Cap. 10

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Barb.

Trato de aclarar mi cabeza mientras observó las puertas del elevador abrirse, me meto en el y los espejos me muestran como me veo.

Mi cabello parece un nido de pájaros, trato de arreglarlo, y acomodó mi ropa, cierro los ojos, cuando un mareó me agarra desprevenida y me agarro de las paredes del elevador.

Mis problemas con la comida cada vez son más graves, cada vez estoy más y más delgada, los mareos son más frecuentes y los desmayos cada vez más largos. La falta de energía me roba mucho.

El elevador frena y camino torpemente, la guardia aún rodea mi puerta, así que solo ruedo los ojos entrando al departamento con aura maldita, los veo a todos sentados en la sala de estar y me río.

—¿Quién falta? ¿Antoni? —hablo burlonamente.

Christopher me mira mal y la tensión le destila por los poros.

—Deja de decir sandeces —reclama.

—¿Te importo? —suelto la pregunta cuando lo tengo frente a mí, revisando mis golpes.

—Sabes que sí...

—¿Y porque mierda no te diste cuenta que me secuestraron? ¡Dime! ¿¡Porque yo no y con Raichil si? —las lágrimas cubren mis ojos, y mis labios tiemblan, a la vez que mí nariz arde.

—Son cosas diferentes... —trata de tomarme.

—No, no es diferente, nada de esta puta simulación es diferente, ¡Soy Emma pero en otra dimensión, y fea! pasará lo mismo, me sentiré mal por los rechazo y sere tratada como poca cosa, y luego todos me verán cuando esté en la cima, y no, no quiero eso.

Otro mareo me toma, pero esta vez es duradero, me tira al piso sin dejarme inmutar palabra.

Aprieto la bolsa que está en mi mano con comida, y me tomo la cabeza con la otra mano tratando de levantarme, lo hago pero es leonel quien me toma en brazos llevandome a mi alcoba.

Acomodó la comida en la cama y le agradezco dándole papitas.

—No quiero a gente en la casa, Leo —le digo dándole un mordisco a mí hamburguesa.

—Yo no voy a correr a Ilenko, disculpa, correlos tú —se niega.

—Llama a Ilenko, porfavor, y que venga con Emma —asiente y me roba otra papa.

—¡MUERTO DE HAMBRE! —grito y se ríe de mí.

Bebo Cocacola dandole otros dos mordiscos a mí comida. abren la puerta y clavó la mirada en el hombre de casi dos metros que se sienta en mi cama, y en la chica de uno secenta y tres que se sienta a mí lado.

—Perdon, Em —me limpio los labios—, por compararme contigo, cuando no debía hacerlo.

—No pasa nada, mi amor, ¿pero enserio te sientes tan mal?

—Mal es poco, y no es por Christopher ni por nadie, desde mucho antes ya yo estaba así, y te juro que no sé cómo afrontarlo, tengo anemia, y si sigo asi llegare a la leucemia, y tengo miedo —sollozo—, tengo miedo de irme y no poder cumplir mi mision aqui en la tierra.

—Siento que no eres la Bárbara que conocí en Alaska —habla Ilenko—, una vez te lo dije, Eres grande, eres magnífica y eres...

—Poderosa —completo.

—Exacto, por eso empacaras tus cosas y nos vamos ya mismo para la fortaleza Romanov en Sodom.

—¿Que...?

—Nos vamos, no dejaré que te pisoteen.

—Ilenko tiene razón —habla Emma—, debes ir con nosotros por un tiempo, vamos será divertido y así podrás ir conmigo a una competencia, y ayudarme con Amélie, y saldremos de compras.

—¿Amélie? —me brilla la mirada—, decidido iré.

Salto de la cama recogiendo mi maleta, saco la ropa de mi armario y mi mirada se queda en el vestido dorado, el cual tomó dejándolo sobre la cama.

—Es hermoso —se mueve Emma a mirarlo

—Nos vamos mañana, en mi avión, pueden quedarse aquí al lado, hay una habitación desocupada, quedense ahí, tengo una gala está noche —Emma asiente.

—Come —le ordenó a Ilenko pasándole mi hamburguesa que está a la mitad.

agarro la otra partiéndola a la mitad y se la ofrezco a Emma.

—¿Porque me diste la que mordiste y no la nueva? —se molesta Ilenko.

levantó la mirada, y pongo ojos de niña mimada.

—¿Te doy asco? —reclamo—, pensé que eras mi amigo.

me cruzo de brazos no sin antes echarme hacia adelante pegándole otro mordisco a su hamburguesa.

—¡Andreina! —exclama mi nombre con el acento ruso.

—Vale, vale, toma —le ofrezco la nueva y le quitó la que ya mordí, y le meto dos mordiscos más.

—Ustedes parecen dos hermanos inmaduros —bufa Emma divertida.

—¿Quieres que hablemos de inmaduras que toman leche todas las mañanas? —habla Ilenko, y me atragantó con la comida mientras Emma se pone como un tomate.

Bebo refresco pasando el tarugo, y terminamos de comer en silencio, devoro la hamburguesa, y me atiborro de papas pasándolo todo con refresco.

—Oigan, no soy virgen, pero no me gustaría escuchar esas cosas.

Se rien, y yo termino de comer, miro la hora en el reloj de pared, y me levantó de un salto.

—Necesito a los mejores estilistas en cinco horas —me desespero.

—¡PUEDO LLAMAR A DOMI! —exclama Emma.

—Si, hazlo, porfavor, me iré a bañar.

Emma agarra su celular y se lo lleva a la oreja, intercambia palabras y corta, volteando hacia mí.

—Estara aquí en una hora —avisa.

—Ok, es lo que me tardo bañándome.

me meto en el baño y me desnudo, suspirando antes de entrar a la ducha, abro la regadera y el agua tibia cae sobre mi cuerpo.

Suspiró, maquinando todo, tratando de saber cómo voy a hacer todo lo que tengo que hacer, y a sobrevivir a esta maldición a la que estoy condenada, me lavo el cabello, y mi mente trae los recuerdos con Antoni y con Christopher, dos maneras diferentes en las que amo, pero solo con una me quedaré.

Y si, es la decisión más difícil de mi vida y se que algún día tendré que tomarla.

Atrapada en un mundo alterno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora