Capítulo 10 "Buena y mala suerte"

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Narra Irving:

Dormía tan tranquilo y plácido, un sueño verdaderamente reparador y reconfortante, estás noches de sueño son las que realmente necesito, ya que últimamente he sufrido de dolores de cabeza, agotamiento, insomnio y muchas cosas más, consecuencias del gran estrés del que estoy pasando, causado, creo yo, por el ya conocido “mal de amores”, un veneno que corre por mis venas y hace que caiga enfermo y vaya muriendo poco a poco, sin poder encontrar una cura.

Suena el despertador, bajé a desayunar después de haberme puesto el uniforme. Mi madre, que ya se encontraba desayunando, al ver mi actitud cabizbaja dijo lo siguiente:

Arriba ese ánimo hijo, ¿sabes lo que es hoy? Dijo con voz alegre y motivadora.

Sí, mi cumpleaños. ¿Qué tiene de especial? Dije con voz cortante.

Pues eso mismo, cumples diecisiete años, ya eres todo un jovencito.

Mamá, sabes que los cumpleaños, navidades y años nuevos han perdido totalmente el interés en mi vida desde que murió papá. Dije tartamudeando y con algunas lágrimas rodando por mis mejillas.

Ay hijo, lo sé pero, no tienes que dejarte vencer por ese triste y lamentable suceso, tienes que ser fuerte. Pero bueno, mejor seca esas lágrimas y desayuna para que ya te vayas a la escuela.

No quiero desayunar.

No puedes irte con el estómago vacío, al menos come alguna fruta.

Está bien.

Tomé la fruta, y salí corriendo, no quería seguir estando ahí, ese lugar me trae recuerdos malos que hacen que vuelva a caer.

Empecé a caminar por esas hermosas calles de mi ciudad, calles con árboles verdes y plantas con flores, en el horizonte ya viene saliendo el sol ofreciendo un amanecer de tonos dorados y nubes rosadas. Admirar estos paisajes son los que me ayudan a olvidarme aunque sea por un pequeño momento mis preocupaciones. Parecía ser un día perfecto, el cielo despejado de nubes de tormenta, los pájaros cantaban y una corriente de viento helado que enrojeció mis mejillas.

Narra Emilio:

No, no, no. ¿Por qué la vida es así? Cuando más feliz me siento todo es un sueño, pero en fin, ya estaba al trabajo, arrastraba los pies, tal vez por la profunda tristeza de la que estaba preso.

A unos cuantos metros de la entrada me encontraba, ví que venía llegando él pero en sentido contrario, frente a mí, al verlo sentí una vergüenza enorme, la imagen del sueño se proyectó en mi mente, solo sacudí un poco mi cabeza tratando de olvidar ese escena y después penetré en la preparatoria rápidamente.

Narra Irving:

Álex llega, me abraza por la espalda y cubriendo mis ojos con sus manos frías. Entre risas se pone frente a mí, su extendida sonrisa bajo sus abultadas mejillas y unos rizos color de noche que caían suavemente sobre su frente.
Me ofrece un cálido abrazo, lo cual yo so incapaz de resistirme, el contacto físico me fascina, pienso que es la mejor forma de demostrar afecto, y además, éste tipo de abrazos sinceros son los que necesito últimamente, ya que estoy sumido en una amarga depresivo que ni los sabios consejos de mis terapeutas han podido remediar.
Me felicita por mi cumpleaños, se separa de mí entregandome una pequeña bolsa de regalo, yo le agradecí regresando a sus brazos nuevamente.

El día transcurría lentamente debido al ambiente de tristeza que causa éste día. Desde que falleció mi padre los días son así, lentos, tristes y desesperantes.
Él era la persona con la que pasaba más tiempo, me llevaba a la escuela, iba por mí a recogerne, desayunabamo, comíamos y cenabamos juntos y todos los fines de semana salíamos a pasear al parque mientras degustabamos un helado, para después, de un día para otro, ya no volverlo a ver. Sin duda fue un golpe de la vida muy fuerte, me hizo entrar en una profunda depresión, no quería hacer nada, no quería ir a ningún lugar y me la pasaba llorando todo el tiempo. Y en eso, cuando pensaba que ya nunca iba a poder sonreír, llegó a mi vida Álex, una persona que me hace sentir bien y me acepta como soy y que ahora me ayuda un poco a cómo manejar ésta situación de mi enamoramiento con el profesor, que últimamente he estado mucho más desanimado y triste de lo normal, pues cuando llego al salón de clases, lo veo, desata en mí sentimientos de querer decirle todo lo que él significa para mí, pero me freno por el miedo, miedo a ser rechazado, a ser la burla de la escuela.

Enséñame a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora