"Cita inesperada" Segunda parte.

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Narra Irving:

Nos encontrábamos sentados en el verde y fresco césped del parque, platicabamos y reíamos, después de un mal rato al fin volvíamos a estar unidos, hasta que él dijo:

Oye, te quería decir algo.

Sí, dime mejor amigo. Dije con una gran sonrisa.
Él solo río un poco y dijo:

Ayer, cuando te fuiste llorando, te fuí a buscar y te ví muy abrazado con el maestro de matemáticas.

Al escuchar eso la sonrisa se borró de mi rostro y me entró una pena tremenda, no sabía qué hacer o cómo reaccionar.
Simplemente agaché la mirada, totalmente avergonzado.

Él dice:

Ya entiende que el maestro también está enamorado de ti, no hagas sufrir más a tu pobre corazón con pensamientos negativos.

No, eso no es verdad. Dije moviendo la cabeza de lado a lado.

Entonces cómo justificas su amabilidad, sus cariños, sus sonrisas, su forma tan especial de tratarte, diferente a la de los demás.

Pues... No sabía cómo responder al interrogatorio de Álex, la verdad la situación está para pensarlo pues todo lo que dice Álex es verdad.

Él solo es amable y ya, me vió llorando y me abrazó, eso es lo que haría cualquier persona para calmar a otra. Dije suavemente, aterrorizado por su cuestionamiento.

Y también lo haría una persona que está enamorada de otra y quiere que lo sepa pero no sabe cómo.

¿Tú crees eso? Dije en voz baja.

Claro, se le nota demasiado.

Yo solo mantenía mi mirada abajo, triste, no podía ni mirarlo a los ojos.
Sentí mi corazón latir tan fuerte que creo que hasta Álex podía escucharlo.

Narra Emilio:

Me encontraba desayunando, algo enfadado, la verdad es que no me gusta salir, soy una persona un poco solitaria, o mejor dicho soy muy solitario, además estoy bastante cansado física como mentalmente por mi primera semana de trabajo.
Cansado físicamente por el cambio repentino de no estar trabajando a tener un trabajo que exige mucho esfuerzo.
Y cansado mentalmente por estar pensando tanto en, cosas.

Pero en fin, decidí dormir un poco más, pero para cuando desperté faltaba media hora para que dieran las cinco de la tarde, salí de la cama de un salto y entré al sanitario, me dí una ducha y rápido me vestí.

Pasaron unos cuantos minutos y llegaron por mí mis tres amigos.
Llegamos a un bar que también es un restaurante, ellos pidieron cerveza y yo pedí un refresco.
Ellos al principio se burlaron de mí por no tomar alcohol pero al final me ignoraron, platicaban sobre diferentes cosas y yo soñaba despierto, un maravilloso sueño con Irving.

Notaron que sonreía y miraba hacia la nada, ahí fue cuando Álvaro, otro de mis amigos dijo:

Emilio, Emilio. Dijo fuerte, agarrándome del hombro y moviéndome.

Debido al movimiento que me hacía Álvaro me sacó de mis pensamientos. Lo voltee a ver y le dije:

¿Qué pasa?

¿Qué te pasa a ti? Desde que llegamos andas medio distraído
¿Pues qué te pasa?

No nada.

Enséñame a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora