—¿Qué pasó? —pregunta agitado casi sin aliento.— ¿Estás bien? ¿Te pasó algo? —vuelve a preguntar mientras se adentra en el departamento.
Max tiene las mejillas rojas y las gotas de sudor caen por su frente.
—No, nada. Es que te quiero contar algo, pero por teléfono no lo podía decir. —sonrío sintiéndome un poco culpable por la provocarle aquella preocupación.— Maxie, creo que soy gay. —suspiro y me dejo caer en el sofá.— Pero no estoy cien por ciento seguro.
—¿Y para eso me llamaste tan urgente? —alza sus cejas mientras me mira fijamente.— Hace dos días me decías que no eras gay, ¿qué pasó?
Quiero decirle que es por Lewis, pero sé que si se lo cuento, Max me molestará en cada oportunidad que tenga. Sin embargo, necesito contárselo a alguien y no puedo hablarlo con nadie más que no sea él, por lo menos hasta estar seguro.
—No, o sea, quiero decir, ya sabes. —digo sin más y evito hacer notar mi nerviosismo pero la mirada de Max me hace hablar.— Eh, ya sabes, ¿conoces a Lewis Hamilton? Claro que lo conoces, es como tu rival. —río nervioso.— Bueno, todos lo conocemos, es muchas veces campeón del mundo, un icono de la moda, ¿has visto como se viste? Tiene mucho estilo. —el rostro de Max está completamente rojo, quizás porque está aguantando la risa desde hace mucho rato.—Ya pendejo, ríete.
Max se echa a reír y sus ojos se llenan de lágrimas mientras me imita hablando sobre Lewis.
Así se mantiene un buen rato hasta que se logra calmar. En ese momento puedo seguir hablando, esta vez sí con una postura más seria.—Lewis es mi vecino, anoche sentí a Roscoe y salí a ver y pues ahí estaba él. —suspiro.— Estaba casi como Diosito lo trajo al mundo y quedé... no sé. —el nerviosismo comienza a invadirme y mis mejillas se empiezan a tornar rojas.— Creo que, o sea, quiero decir que lo encontré atractivo así como lo vi y desde ese entonces no dejo de pensar en él.
Max suspira, quizás sabe que hablar de esto se me estaba haciendo complicado. Su silencio fue breve, así que habló.
—Invítalo a salir. —se levanta de su asiento para sentarse a mi lado, apoyando una de sus manos sobre mi hombro.— Es primera vez que te veo así de nervioso, así que creo que deberías salir con él.
—¿Y si él no es como yo? —pregunto bajando la mirada.— Ni yo estoy seguro de ser gay.
—Eso déjamelo a mí, yo lo averiguo. —dice sonriente, mientras me abrazaba para despedirse.— Tengo que volver o Kelly me matará. Te quietecito.
—Te quietecito igual. —digo sonriendo mientras recuerdo esa noche en la que obligué a Max a ver Tierra de osos versión audio latino con subtítulos en inglés, porque según yo, las películas con audio latino son mucho mejor que las versiones gringas. A Max le había dado ternura y risa esa frase luego que se la expliqué y desde ese entonces comenzó a usarla conmigo cada vez que quería demostrarme cariño.
Ya cuando Max se fue, decido escuchar música mientras ordeno unas cosas en la cocina, de vez en cuando canto y bailo. Sinceramente no tengo muchas ganas de ordenar, pero entre más tiempo pasa, el desorden de acumula y después será peor.
Al llegar el atardecer, después de darme una refrescante ducha y ponerme mi pijama, salgo al balcón para tomar un poco de aire. Hipnotizado por la belleza del paisaje no me doy cuenta que Lewis estaba a mi lado.
—Es hermoso, ¿cierto? —pregunta con dos tazas de café en su mano, ofreciéndome una de estas.
Doy un leve brinco por el susto al escucharlo.
—Lewis... —susurro.— Gracias. —tomo la taza que me ofrece.— Pero si, es muy hermoso.
Durante un momento nos mantenemos en silencio hasta que puedo mirarlo y hablar.
—Después de la carrera del domingo iremos a un bar, si quieres puedes venir e invitar a tu novia. —suelto con nerviosismo.
—Gracias, iría con mi novia, pero no tengo. —se encoge de hombros.— Pero iré feliz.
Mis mejillas arden mientras bebo del café, la sonrisa de Lewis es simplemente perfecta y contagiosa.
—Me alegra de que hayas aceptado. —digo sentándome en el sofá.
—¿Y tú tienes novia? —pregunta sentándose a mi lado.
—No, no me va muy bien en eso. —digo rascándome la cabeza.
—En eso somos dos. —dice mientras se acomodaba.
—Al gran Lewis Hamilton deben lloverle las mujeres. —menciono riendo.
—Ese es el problema, solo hay una persona que me llama la atención, pero me rendí con ella. —contesta.— Desde el 2010 que era mi mundo, todo iba bien pero en 2011, de un momento a otro todo cambió, y aunque no lo quería le tuve que dejar ir porque ya no era la misma. —murmura.— Luego comencé a salir con otra persona para rehacer mi vida, no me pude enamorar como hubiese querido, pero si le quise mucho, demasiado y al final me traicionó de la peor manera.
—Lo lamento, Lewis.
—Tranquilo, Chequito. A veces las cosas no pueden ser como uno quiere. Sólo sé que a esa persona que dejé ir, le amaré por el resto de mi vida.
—Quizás ahora puedas intentarlo con esa persona. —digo animándole.
—No lo creo... —susurra.— Ya no le gustan las personas como yo.
—Que va, eres de los pilotos más guapos según encuestas de tiktok. —digo haciéndolo reír.
Pasó un rato cuando Lewis se despide para ir a descansar y aunque no quiero que se vaya, yo también necesito hacerlo. Lewis como de costumbre se despide de mí con un fuerte abrazo, pudiendo sentir su olor mezclado con el aroma del café.
Aquella sensación me vuelve a invadir por completo, un cosquilleo recorre mi cuerpo entero desde la cabeza hasta la punta de mis pies, mi corazón se vuelve a acelerar y es cuando comienzo a recordar que siempre he estado enamorado de él.
"Te conozco de antes
y esto me provoca pensarte."
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No Regrets - Chewis
FanfictionSergio se había empeñado en buscar el amor en las personas incorrectas hasta que comenzó a darse cuenta de que el amor de su vida estaba frente a él cuando sus recuerdos volvieron por completo. Y aunque todo haya resultado de maravilla las cosas no...