.⋆。˚。⋆. VIII .⋆。˚。⋆.

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El aroma de las velas perfumadas flotaba en el aire, creando un ambiente íntimo y acogedor en el interior del faro. Max y Checo disfrutaban de una cena preparada por Fernando, compartiendo risas.

Después de terminar la última porción de postre, el capitán se levantó de su asiento y se acercó lentamente al príncipe. La luz tenue de las velas iluminaba su rostro, revelando la suavidad de sus rasgos y la intensidad de su mirada.

Checo sirvió un poco de vino en las copas. Levantó su copa y miró a Max con una sonrisa cálida.

— Por nosotros, Maxie. Por esta noche especial y por todas las aventuras que nos esperan juntos —dijo el pirata, su voz ligeramente más suave que de costumbre.

Max sonrió y chocó su copa con la de Checo. — Por nosotros —respondió, sintiendo un cosquilleo en el estómago ante la mirada intensa del capitán.

Sergio dejó las copas en la mesa y se acercó a Max, tomando suavemente su cintura con una mano. Sus ojos buscando los de Max con determinación.

— Maxie, hay algo que necesito decirte —dijo Checo— Desde el momento en que te conocí, algo cambió en mí. No puedo evitar sentir una conexión especial contigo y...

— ¡Hola, chicos! ¡¿Cómo están?! —Carlos, se acercó a la mesa y llenó las copas con entusiasmo. — ¡Más vino para los enamorados!

Max soltó una risita nerviosa ante la interrupción, mientras que Checo mostraba una leve mueca de molestia.

—Espero no estar interrumpiendo nada importante.

—No, para nada, Carlos. Solo estábamos... conversando. —dijo suavemente Max, tomando la mano de checo.

Después de que Carlos se retiró, Checo retomó su confesión, mirando a Max con una mirada que reflejaba la sinceridad de sus palabras.

— Maxie, como estaba diciendo antes de esa oportuna interrupción... desde que te conocí, mi vida ha cambiado de una manera que nunca imaginé. Y, ya sabes, cuando ves a esa persona especial, el mundo parece un poco más brillante.

El corazón de Max latía con fuerza— Checo... —murmuró Max, con los ojos brillando con emoción. — Dioses, no sé qué decir...

Checo sonrió con ternura, y se acercó un poco más, acariciando suavemente la mejilla del príncipe con el dorso de su mano.

— Sergio, yo...

— Shh, Maxie. No necesitas decir nada más. Solo quiero mostrarte cuánto significas para mí.

Con esa promesa, El capitán cerró la distancia entre ellos, sellando sus palabras con un tierno beso que transmitía todo el cariño que sentía por Max.



Al otro lado del mar, en Marisoria, Charles se despidió del rey preparándose para partir hacia el puerto y unirse a la búsqueda del querido príncipe Max.

— Tío, me temo que debo irme —dijo Charles, suavemente.

El rey Christian asintió con tristeza, mientras era sostenido por Toto. — Entiendo, Charlie. Te deseo lo mejor en tu búsqueda. Que los dioses te guíen y te protejan.

— Gracias, tío. Haré todo lo que esté a mi alcance para encontrar a Max y traerlo de vuelta a salvo a nuestro lado.

El conde Daniel intervino con frialdad. — Espero que tengas éxito, Lord Charles. Marisoria necesita a su... amado príncipe de vuelta. —

El comentario no pasó desapercibido por Torger y Charles, quienes compartieron una mirada llena de desaprobación, no era un secreto que la presencia del conde no era de su agrado.

AMORE IN MAREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora