9. Te necesito a mi lado

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Llegó al apartamento y subió directamente a la habitación de su hermano. Allí seguían en el suelo las sábanas sucias que quitó de su cama, con la señal de su dolor. Vio que estaban colocadas de otra manera. Sabía que era porque su hermano las había visto, y entonces comprendió que él ya lo sabía todo.

También vio sobre la mesilla la libreta en la que su amigo y él se confesaban su amor mutuo. La cogió y la volvió a meter en el cajón, a salvo de más ojos indiscretos.

Fue al armario de su hermano y cogiendo su bolsa de viaje empezó a meterle algo de ropa. También  mete la medicación que estaba tomando. Cuando terminó llamó a la habitación de Gustav, pero no estaba en ella, no le quedaba más remedio que volver a casa de su madre y llevar él mismo la bolsa.

Salió de nuevo a la calle y cuando estaba llegando se encontró de frente con Andreas. Tenía mala cara, y un gran arañazo en ella. La marca del sufrimiento de su hermano.

Eso le puso muy furioso y soltando la bolsa fue a por él y le soltó un fuerte puñetazo en la nariz antas de que pudiera reaccionar. Cuando estaba en el suelo le cogió por la camiseta y le levantó un poco.

—Si vuelves a acercarte a mi hermano o le vuelves a tocar te mato—le escupió en la cara.

Pero eso no asustó a Andreas, que rompió a reír en su cara.

—Pero que bonito es el amor entre los hermanos—dijo Andreas suspirando— No sé como no me di cuenta antes. Estáis enfermo los dos.

Tom le empujó con fuerza contra el suelo. Seguía sujetándole por la camiseta y se acercó lo más que pudo a su cara.

—Tú si que estás enfermo—le escupió él esa vez—Más vale que no abras la boca si sabes lo que te conviene. No hace falta que te diga que nuestra amistad se ha terminado para siempre. Lo que no entiendo es cómo pudo comenzar. No sé como pudiste empezar algo con Bill, darle todo tu amor para luego hacerle daño de esa manera. No te lo mereces. Se merece a alguien mejor que tú, a alguien que le sepa consolar de verdad cuando está sufriendo, que le tenga entre sus brazos y le bese con todo su amor, con miedo de que acabe el beso porque sabe que al día siguiente no lo podrá volver a repetir...

¿A alguien que tenga dudas, que tenga miedo de amarle con todo su corazón por lo que la gente pueda pensar?

No podía seguir hablando, las lágrimas se lo impedían. Soltó con rabia a Andreas y cogiendo la bolsa que tiró al suelo echó a correr a casa de su madre, a su lado. Por el camino pensaba en la frase final que no le quiso decir a Andreas.

"Bill necesita alguien como yo. Me necesita a su lado. Y yo lo necesito al mío..."





Llegó a la casa y abrió la puerta. Cuando tenía el pie en el primer escalón ve que su madre bajaba por las escaleras. En su cara solo había dolor, mucho dolor.

— ¡Mamá!—gritó la verla en su estado— ¿Qué ha pasado?

— ¿Me preguntas que ha pasado?—repitió Simone enfadada— ¿Es que no lo sabes?

— ¿Te refieres a lo de Bill? ¿Te lo ha contado?—preguntó Tom con miedo.

—No hacía falta que me contara nada, se ve enseguida que está muy enfermo—contestó Simone mirando con firmeza a su hijo mayor.

—Mamá, eso no es ninguna enfermedad—replicó Tom enojado. 

"Es solo amor"—pensó con dolor.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora