.⋆。˚。⋆. IX .⋆。˚。⋆.

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Con el pasar de los días, el amor entre Max y Checo crecía más y más. Casi una semana después de aquella cena especial, encontraban momentos preciosos para hablar y compartir cada vez que el capitán tenía un instante libre. A menudo, Max terminaba quedándose a dormir en la cama de Checo, disfrutando de la cercanía y la comodidad, como en ese momento.

Max se recostó en la cama junto a Checo, sintiendo el calor de su cuerpo desnudo cerca del suyo. La luz suave de la lámpara de la cabina iluminaba la habitación, creando un ambiente acogedor y tranquilo.

— Checo... extraño mucho a mi padre —dijo Max suavemente, rompiendo el silencio.

— Oh, cariño, estoy seguro que también te extraña —Checo rodeó suavemente la cintura de Max con un brazo.

— Después de que mamá falleció, él y yo nos volvimos más cercanos. Pasábamos mucho tiempo juntos, hablando de todo tipo de cosas. Pero ahora... me preocupa lo que piense de mí después de tomar la decisión de dejar Marisoria. —

— Es difícil sentir que decepcionaste a alguien que amas tanto. Pero recuerda, Max, que tu felicidad es importante. Tu padre, al final del día, solo quiere lo mejor para ti.

— Solo espero que pueda entender que no me siento listo para gobernar Marisoria todavía.

Checo le dio un beso suave en la frente. —Estoy seguro de que lo hará. Y mientras tanto, aquí estoy yo, para apoyarte en cada paso del camino.

Max sonrió, sintiéndose agradecido por tener a Checo a su lado. Unos segundos después, los labios de Max se encontraron con los de Checo en un beso suave y lleno de ternura.

Lentamente, Checo recostó a Max con delicadeza sobre la cama, colocándose encima de él con ternura pero con un deseo palpable. Los besos se hicieron más profundos y apasionados, sus manos exploraban con ansias cada centímetro de la piel del otro. Checo acariciaba suavemente el rostro de Max con una mano mientras la otra se deslizaba con cuidado por su costado, provocando escalofríos en su piel.

El pirata se colocó entre las piernas de Max, y a pesar que estaba tan inmerso en los besos y caricias que se proporcionaban mutuamente, logro sentir como el príncipe se tensó ante su movimiento.

— Maxie, cariño, ¿eres virgen? —preguntó suavemente, buscando la mirada de Max.

El más joven asintió tímidamente.— Sí, lo soy —respondió en voz baja

Checo se detuvo al escuchar las palabras de Max, y se apartó ligeramente, mirandolo a los ojos con cuidado.

— Cariño... si no estás listo, no hay ninguna prisa. Nuestra relación es más que eso, y no quiero que te sientas presionado de ninguna manera —dijo Sergio con suavidad, acariciando la mejilla del contrario con ternura.

— Lo siento, no quería arruinar el momento.

El pirata se recostó a un lado de Max en la cama, envolviéndolo con un brazo protector.

— No tienes que disculparte, Maxie. Estoy aquí contigo, y siempre estaré aquí cuando estés listo para dar ese paso —

— Gracias Checo, ¿crees que podemos ir a dormir?

— Claro. Por ahora, solo descansemos y disfrutemos de estar juntos —dijo, dándole un beso suave en la frente.

Max se acurrucó más cerca de Checo, sintiéndose seguro y amado. Juntos, se sumergieron en un sueño profundo en el que nada ni nadie podía molestarlos.


El sol se asomaba tímidamente por el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y rosados mientras la brisa marina mecía suavemente el barco. Fernando, con una sonrisa radiante, se dirigió hacia la cubierta donde sabía que encontraría a su amado Lance. Después de una larga noche navegando, gracias a su puesto de segundo al mando, sabía que su novio necesitaría un buen desayuno y mucho amor.

AMORE IN MAREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora