17 Curación.

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Ryuko decidió dejar de lado sus sentimientos, si Itachi iba a jugar con ella como hace unas noches, pues no lo dejaría

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Ryuko decidió dejar de lado sus sentimientos, si Itachi iba a jugar con ella como hace unas noches, pues no lo dejaría. Así que había instruido a Yasu para que él se hiciera cargo del mayor, sólo mandaba comida y algunas cosas que el mayor podría necesitar, pero decidió no ir a verlo. Ahora estaba con los menores mientras tomaba el té en uno de los hermosos jardines que rodeaban el valle del fin.

Yasu estaba molesto, no entendía porque su hermosa dama mantenía con vida al Uchiha qué la lastimó, así que decidió preguntar por la noche. Observaba a Uchiha, nunca había preguntado por ella, vamos, incluso Lord Kazekage había preguntado por su hermosa dama la vez que fue enviado a la aldea de la arena y no la había visto.

Itachi por otro lado había dejado la silla de ruedas, Yasu no se quedaba todo el tiempo, desconocía las instrucciones que Ryuko le había dado a su mano derecha, pero no había visto a la menor. Se sentía molesto, ella no confío en sus palabras.

¿Dónde está Ryuko-chan? —Le pregunto a Yasu.-

Mi hermosa dama se encuentra en la aldea. —Respondió pero de forma general. No le diría que estaba preparando algunas medicinas para ayudar al Uchiha con su enfermedad.-

Itachi sonrió, Yasu no sabía que él ya caminaba, lento, pero lo hacía, sus heridas habían sanado casi por completo, la sangre qué le había dado Ryuko estaba preparada.

Antes qué alguno pudiera hablar, entró Ryuko acompañada por Ryuu, el perro lobo que le había dado el clan Inuzuka desde hace tiempo. Itachi lo recuerda.

Ve a descansar, estaré aquí un rato y quizá ya pueda ir a la mansión principal. —Ryuko ordenó con calma.-

Itachi observó como la menor acomodaba algunas cosas en su mochila, sonrió, recordaba los hermosos momentos que había vivido a lado de su amada, las risas despreocupadas, las misiones logradas con éxito y el amor. Esos días de paseos tranquilos.

—Se levantó y cuidando que sus pasos no fueran ruidosos, abrazó a la menor de espaldas, se aferraba al hermoso olor que tenía la menor.- Sé que te he lastimado, y me siento como la peor escoria. Quiero amarte, adorarte, cuidarte si un día te enfermas, criar a tu lado uno, dos o tres hijos. Quiero enseñarles a pelear, quiero ir a días de campo como cuando éramos niños. Hay tantas cosas que deseo hacer a tu lado.

—Ryuko sintió como su corazón se aceleraba, sentía su chakra correr suavemente dentro de ella. Nadie a excepción de Itachi había logrado menguar el dolor qué sentía cuando su chakra se descontrolaba, sólo Itachi había logrado ayudarla.- Quédate... Es la última vez que te lo pediré.

—Itachi vio los hermosos ojos de su amada, se sentía dichoso. La sujetó firme y le dio un beso en la frente.- Me quedaré contigo. Y no me volveré a ir.

No quiero sufrir. —Ryuko se dio la vuelta y se aferró a la cintura y pecho de Itachi, se sentía en un lugar seguro. Pero aun así tenía miedo de abrirse nuevamente.-

No puedo prometer qué no sufrirás, pues hay cosas que no controlamos. Pero puedo prometer que estaré siempre contigo, a tu lado y enfrentando las cosas como vengan. Puedo prometer amarte. —Itachi habló con sinceridad.- Permítame quedarme a tu lado.

Siempre he querido estar a tu lado. Y lo sabes. —Ryuko afirmó mientras veía al mayor a los ojos.-

Recuerdo que mi madre decía que tenias una ojos hermosos, color negro profundo, pero mi padre me explicó que cuando un Uzumaki va despertando todo su poder pasan a ser un color más suave, el tuyo es violeta azulado, sinceramente deseo que mis hijos tengan esos ojos. —Itachi beso cada una de las dos gemas de su novia. Después besó sus labios y las sostuvo con amor y firmeza.-

Si vas a quedarte, estarás en la mansión principal. —Se soltó del agarre del mayor.- Hace unos días me dieron la tutela de Naruto y Sasuke, si bien no portan el apellido de mi familia, tienen un lugar en el árbol del clan y el collar qué se le debe dar a los herederos más la cinta que tiene el emblema de la aldea y el emblema del fénix.

—Itachi sonrió. Sabe lo mucho que ella había peleado por tener la tutela de ambos menores, y si bien ya son un poco grandes, no importa.- Te lo agradezco, sé que él te lo agradecerá en algún momento de su vida.

Lo sé, a veces es solitario no tener alguien a quien contarle las cosas, saber que alguien te cubrirá la espalda sin importar qué, llegar a casa y que nadie te reciba. Mi abuelo hizo bien al dejarme bajo la tutela de ibiki-san. –Ryuko sonrió al recordar varias cosas que su padre hacía por ella cuando era niña y aun ahora que es una shinobi reconocida.-

Recuerdo el día que fui a hablar con él, estaba también Shikaku-san, Yamanaka-san y aparte de todo estaba Shisui-san, casi me preguntan mi origen y aunque fue una situación extraña, sabía que ellos estaban ahí para ti. –Narro Itachi mientras se sentaba en la cama a lado de Ryuko.-

Si supe, fue casi un golpe de estado un par de días después, cuando supo Hyashi-sensei, fue con mis maestros reactantes y casi atacan al Hokage porque nos había enviado a una misión de rastreo e investigación para dar con un antídoto. ¿Te acuerdas? 

Si, fueron los cuatro días que fuimos a los límites del país de fuego y fingimos que éramos una pareja de recién casados. Fueron días divertidos. –Itachi sonrió mientras se aferraba a la cintura de la menor.-

Ambos se sentaron, entre risas recordaban anécdotas, hicieron un poco de comida juntos como en el pasado, durmieron juntos en la cama, por primera vez después de varios años.

Al caer la noche ambos decidieron irse a la mansión principal, Itachi ocupa el área trasera, donde estaba un pequeño lago, ahí estaba destinado exclusivamente para Ryuko, por lo que ni Naruto o Sasuke tendrían acceso a menos que la mayor lo otorgue.

Este lugar es cómodo, los muebles los hizo mi tío abuelo y la madera es de la más alta calidad, el lugar desde esta casa, hasta cien metros después del lago hay una barrera poderosa y sólo puedes acceder si yo otorga el permiso. –Explicó Ryuko mientras ayudaba a Itachi a sentarse.-

Este lugar es donde te escondías cuando estabas triste, ¿verdad? –Prácticamente afirmó Itachi al recordar que su novia narraba sobre un lugar muy similar a ese.-

Es uno de ellos, en realidad alrededor de la aldea tanto como dentro de ella hay muchos lugares donde me oculto si algo me molesta. Uno de esos tantos es la cabeza de mi abuelo. –Susurro lo ultimo con una sonrisa traviesa al finalizar.-

–Negó divertido.- Me gustaría pedirte un favor.

¿Quieres regresar a Anbu? –Pregunto Ryuko segura de la respuesta del mayor.-

Si, quiero regresar, necesito protegerte y sé que no dejará que alguien mas a demas de Yasu cubra tu espalda. –Afirmó Itachi, conocía a su amada.-

Yo no tengo problema, pero primero debes estar en óptimas condiciones y te armaré un perfil, tus heridas ya sanaron pero tu red de chakra debe ser liberada poco a poco. –Itachi respondió con sinceridad.-

Ambos jóvenes sonrieron y se quedaron un rato en esa residencia, y después fueron al lago, los dos disfrutaron de ir a los árboles frutales y cortaron varias frutas, después se acortaron bajo un árbol, aunque era de noche disfrutaban de hacer actividades simples. No se tocó ningún tema de la aldea o sobre las actividades de Itachi fuera de esta. Solamente disfrutaron el tiempo de pareja, a solas. 

Desde Las Sombras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora