Cap. 3

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Barbara Prado

Amanece y el sol de la mañana que entra por mi ventana me encuentra en la misma posición de anoche, la mano de Leonel reposa en mi cintura, la quito sentándome en la orilla de la cama, observó mis pies y mis uñas con pintura rosa pastel, y me río.

«Que infantil»

Siempre odie el rosa, porque siempre dije que era para niñas pequeñas e inmaduras, y heme aquí, con las uñas pintadas de rosa.

Niego quitándome la enorme sudadera, no me importa que leo despierte y me mire, hay la suficiente confianza como para hasta mostrarle mis tetas. Lo tiro en algún rincón de la habitación y me voy al baño, me miró en el espejo, y sonrió ante mi reflejo.

«Estoy más delgada»

Niego, llendome a la regadera posando mi cuerpo bajo esta, dejó que el agua caiga sobre mí cabeza empapándome el cuerpo.

Cierro los ojos con la sensación de agua tibia cayendo sobre mi cuerpo delgado, me sostengo de la pared cuando un mareo me ataca de repente y cierro los ojos con fuerza , me enjabonó el cuerpo rápido y me enjuago saliendo del baño.

Leo ya despertó porque no está en la cama, me voy al armario, saco un short de mezclilla, y un suéter gigante para más comodidad, me coloco me ropa interior y me visto rápido, por último me cepillo el cabello y salgo de mi habitación en dirección a la cocina.

—¡Buenos días estrellita! —Saluda Vale, le doy una sonrisa y me acerco y le plantó un beso en la mejilla.

—Gus mornis —digo con mal inglés divertida.

—Asi no se dice —reprocha.

—Lo sé —me sirvo una taza de café y me siento en en uno de los bancos del planchón de la cocina.

Doy un sorbo al café y inmediatamente lo escupo en la taza, «Tiene azucar» me devuelvo a la cocina y boto el café por el lavavajillas.

—¿Porque le echas azúcar al café, deosmine? —exclamo con sarcasmo, y me voy a la sala tirándome al sofá.

—Eres bien pinche rara, ¿Porque de repente dejas de comer aquí en casa? —curiosea.

—¿Que no es obvio, Valeska? —aparece Leonel recién bañado, con vaqueros y camisa de vestir blanca.

Le doy una mirada extrañada, su mirada se fija en mi reprochándome algo, y no se que es.

—¿El que? —decimos Vale y yo al unísono.

Rueda los ojos y se viene en línea recta hacia mí, me toma del brazo levantándome del sofá a la fuerza, veo sus intenciones pero cuando quiero actuar, levanta mi sudadera a la fuerza mostrando mi ábdomen.

Vale agranda los ojos y yo me quitó a Leo de encima y me cruzo de brazo, me vuelvo a tirar en el sofá y tomo un chicle que tenía en el bolsillo.

—¿Lo ves? —leo me quita el chicle de las manos—. Mascas chicle para evitar el hambre y engañar a tu cerebro.

Abro la boca para rechistar pero solo balbuceo algo y cierro la boca, respiró hondo y miro al gran ventanal frente a nosotros, vale por fin reacciona.

—¿Recaiste en los trastornos alimenticios? —niega—. Sabes que está mal, además tienes el cuerpo muy bonito para querer adelgazar aún más, mira lo delgada que estás, vas a llegar a los huesos.

—Ustedes no entienden... —trato de hablar pero el grito que truena me hace sobresaltar.

—¿QUE NO ENTIENDO? ¿COMO TE ESTAS MATANDO POCO A POCO? —grita Leonel, haciendo que me sobresalte.

Atrapada en un mundo alterno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora