Capítulo 15. El precio de tu vida: Morir o traición

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Laia Byerns

Cuando tan solo era una niña, su madre le dijo en una ocasión que la vida era un juego peligroso que tenia como único objetivo ver amanecer el siguiente día. Por mucho que en su momento demostrara su desacuerdo, pues consideraba la vida como un bien preciado repleto de cosas maravillosas como el amor, la familia o incluso una buena historia frente a la chimenea, en aquel preciso instante en el que un musculoso brazo aplastaba su tráquea, haciendo que su visión se nublara y puntos brillantes destellaran en ella.

En que su captor intentaba arrancarle la cabeza, no pudo, cuanto menos, que darle la razón. Tan solo un detalle hacia que el consejo no fuera aplicable en su caso. Ya fuera por la monstruosidad que intentaba aplastarle o por el veneno que le devoraba por dentro, las posibilidades de que viera el día siguiente eran más  bien escasas. Llegando a aquel extremo de su vida, aprendió una lección muy importante. La valentía desaparece cuando no hay por lo que luchar y, sin embargo, una colección de rostros desfilaron por su mente, tomando las ultimas fuerzas para levantarse despejando el rostro adolorido y amoratado del frio suelo teñido de rojo por su propia sangre.

El hombre frente a ella parecía divertido, con el hecho de que lograrse sostenerse en pie, había perdido la noción del tiempo. No era capaz de decir con seguridad cuanto paso desde que despertó en aquella celda, con su corazón latiendo desbocado al ser plenamente consciente de que sus poderes se habían ido. Bien podrían tratarse de  horas, días, semanas no se permitía pensar que incluso podrían ser meses.

"The smell of death is in air"

—Lista para aceptar nuestra oferta... —murmuro  con vos ronca la comisura de sus labios se alzaba ligeramente hacia arriba.  Incluso alguien como tu, es capaz de ver las ventajas de formar parte de nuestras filas. —Seria un desperdicio tener que deshacernos de ti. —se jacto él dándole una mirada desdeñosa.  Escupió en el suelo a sus pies justo donde había estado hacia solo unos segundos.

—Que seria de esa pequeña niña que con tanto afán te has esmerado en proteger... —Su rostro palideció ante la siquiera mención de su hermana. Ashlynn lo era todo para ella. —No crees, que en estos momentos se ha de estar preguntando que ha sido de ti, si aun continuas con vida.

La joven lo miro con rabia irguió su espalda para enfrentarse al Helwyr. Dicen que el mundo es de los valientes, pero cuando un valiente no tiene nada por lo que derramar sangre, su único fin es el de luchar hasta el final y de hacer todo lo posible para que, antes de morir, el cuerpo de su adversario yazca a sus pies. El iba a pagar por su muerta con la suya y eso solo tenía un nombre uno con el que estaba demasiado familiarizada: Venganza.

Aquel intento de cama en el que había apenas conciliado un par de horas se partió en pedazos ante la descomunal  fuerza del Helwyr, las  uñas descuidadas de la castaña hicieron su camino hasta el rostro del hombre. Pero su reacción no se hizo esperar y le empujo para alejarla. Su hombro le golpeo en el pecho dejándola sin aliento y tirándola contra la baldosa húmeda que rodeaba su habitación.  Prácticamente sin tiempo de reacción, vio como su otro brazo se abalanzaba sobre ella para triturar sus huesos, pero pudo escapar en el último momento.

Se alejo de el unos metros, al menos los que le permitió estar en aquella celda de seguridad. Nunca le tuvo miedo a nada, incluso a la muerte. Hasta que le conoció, pero de algo estaba segura es que prefería la muerte a herir a quien alguna vez protegió.

"This world is not made for you"

El grito que lanzo su enemigo  poco después de atacarle le puso sobre aviso de sus intenciones y no le costo esquivar sus golpes y en un descuido quitar la daga que reboto en un tintineo lejos de su mano. Sin embargo, cuando intento alcanzarla, su vista se nublo y las fuerzas le fallaron debido al veneno que le corroía. La Venganza se le escurría entre los dedos sin que pudiera hacer nada para evitarlo, pues no era más dueña de su cuerpo.  Los aterradores gritos de sus vecinos de celda se silenciaron repentinamente como si previeran que pronto su cadáver seria sacado en una de esas bolsas negras que tanto vio desfilar. Entonces su mente traicionera le llevo a los últimos momentos antes de caer en ese infierno.

Seattle. Febrero, 2013.
Laia miraba la luna, perdida en sus pensamientos, esta alumbraba la habitación con un esplendor cautivador. Se había despertado tras un sueño que lentamente quedaba en el olvido sabía que era importante, pero por mas que se esforzaba no conseguía recordar sobre que se trataba. Solo quedaba con ella ese extraño presentimiento que algo malo estaba por suceder, no entendía que era lo que sucedía por mucho que se preguntara así misma. Se estiro y volvió a la cama cayendo en un sueño tranquilo.

Daughter's Of The ElementsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora