gracias, leoncito. Por ahora, por favor, déjanos concluir esta conversación.

AMORE IN MAREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora