Capítulo 9. Atrás en el pasado

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Ashlynn

"Un viaje es una nueva vida, con un nacimiento, un crecimiento y una muerte, que nos es ofrecida en el interior de la otra. Aprovechémoslo." -Morand, Paul.

Salir a dar un paseo a la orilla del lago le resultaba una sensación de tranquilidad. Claro tranquilidad cuando te encuentras en un día soleado y no con una tormenta de los mil demonios amenazando a caer sobre de ti. Ashlynn maldecía por lo bajo sentada en la orilla del lago con su mirada azul verde clavada en las interminables aguas del lago. Era casi medianoche. Marianne y Frida se encontraban dentro. No quería molestarlas. Además no podía dormir. Era consumida por todos estos sentimientos de tristeza y cólera. Nunca antes había experimentado semejante pesar. Para ser honestos, nunca antes se había sentido tan vulnerable. En un intento por querer desaparecer simplemente salió corriendo sin rumbo fijo. No le importaba que no fueran las horas adecuadas. Corinne y Matt habían tratado de detenerla, pero había sido inútil. Al momento de traspasar el umbral de la casa no supieron a donde había ido a parar la cobriza.

Con el corazón destrozado y los nervios a flote no se percato que del centro del lago dos figuras danzaban tranquilamente hasta su posición. Cansada, decidió regresar a la cabaña, hundirse en la cama y no salir jamás. De un movimiento rápido fue girada y levantada del suelo varios metros del suelo. Y sin más miramientos, fue sumergida en las frías y oscuras aguas que le ofrecía el lago.

Respirar era imposible.
La movilidad nula.
Posibles lecciones, muchas.

Poco a poco sintió como iba emergiendo de su tortura. Pronto todo termino y se vio a si misma reflejada en el agua, tosiendo todo el liquido que había tragado, sus ojos estaban llorosos y las lagrimas que resbalaban por sus mejillas se confundían con las gotas del agua del lago. Estaba aterrada. Todo su cabello enmarañado a un nivel superior, el poco maquillaje que llevaba, ahora estaba corrido. Un agudo dolor de cabeza la trajo a la realidad con una mano trato de calmar el dolor pero le fue imposible, el miedo se apodero de ella al ver su ropa ensangrentada. Difícilmente se levanto y empezó a caminar tratando de llegar a la cabaña donde estaba segura que le ayudarían, por nada del mundo se volvería a acercar a aquel lago. Ni aunque su vida dependiera de ello.

A cada paso que daba su vista se nublaba, sin más que decir todo se torno negro y se derrumbo en la fría tierra, pero no sin antes unas palabras quedaran grabadas en su mente.

"Cambia aquello que debe ser cambiado..."

Dar un paseo al cobijo de la noche era algo que no acostumbraba a hacer, pero su compañero lo disfrutaba y ahí estaba el acompañándolo sin reprochar nada. El lago a la luz de la luna lucia en su máxima hermosura. Cierta parte del lago llamo su atención y con un valor poco común en el, se acerco. El horror se apodero del hombre al ver que se trataba de una muchacha de cabello enmarañado y ropaje extraño.

— ¡Oh por dios! —exclamo mientras posicionaba a la joven entre sus brazos. — ¿Qué pasa? ¿Por qué os has detenido? —pregunto a su "amigo" con una voz fría y ronca. Ya bastante es con que le acompañe, pensó. —Volvamos tenemos que ayudarla —casi gritaba, sentía desesperación ante la situación. — ¡Vamos que esperas!

— ¿Algún día dejaras de jugar al héroe? —murmuro resignado siguiéndole y de este modo pudo observar detalladamente a la joven que iba en brazos de la persona que se encontraba a lado suyo. A pesar de su apariencia demacrada comprobó que ella poseía una belleza única y extrañamente familiar.

Movió la cabeza de un lado a otro, tratando de sacar esos pensamientos de su mente.

Sentía como los delicados rayos del sol delineaban su rostro, pidiendo que abriera los ojos. En movimientos cansados logro levantar los parpados dejando ver sus amielados ojos. Incorporándose un poco, pudo apreciar mejor donde se encontraba. Su habitación.

Daughter's Of The ElementsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora