Después (Nunca Una Alegría)

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Cuando Liam decidió que no iba a pensar en ello, lo que tenía en mente era básicamente volver a casa, esconderse bajo las mantas y apagar el cerebro. Pero una emboscada de los cazadores también funciona bien, supone.

-Ni siquiera una bicicleta puedes conducir, ¿cómo has sobrevivido tanto tiempo?-

-Puedo conducir perfectamente, gracias, me distrajiste-.

-¿Yo? ¿O tal vez fue el árbol de seis metros contra el que chocaste?-

-Oh lo siento, debo haberme perdido la parte en la que lo viste y me advertiste. Oh espera, ¿quizás es porque no pasó?-

-No sabía que tenía que advertirte de que no te lanzaras a toda velocidad contra un arbol, Theo, pero ahora que lo sé tomaré nota para el futuro-.

Bromear con Theo es una manera como otras de no pensar en ello, así como la única forma que Liam conoce de interactuar con él, y no tiene prisa por parar, está perfectamente de acuerdo con la idea de seguir adelante en realidad, es sólo que quiere hacerlo sobre la moto, apretado de nuevo contra su espalda desnuda. Por eso se apoya rápidamente en la moto para ver los daños y, aparte de que el manillar está un poco torcido, ni siquiera es tan grave, al menos hasta que Theo no le empuja sobre él, con dureza y brusquedad.

Liam cae al suelo, se arrodilla dolorosamente apretado contra la bicicleta que tiene debajo y con las palmas de las manos contra el duro asfalto. Theo, el maldito sociópata, lo ha empujado al suelo sin motivo alguno justo cuando Liam se moría silenciosamente de la necesidad de volver a subir a la bicicleta y abrazarlo de nuevo y esto le molesta tanto. Se lo diría, excepto la parte en la que quería abrazarlo, por supuesto, pero Theo no le oiría por encima del sonido de los disparos y de su propio rugido. ¿Dónde está Theo? Con todo ese humo oscuro, Liam ni siquiera puede verlo.

-¡Beta de McCall, toma al beta, rápido!- 

-¡Cuidado!- 

-Wolfsbane, ¡ahora!-

Liam no puede entender cuántas voces hay, parecen venir de todas direcciones y los ruidos y olores más dispares se suceden sin que pueda descifrarlos: está el fuerte olor a sangre y otro, acre y acre, que parece debilitarle cada vez más a medida que entra en sus fosas nasales, ruido de disparos y lucha. La forma de un cuerpo que vuela a su lado aparece de repente sobre la espesa niebla grisácea y Liam consigue por fin apartar la bicicleta de una patada y posar sus pies descalzos sobre el asfalto. No hay nada más en lo que tropezar, pero sus piernas siguen temblando y Liam se encuentra golpeándose de nuevo las rodillas, mientras el suelo se acerca cada vez más a su cara.

-¡El otro, el otro!- 

-¡Tomalo!-

Liam intenta recobrar fuerzas y moverse, pero todo lo que puede hacer es toser, arrodillado en el suelo, hasta que Theo gruñe. Liam no sabe exactamente cuándo, durante qué batalla se encontraron luchando codo con codo, aprendió a leer tan bien sus gruñidos, pero lo que rasga la noche es un gruñido de dolor y Liam se levanta y, con más acónito que oxígeno en los pulmones, gruñe también. Y el suyo, bueno, es un gruñido de ira.

Theo está en algún lugar en medio de la niebla, los gritos y los disparos, y está herido.

Theo está herido.

Liam gruñe de nuevo, con los colmillos y los ojos dorados asomando por su capa roja, mientras avanza hacia donde oyó a Theo antes y la confusión a su alrededor se vuelve inmediatamente más fuerte: alguien grita algo y justo después el aire que rodea su cabeza es una niebla oscura y Liam se encuentra inhalando un polvo negro que debería doler, Liam lo sabe, pero la verdad es que está demasiado enfadado para sentir siquiera dolor. Está corriendo en medio de la niebla, completamente expuesto y con la vista entorpecida, en lugar de buscar reparación, y esto es exactamente lo contrario de lo que le enseñó Scott, pero Theo está allí en alguna parte y Liam no puede encontrarlo.

Sus oídos registran el disparo sólo cuando sus ojos ya han divisado la sangre que gotea de su propio pecho, donde la bala se abrió paso dentro de su carne. El dolor llega sólo cuando el rifle ya está en el suelo y las garras de Liam están mojadas con sangre todavía caliente. Su gruñido retumba en la noche y no es debido a su ira o a los cazadores, es una llamada y no importa si le dice a todo el mundo su posición, porque no puede encontrarlo. Una vez más lo único que puede respirar es el acónito y sus rodillas vuelven a encontrarse con el asfalto. El pecho le arde como si alguien le hubiera hecho un agujero incandescente y Theo sigue sin responderle.

-¡Vamos, vamos! Ya está, ¡vamos!-

Liam gruñe de nuevo e intenta ponerse en pie, mientras la niebla comienza a desvanecerse y las pisadas a su alrededor aceleran el paso. El sonido del auto que se marcha es lo último que oye antes de perder el conocimiento.

-¡Liam, Liam, ayuda!-

El auto y la voz asustada de Theo.

















La Caperucita Roja Y El Lobo Feroz - Thiam [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora