Por siempre y jamás | Drarry

trece

Ganar, ¿es la única manera de ganar?

Cuando perdemos la inocencia, ¿no ganamos en sabiduría, en autodeterminación? 

¿no ganamos cuando perdemos el miedo? 

Cuando digo perdemos el miedo, no digo tener una confianza ciega en que vamos a ganar siempre, sino perder el miedo a perder. 

A veces hace falta un poco de locura para ganar algo, a veces perder el control es la única manera de ganar libertad.

¿Ganamos algo perdiendo la ilusión? A veces hay que perder la esperanza, la ilusión, para que nazcan cosas nuevas. Y parece ser el fin de todo, pero en realidad, puede ser el comienzo de algo mejor.  

De lo que se trata es de perder el miedo a perder, porque a veces perder es la única manera de ganar.

En la vida real hay que perder la ilusión para poder ver la realidad. La ilusión es una burbuja y hay que romperla.

La realidad es muy distinta, pierdan la ilusión y van a entender que están luchando por todos, por salvar a todos, no solamente a algunos. 

Casi ángeles T4 C34. Cuando perder es ganar.

capítulo trece

—¡Harry Potter ha muerto! —anunció Lord Voldemort, victorioso. El cadáver del joven lo venía cargando Hagrid. A su alrededor, eran gritos de alegría y gritos de dolor. 

Unos habían perdido un amigo, un héroe. 

Otros habían ganado la esperanza de su amo. 

Draco ya había perdido la oportunidad de colorear su mundo. 

—De ahora en adelante, ¡todos me obedecerán sólo a mí! ¡HARRY POTTER ESTÁ MUERTO! 

Los mortífagos gritaron de felicidad. 

—Ahora únanse a nosotros... o mueran. ¡Vengan a nosotros! Serán perdonados. 

—¡Nunca estaremos de su lado! —proclamó alguna valiente voz. 

—¡Draco! —llamó el Señor Malfoy, con voz ronca y desgastada. 

Todas las miradas dejaron al descubierto la figura de Draco Malfoy. Lord Voldemort lo miraba con curiosidad. 

—Ven, hijo —agregó su madre. 

Draco estaba inmovilizado en su sitio, rodeado del bando de Harry Potter. Aún en su cabeza se escuchaba la voz de Snape, y él quería cumplir su promesa. Pero era tan difícil, había estado acostumbrado a que decidan por él. 

—¡Draco! —volvió a llamar su padre, desesperado. 

—Oh, ¿está indeciso el pequeño Malfoy? —preguntó Voldemort, comenzando a enfurecerse —¡Harry Potter está muerto! La única opción soy yo. ¿No lo entienden? 

Harry Potter estaba muerto.

Aquel niño que le había mostrado lo lindo que era compartir, lo lindo que era una amistad. 

Aquel niño que le había dado su primer inocente beso. 

Aquel niño que había deseado continuar a su lado. 

"-Ya le borre los recuerdos de ti a Harry.

Draco asiente, muy triste pero resignado.

"-A mí, no, por favor, no quiero olvidarlo"

"-¿Puedo confiar en ti, Draco?"

"-Nunca te fallaría"

Draco caminó hasta Voldemort, con determinación. Muchos de sus compañeros se desilusionaron, otros sabían que no tiene las agallas. El Señor Tenebroso también se acercó a él, con una sonrisa, dispuesto a abrazarlo, cuando Draco apuntándolo, gritó; 

—¡Expelliarmus!

Voldemort esquivó aquel hechizo, como si nada, sin embargo, se escucharon aplausos y gritos de sorpresa. El rostro de Voldemort se convirtió en la cosa más horrible que alguna vez había visto. 

—¡Draco! —Narcissa corrió hasta su hijo. 

Voldemort soltó una fuerte carcajada.

—¡Contémosle a todos tus compañeros lo enamorado que estabas de ese asqueroso Harry Potter! ¡De ese inútil! ¡De ese perdedor! ¡Contémosle como Draco Malfoy soñaba con su enemigo! 

Sólo se reían los mortífagos. 

—¡Sí! ¡Amo a Harry! ¡Desde que tengo seis años! ¡Mátame, Voldemort! No quiero vivir en tu asqueroso mundo, sirviéndote a ti. ¡Preferiría morir! 

—¡No sabe lo que dice! —interrumpió Narcissa, asustada, desesperada por la vida de su único hijo. La voz de la mujer fue tapada por la de Hagrid;

—¡¡Harry!! ¡¡Harry!! ¡¡¿Dónde está Harry?!!

Lord Voldemort comenzó a girar su cabeza, desestabilizado. ¿Qué estaba sucediendo?

—¡Bellatrix! ¡Mi preferida! ¡Mata a Draco! Tengo que hacerme cargo de una pequeña molestia. 

En cuestión de segundos, volvió a reinar el caos. 

—¿Está vivo? —murmuró Draco. 

—¡Bellatix! ¡Eres mi hermana! ¡Por favor no lo hagas! —imploró Narcissa. 

—¡¡¿Qué has hecho, Draco?!! —gritó Lucius Malfoy, corriendo junto a él. Su rostro era un mar de lágrimas —¡No puedes arriesgarte así!

A diferencia de lo que Draco creía, muchos fueron a ayudarlo. Pero ahora no era sólo Bellatrix, eran varios mortífagos apuntando con el maleficio asesino a Draco. Bellatrix era capaz de dejar su vida por el Señor Tenebroso, y eso era lo que más le asustaba a Narcissa. Bellatrix no se daría por vencida ni en mil años. 

—¡Harry! —gritó Draco, al ver su silueta corriendo a pura velocidad y lanzando hechizos contra Voldemort —¡Toma mi varita! 

Algo que Snape le había enseñado, era que no debía, nunca, darle la espalda a sus enemigos. Pero en ese momento, él ya sabía que su vida había terminado. Esa vez, no era un sentimiento, era la verdad golpeando en sus entrañas. Acabarían con él, a pesar de que cuatro alumnos de Hogwarts y sus padres, lo estaban protegiendo. 

—¡Neville! —llamó Draco, al ver que Harry no lo escuchaba. Neville se acercó corriendo, Draco le tiró su varita —¡Le pertenece! ¡Dásela!

—¡Avada Kedrava! —oyó, por décima vez, el grito de su tía. El rayo de luz verde llegó a alcanzar a su sobrino, justo en el medio de la espalda.

La muerte no fue instantanea. Draco sintió como su cuerpo se elevaba, se sacudía. Hasta que lo último que escuchó fueron los gritos, desgarradoramente inentendibles, de su madre. Y todo se volvió oscuro como la noche.