Corazón

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Bajo la maleta del pecoso, mientras este corre en dirección a la entrada de la casa. Camino con calma hacia la puerta para abrirla y este ingresa rápidamente al interior.

—¿Tienes hambre? —pregunto tras de él mientras cierro la puerta.

—Un poquito.

—Ve a darte un baño mientras preparo algo para comer.

—No, no. O sea, sí, pero espérame y cocinamos los dos. —deja el oso sobre el sofá junto al ramo de flores.

—Bueno, pero ve a darte un baño porque estás apestosito. —sonríe.

—¿Apestosito yo? —alza una ceja acercándose a mi.

—Ajá, muy apestosito. —doy un paso hacia atrás chocando con la pared.— Muy apestosito.

—¿Muy apestosito? —da otro paso, quedando frente de mi.

—Demasiado diría yo. —sonríe divertido mientras se acerca a mis labios.

—Qué pena. —se aleja.— Y yo que te iba a besar, pero como estoy apestosito mejor me iré a dar un baño en el que tardaré mucho tiempo. —sonríe y corre por los pasillos hasta la habitación.

Luego de un rato el mexicano vuelve a la sala vistiendo uno de mis pantalones de pijama y una playera.

—¿Te gusta mi outfit? —pregunta dándose una vuelta.

—Directo a la semana de la moda. —sonrío acercándome a él.

—Me puse uno de tus perfumes para ya no estar tan apestosito. —sonríe abrazándome por el cuello.

—Apestosito o no, te amo igual. —susurro dejando un beso en sus labios.

—Tu nunca hueles mal, eso me encanta de ti.

—Me hubieras olido hace un año, dirías lo contrario. —me encojo de hombros.

—Espero que nunca más volvamos a eso. —suspira.

—Venga, vamos a cocinar que tengo hambre.

—¿Puedo poner música? —pregunta.

—Puedes hacer lo que quieras, amor. Esta también es tu casa.

Acto seguido se conecta a los altavoces mientras yo tomo los delantales para comenzar a cocinar.

La pasta es la elección del mexicano, lo que agradezco porque es lo más rápido y fácil de cocinar.

Mientras me encargo de picar los ajos, Checo y canta y baila al ritmo de la canción intentando picar de manera uniforme las setas, fracasando totalmente en aquel intento.

"Yo no sé lo que me pasa cuando estoy con vos,
me hipnotiza tu sonrisa,
me desarma tu mirada
y de mí no queda nada
me derrito como un hielo al sol."

—Amor, no te estreses con eso. —digo al notar su frustración.

—A ti te queda todo lindo a mi no. —deja el cuchillo de lado.

—Están bien picados así, no necesitan ser perfectos. —lo animo.

—Mejor te los dejo a ti y yo hago otra cosa, como poner a cocer la pasta.

Asiento, tomando el cuchillo para continuar picando las setas.

Checo sigue bailando al ritmo de la canción contagiándome el ritmo y comienzo a balancearme suavemente intentando seguir su ritmo.

"Yo no soy tu prisionero
y no tengo alma de robot.
Es que hay algo en tu carita que me gusta,
que me gusta y se llevó mi corazón."

El mexicano al ver que me muevo al ritmo de él, se acerca tomándome de las manos meneando sus hombros mientras sonríe y empiezo a seguirle el ritmo del vaivén de sus caderas y hombros.

Así nos pasamos la tarde, cocinando y bailando. Sólo paramos de bailar cuando la comida estaba lista y nos sentamos a comer.

El almuerzo esta delicioso, ambos nos complementamos bien a pesar de que a qué Checo le cuestan algunas cosas en la cocina, sin embargo, ambos quedamos totalmente satisfechos con nuestro trabajo y sazón en la cocina.

—¿Has hablado con tus padres sobre Ferrari? —pregunta bebiendo un poco de agua.

—No, pretendo hacerlo ahora, también tengo que hablar con Toto y el equipo de Mercedes. —suspiro.— Sólo le di una vaga explicación a Toto del porqué de las cosas y me fui. Además de tratarlos mal cuando me iban a ver.

—No estaban molestos, sólo estaban preocupados por ti. —apoya los codos sobre la mesa suspirando.— A pesar de que no me decían nada, podía notar la preocupación que tenían por ti.

—Lo sé, por eso es que quiero ir a hablar con ellos y disculparme. Espero que lo entiendan.

—Lo entenderán, amor. —sonríe.

Al terminar de comer, nos tumbamos en el sofá abrazados, quedándonos profundamente dormidos. El sonido de una llamada es quien nos despertó.

—Nos dormimos. —digo con pereza.— Ya vamos, no tardaremos. —cuelgo la llamada

—¿Vamos atrasados? —pregunta tallándose los ojos.

—Si, muy atrasados.

Nos levantamos rápidamente del sofá y corremos a la habitación a cambiarnos de ropa por algo más abrigador, el frío de la noche llega a calar hasta los huesos.

Mis padres reciben a Sergio como siempre, cálidamente, todos están contentos de vernos nuevamente juntos y bien.

Pasadas las horas decidimos marcharnos, ya que a la mañana siguiente tengo que viajar temprano desde Londres a Brackley para poder hablar con Toto.

No Regrets - ChewisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora