Il ministro del martello

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Han pasado dieciocho años desde el nacimiento de nuestro hijo. El día de hoy nuestro pequeño debuta en la Fórmula 1, nada más ni menos que en Ferrari. Aunque en un principio con Lewis nos opusimos a que siguiera nuestros pasos al saber lo demandante que es ser piloto y más hijo de dos pilotos, no nos pudimos negar, suponemos que ser piloto corre por sus venas al igual que nosotros.

—Papá, soy piloto de Fórmula 1, claro que sé cómo frenar. —sonríe besando mi frente.— Tranquilo, además, aprendí a conducir a los cuatro.

—Cuando debuté estaba muy nervioso, tanto que se me olvidó todo, no quiero que me pase lo mismo. —digo suspirando.

—Todo irá bien. —sonríe.— Venga, vamos. El jefe se puede enojar.

Tomo su casco y comienzo a caminar tras de él, sonrío al ver a Charles saludar a Sebastian de la misma forma en la que nos saludamos alguna vez cuando fuimos compañeros de parrilla.

—Hey, mate. —dice abrazándome.

—¿Nervioso? —pregunto.

—Algo, ser director es más difícil que ser piloto. —se encoge de hombros.— ¿Y Lewis?

—Anda dando una entrevista, ya sabes, el mejor piloto de la historia de la Fórmula 1. —reímos.

—Que gracioso, eh. —dice tras de mí, saludando a Charles.

—¿Cómo estuvo la entrevista? —pregunto.

—Bien, lo mismo de siempre. —se encoge de hombros, abrazándome de la cintura.— ¿Te he dicho que esas canas te quedan hermosas?

—¿Te he dicho que si te sigues haciendo trenzas quedarás pelón? —río, dejando un beso en su mejilla.

—¿Y si vamos a recordar viejos tiempos por ahí? —pregunta guiñándome un ojo.

—Lewis Carl Davidson Larbalestier Hamilton de Chequito Viejo Sabroso Pérez, tu hijo debutará en la Fórmula 1 y tú estás pensando en cochinadas. —niego con la cabeza.— Cuando acabe la carrera vamos. —río.

—¿Está nervioso? —pregunta.

—Creo que lo está, pero no nos quiere preocupar y finge estar bien.

—Lo hará bien. —sonríe.— Tiene más talento que nosotros dos.

—Heredó el estilo de conducción de los dos y los mezcló, haciéndolo perfecto, por eso está donde está. —dice el español que se acerca, dejando un beso en la mejilla de su esposo monegasco.— Además ocupa el cincuenta y cinco, nada mejor que eso, sólo él puede llevar ese número tan importante.

—¿Sí sabes que es la suma de Lewis y yo, cierto?

—Shh, el cincuencta y cinco es muy importante.

—Al igual que la apéndice. —sonrío.— Ah, cierto, tú no tienes.

Carlos torna los ojos en blanco.

—Yo mejor me iré, tengo que trabajar. —dice Charles luego de poner los ojos en blanco.

Luego de un rato molestando a Carlos, todo dentro del garaje comienza a transformarse en un pequeño caos, nos despedimos de nuestro pequeño deseándole la mejor de las suertes, a pesar de saber que este no la necesita.

Quedó P13, nada mal para ser su primera clasificación. Ambos miramos atentos las pantallas mientras Lewis toma mis manos.

Seis vueltas y Sebastian ha ganado dos posiciones, queda poco para entrar en la zona de puntos.

—Vamos, Panquequito. —susurra Lewis.

Vuelta diez y Sebastian avanza dos posiciones más.

—¡Venga! —nos abrazamos para celebrar.

No Regrets - ChewisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora