Quédate conmigo

6. Sospechas confirmadas

Se despertó  al cabo de una hora. No quería volverse. Se acordaba de que su hermano estaba acostado a su lado.

Se movió para levantarse, y sintió que su hermano se acercaba más a su espalda. Notaba como apoyaba su cabeza contra su espalda, como le ponía una mano en el hombro. Cerró los ojos y sonrió por la sensación de esa mano en su hombro, hasta que escuchó lo que su hermano susurraba en sueños con ronca voz.

—Andreas...

Se levantó todo lo rápido que pudo sin despertarle. Se le quedó mirando desde arriba, como se movía en busca suya mientras una sonrisa aparecía en sus labios.

Seguro que lo había dicho por la fiebre. Tenía que ser eso.

Le puso una mano en la frente y notó con gran dolor en su corazón que estaba fría, que ya no tenía fiebre.

Se alejó todo lo que pudo de él y entró en el baño cerrando la puerta, echando el cerrojo por si intenta ir en su búsqueda. Se miró en el espejo, viendo como las lágrimas caían por sus mejillas. Se las limpió con furia y tras desnudarse se metió corriendo en la ducha. Quería borrar todo el rastro de su hermano que pudiera haber en su cuerpo.

Cuando terminó de lavarse salió solo con una toalla. Bill seguía durmiendo profundamente. Se había dado la vuelta de nuevo y le daba la espalda. Aprovechó para vestirse sin que le viera aprovechando que estaba dormido.

Se acercó a la cama y le arropó mejor con las sábanas. Luego salió de su habitación para ir a la de su hermano. Quería hacerle la cama, cambiarle las sabanas para que se fuera de su habitación lo antes posible.

Por el camino se encontró con Gustav.

—Iba a ver que tal estabais—dijo Gustav sonriéndole.

—Mejor, gracias. Bill se ha quedado dormido en mi cama, así que le voy a hacer la suya con sábanas limpias—explicó Tom sin aliento.

— ¿Te ayudo?—se ofreció Gustav al momento.

—No, gracias. Ya ha ayudado mucho—murmuró Tom.

Gustav se encogió de hombros y volvió a su habitación.

Tom entró en la de su hermano y cerró la puerta apoyándose en ella. Había estado a punto de desmoronarse delante de Gustav cuando le preguntó que qué tal estaba, había estado a punto de decirle que le acababan de romper el corazón en mil pedazos, sólo porque ha oído a su hermano decir en sueños otro nombre que no era el suyo.

Entonces una idea iluminó su torturada mente. A lo mejor lo había dicho porque el día anterior le había estado cuidando. 

Eso era.

"Está confuso aún por la fiebre"—se consoló a sí mismo.

Ya un poco más animado empezó a quitar la colcha de la cama de su hermano que ya estaba medio caída. Cuando la levantó del suelo descubrió la otra libreta debajo de ella. Seguro que con las vueltas que daba su hermano en la cama se le ha caído y no se había enterado.

La cogió y se quedó mirando su letra tan pequeña y redonda. Siempre le había gustado su forma de escribir.

Entonces se dejó caer en la cama de golpe. Estaba fijándose solo en su letra, pero al mirar con más atención las palabras escritas había notado una punzada muy dolorosa en su corazón que le había hecho sentarse de golpe para no caer al suelo.