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Después de que Daniel abandonara el lugar, dejando a Max y a Checo a solas, un incómodo silencio se apoderó del ambiente. Checo decidió abordar el tema directamente.

— Parece que tienes mucho que contarme sobre tu compromiso, ¿verdad, Max? —

Max, con la mirada baja y una mezcla de tristeza y arrepentimiento en su voz, habló.

— Checo, lo siento mucho. No quería que esto pasara así. Fue todo muy repentino, y no sabía cómo manejarlo. — Levantando la mirada, encontró consuelo en los ojos comprensivos de Sergio. — Mi padre y el conde Daniel han llegado a un acuerdo. Se espera que me case con él por el bien de Marisoria, para asegurar la estabilidad del reino. No es mi elección, pero... —

Checo, notando la angustia en los ojos de Max, puso una mano reconfortante en su mejilla.

— Pero es lo que se espera de ti como príncipe heredero, ¿verdad? — Completó la oración por él.

Max asintió con pesar. — Quiero que sepas que esto no es lo que yo quiero. No quiero casarme con Daniel, y menos de la manera en que se presentó. —

Checo asintió con comprensión, acercándose más al príncipe.

— Comprendo. Asuntos de realeza, supongo. —

— Sí, exactamente. Es una obligación que debo cumplir por el bien de mi pueblo. Daniel está dispuesto a unir fuerzas con Marisoria, y mi padre cree que esta unión es vital para la estabilidad del reino. —

Sergio, con una sonrisa suave, acarició suavemente la mejilla de Max.

— Entiendo, Maxie. ¿Quieres... hablar sobre lo que sucedió antes? Sé que compartimos un momento... especial en la isla. — Dijo suave, quedando maravillado por la tonalidad de los ojos del príncipe.

Max asintió, con una sonrisa nerviosa y un ligero sonrojo subiendo por sus mejillas.

— Sí, quería hablarte de eso. — Sonrió, admirando las pecas que adornaban el rostro del capitán. — El día en la isla fue increíble, y no quiero que pienses que eso fue solo una distracción. Me importas, Checo.

Checo le dedicó una mirada amistosa y cariñosa.

— Mi príncipe, lo entiendo. La vida real es complicada, y no espero que dejes todo por mí. Pero quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, ya sea como amigo... o de otra manera. — Terminó con una sonrisa coqueta, causando una risa en Max.

— Cállate — Dijo dándole un pequeño golpecito en el hombro mientras se sonrojaba aún más.


Después de su conversación, una atmósfera especial flotaba entre ellos, como si estuvieran en una burbuja donde solo existían ellos dos. Sus sonrisas eran cariñosas y sus miradas reflejaban la hermosa conexión que compartían.

Sin embargo, el encanto se finalizó cuando el rey, buscando a su hijo con una sonrisa afectuosa, se acercó. Max, al ver a su padre, también sonrió y se acercó.

— ¡Padre! — exclamó Max, recibiendo la mirada cariñosa del rey.

El capitán, al notar la presencia del rey, sonrió, aunque con una expresión más cautelosa.

— Padre, permíteme presentarte al capitán Sergio Havsgard, un buen amigo que conocí en la Isla de las Flores. Sergio, él es mi padre, el rey Christian. —

El rey Christian extendió la mano en un gesto amistoso hacia Sergio. — Es un placer conocerte, capitán Havsgard. ¿Cómo conociste a mi hijo? —

Checo, manteniendo la compostura y devolviendo el saludo, respondió con cortesía. — Fue un encuentro casual en la isla. Su alteza y yo compartimos un agradable día allí.

AMORE IN MAREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora