Capítulo 13. Las rosas marchitas al final

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Inglaterra. Finales  1770

Se encontraba de noche, en medio del bosque ella sentada en un tronco caído de frente a la fogata en construcción mientras su compañero de cabellos cobrizos y ojos azules, con rodillas en el suelo, le daba los últimos retoques. Su mirada se desplazo a través del claro, Isabelle dormía plácidamente en un rincón del suelo, sin enterarse de nada, acurrucada en una especie de nido de ramas y hojas. Paso sus manos por su cabello apartándolo de su rostro, apenas habían logrado conseguir algunas provisiones para el viaje que les esperaba, era un largo camino hasta donde se encontraba la siguiente casa de seguridad.

La adrenalina aun parecía estar circulando por el cuerpo de Valentine, quien ante el menor ruido le hacia saltar en respingo. Suspiro despejando su mente y concentro su mirada en Ian, que seguía dándole retoques al fuego. Ninguno había dicho palabra alguna desde que escaparon de casa de sus padres donde fueron emboscados por un grupo de Helwyr. Contrario  a sus derroches de energía y su actitud hiperactiva que lo caracterizaba, esta ve se encontraba inusualmente tranquilo, con una expresión nostálgica y pensativa en el rostro.

Valentine inclusive se permitió pensar que junto a esa luz iluminando a Ian, el ambiente contribuía a crear una atmósfera “casi” hogareña. La clave estaba en el “casi” en ese pensamiento, muchas preguntas y miedos cruzaban por la cabeza de Valentine, realmente había hecho lo correcto al abandonar aquel lugar que por años llamo hogar, junto aquellos que formaban parte de su familia.

Ian  se veía protector, varonil. Desde el día que llegaron a su puerta pidiendo asilo el sin dudarlo las recibió con los brazos abiertos aun sin importarle las consecuencias de ello. Valentine apoyo su cabeza entre sus brazos, sorprendiéndose a si misma deleitándose al mirarlo. Una ves terminado su trabajo, el se dedico a juguetear y mover entre sus manos una bola de fuego del tamaño de una pelota de golf. No importaba cuanto tiempo pasara, no se lograba acostumbrar al manejo increíble que Ian poseía del elemento. ¡Si incluso lo utilizaba desde que eran niños!

—Le estas dando muchas vueltas, otra ves Valentine —declaro Ian  levantando la mirada hacia ella con una sonrisa picara extendiéndose por sus labios.  —Y… no, no necesito ser un telepata para saber que cruza por tu mente. Hiciste lo que mejor creíste correcto para ti y para la niña eso jamás lo dudes.

—No lo se, Ian. Comienzo a preguntarme si realmente hice lo correcto, tomar a la niña y huir de esa manera —Valentine apenas pudo controlar su vos para que no se quebrara, su visión se vio empañada por lo que tuvo que parpadear para apartar las lágrimas que amenazaban con caer a través de sus mejillas.—Tener que estar huyendo, no solo vivir con el miedo de que algún día Christian nos encuentre, sino que ahora parece ser que los Helwyr están tras la niña, esta no es la vida que Jade quería para su hija. Ya la perdí a ella, Isabelle es todo lo que me queda.

—Escúchame bien Valentine, nunca las dejare solas ni dejare que nada malo les pase, ustedes son como la familia que siempre quise tener —Murmuro Ian  acercándose a Valentine pasando sus brazos alrededor de ella atrayéndola a el en un abrazo tan protector como si de esa manera la pudiera proteger de cualquier peligro, no era ningún secreto para quienes eran cercanos a ellos que Ian, siempre estuvo enamorado de Valentine. Y cuando se entero de la aberración que Christian había cometido contra ella, al estar involucrado en la desaparición y asesinato de su mejor amiga quiso matarlo con sus propias, fueron las suplicas de Valentine las que le salvaron la vida.

El sonido de pasos y crujir de las ramas al romperse pusieron en alerta a la pareja, estaban en la parte mas profunda del bosque de Sherwood como para toparse con algún campista. Valentine rápidamente tomo en brazos a Isabelle de su improvisada cuna, la pequeña de tan solo doce meses abrió los ojos adormilada, viendo el rostro de quien conocía como su madre tan pálida y asustada por algún peligro que parecía rodearlas.

Glasgow, Escocia. Año 1787.
Los pasillos apenas iluminados del apartamento en Glasgow son testigos del sonido de pisadas que se deslizan a través del suelo rugoso de concreto, las suelas de las botas estilo militar negras se acercaban cada ves mas, mientras que ese individuo se detenía a mirar por el gran ventanal su reflejo, el cual se fundía con las gotas que caían de la lluvia fría. El sonido de cada gota era como una cuchilla a sus oídos recordándole constantemente la soledad en la cual se ha visto impuesto a estar por sus propias acciones. El frío empezaba a traspasar las gruesas paredes empezándole a calar, el grueso abrigo oscuro no era lo suficiente para mantenerlo a salvo del aire gélido que se colaba en el apartamento. Su mano choca contra el vidrio frío haciéndolo temblar, amenazándolo con desquebrajarlo por el fuerte retumbar. Sus ojos no dejan de ver la lluvia cruel que el mismo secretamente estaba provocando aquello era reflejo de su actual estado de animo.

¿Las encontrare algún día? Su mano se cierra en un puño, estrujándose fuertemente. A lo lejos se escucha el resonar de pasos cortos y despreocupados, haciéndolo voltear dejando el vaso de Whisky sobre la encimera del mini-bar. — Jason… —se  escapa de boca con tan solo verlo.  La lluvia no dejaba de caer al contrario se intensificaba con violencia repentina. —Christian… –Se escucha una vos firme y varonil.

— ¿Esta hecho? —pregunta Cristian yendo directamente al tema que era de su interés.  —Esta hecho, Ian esta muerto —afirmo con un semblante serio sin despegar la mirada de Cristian había algo en el que parecía estar preocupado.  — ¿Mi mujer y la niña? Las has traído…

—Las perdimos… parece que te has guardado información importante ¿No es así? —Lo encaro frunciendo el ceño había perdido la mitad de sus hombres tras ir en una búsqueda de lo que había informado su mejor amigo un secuestro, mentiras eso había sido todo aquello que le había contado. Cruzo sus brazos sobre su pecho en un gesto confiado.

—Ella es un fenómeno… una de ellos. Una Cas. ¿En que demonios estabas pensando? —Como un fuerte rayo que desciende de los cielos y enciende una gran llamarada de ardiente fuego que consume todo a su paso incluyendo evaporar la escasa agua a su alrededor Cristian se mueve con rapidez contra el suelo. Toma a Jason  de un hombro haciéndole estampar contra el gran ventanal.

—Dices eso de nuevo y te corto la lengua —amenaza de manera directa sin titubear aun solo segundo presionando fuerte su mano sobre el pecho de Jason.

—Y crees que me dejare idiota —alza la mano empujando fuerte a Cristian logrando liberarse. El constante resonar de las gruesas gotas no deja de sonar. Sus miradas chocan logrando traspasar algo que no se podía evitar, causando a sus cuerpos un escalofrió que ameritaban al frio. 

—Siento ser yo quien te diga lo obvio, amigo. Debes olvidarte de esa mujer y de la criatura, serán tu perdición, si el jefe se entera que estuviste enrollado con el enemigo os mataran. Créeme amigo y el destino de ellas no será muy grato.

La lluvia descendía constantemente combinándose con la noche, brillando como el cristal. Los ojos de Cristian miran el cielo nocturno opacado por las nubes de tormenta. Haciéndole recordar su deseo.

Será que algún día su deseo se concederá… Volvería a ver aquellos orbes azules y cabellos rojizos que poseía Isabelle. O la cálida sonrisa con la que Valentine le recibía por las tardes cada que volvía a casa.

Daughter's Of The ElementsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora