Día 4

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Después del almuerzo, Damon puso la televisión y se tiró en el sofá, mientras que Stefan se sentó en el suelo y se puso a liarse un porro. Elena no sabía muy bien qué hacer, ya que no había más asientos y tampoco le agradaba la idea de sentarse en el suelo. Damon, viendo su duda, se incorporó un poco en el sofá y le hizo señas a la chica para que se sentar entre sus piernas. Esta dudó unos segundos antes de aceptar su propuesta y, nada más sentarse, Damon la rodeó con sus brazos y la estrechó contra él. Aunque ella se negase a reconocerlo, se sentía muy cómoda estando así con el chico.

Stefan terminó de liar su porro y le dio una fuerte calada.

-¿Quieres? -le ofreció Stefan a su hermano.

-Paso de meterme esa mierda -rechazó Damon, enterrando la cabeza en el pelo de la chica para huir del fuerte olor a porro que inundaba la sala.

-Tú te lo pierdes... -bufó el joven, para después dirigirse a Elena-. ¿Quieres tú, princesita?

-N-no -respondió ella con la voz algo temblorosa.

Como un auto reflejo, la chica se pegó más al cuerpo de Damon. Era su secuestrador y tenía que tenerle miedo, pero no podía evitar sentirse protegida a su lado. Este le acarició los brazos con ternura, pero a su hermano le pareció que más bien que la estaba sobando.

-Deja de restregarte con nuestra invitada, Damon -se burló el chico-. Padre se sentiría decepcionado al ver cómo tratas a la señorita. Bueno -añadió tras pensárselo mejor-, más bien diría yo que se sentiría orgulloso. Al fin y al cabo, es una Gilbert. ¿Qué tal si nos divertimos un poco con ella? -propuso muy animado, devorando a la joven con la mirada-. La princesita tiene un polvazo...

Stefan se relamió los labios con tan solo pensar en verla desnuda retorciéndose de placer y dolor a partes iguales debajo de él. Elena, por su parte, se estaba muriendo de miedo y se giró para enterrar la cabeza en el pecho de Damon. El chico, como respuesta, la abrazó con fuerza y le pasó una mano por la espalda para calmarla.

-Eso no va a pasar, Steff -le negó su hermano el placer de cumplir su fantasía-. Así que vete quitándotelo de la cabeza.

Después de eso, Damon continuó intentando calmar a la asustada chica que tenía entre sus brazos.

-Shh... -murmuró él en su oído-. No te va a pasar nada. Lo prometo.

Aunque pareciese algo ilógico, Elena le creyó. Una promesa suya no debería significar nada para ella, pero la chica sintió un fuerte impulso de confiar ciegamente en él. Por ello, se relajó notoriamente entre sus brazos y se apretó más al chico por el simple placer de sentirlo cerca de ella.

Stefan rechistó al ver tal escena de "parejita" y decidió que su cuerpo necesitaba algo más fuerte que un simple porro, por lo que se fue arriba a buscar algo de droga para complementar.

A pesar de que el menor de los Salvatore ya se había ido, Damon y la chica continuaron abrazados, dado que ambos se sentían a gusto así.

Tiempo después, Damon se levantó el pasamontañas hasta quedar a la altura de la nariz. Elena alzó la mirada sin comprender a qué venía eso, pero pronto dejó de importarle, ya que el chico agachó ligeramente la cabeza y rozó peligrosamente sus labios con los de ella, sintiendo ambos un dulce cosquilleo recorriéndoles el cuerpo. Damon, viendo que no le rechazaba, le alzó la barbilla a la chica y volvió a besarla. Por suerte para él, poco tardó Elena en corresponderle el beso. No llegaron a entrelazar sus lenguas, pero aún así fue un beso muy intenso.

Elena jamás pensó que acabaría compartiendo una escena así con su secuestrador, pero tuvo que admitir que le encantaba la sensación de besar los labios de Damon.

Tras un intercambio de cortos besos, el chico se recolocó el pasamontañas para volver a cubrirse por completo el rostro y recostó su frente sobre la de ella mientras las pulsaciones de ambos se iban normalizando. Pasado unos minutos, Elena volvió a enterrar el rostro en el pecho del chico y se dejó abrazar por él.

Ninguno de los dos hizo comentario alguno sobre el beso. Y fue mejor así, porque no tenían ni idea de qué decir o qué pensar al respecto y tampoco sabían si era buena idea lo que sea que estuviesen haciendo. De momento, dejarse llevar por sus impulsos era lo único que se atrevían a hacer.

D&E

Como algo que se hubiese convertido en habitual, aquella noche Damon volvió a meterse en bóxers en la cama con la chica y la abrazó por detrás.

La tormenta de aquella noche le daba tanto miedo a Elena que no la dejaba dormir ni dejar de temblar asustada. El ruido de un relámpago demasiado cerca hizo que, inconscientemente, la joven se girara para abrazar a Damon y ocultar su rostro en el pecho de este. El chico se despierta al notarla y se preocupa por ella, aunque intentó fingir lo contrario.

-No irás a decirme que te dan miedo las tormentas... -se burló él, al mismo tiempo que le pasaba una mano protectora por la espalda.

-No -murmuró ella avergonzada.

-Pero si estás temblando, princesa.

Al contrario de cuando se lo decía Stefan, a la chica le gustaba cuando Damon la llamaba de ese modo. Aunque fuese con la misma intención de su hermano de burlarse de ella, Elena sentía que había algo más detrás de esas palabras que siempre le dirigía. Algo le hacía pensar que las decía incluso con cariño.

-Está bien, tengo miedo.

-Ya te he dicho que conmigo estarías a salvo -le recordó él sin ápice de burla en su voz.

-Por eso me abrazo a ti -reconoció la joven-, para que me protejas.

-¿De la lluvia? -preguntó Damon sin comprender.

-De las pesadillas.

-¿Me lo quieres contar? -le propuso él sin saber muy bien por qué lo hacía.

-¿Quieres oírlo? -se extrañó ella, puesto que no le hacía de los que se sentaban a contar los problemas de las chicas.

-Ya que no vas a dejarme dormir tranquilo esta noche... -dijo Damon con la esperanza de que eso valiese para convencerla y no parecer un sensible que no soporta ver a una chica triste.

La joven se lo pensó unos segundos, pero finalmente tomó fuerzas y se atrevió a confesarle sus temores:

-Hace ocho años mi hermano pequeño, Jeremy, murió cuando el coche de nuestros padres cayó por el puente Wickery un día de tormenta.

Elena no se había dado cuenta de que había empezado a llorar hasta que el chico la retiró un poco de su cuerpo para limpiarle las lágrimas del rostro con ternura.

-¿Tú también ibas en el coche? -le preguntó Damon, aún con sus manos posadas en las mejillas de la joven.

-Todos íbamos en él -contó ella, intentando buscar sin éxito su mirada en la oscuridad-. Jer solo tenía cinco años, y se ahogó antes de que viniesen a rescatarnos.

El chico no supo qué decir para consolarla, así que se dedicó a acariciarle las mejillas con todo el cariño que podía transmitirle. Elena intentó concentrarse en sus caricias para recuperar la calma.

-Lo siento -dijo él de forma sincera, unos minutos después-. Lamento mucho la muerte de tu hermano.

-Yo también...

Damon apoyó su frente contra la de ella y es esta quien alzó la cabeza para unir sus labios en un tímido beso. Al separarse, Elena volvió a enterrar su rostro en el pecho del chico y este la abrazó con fuerza, con esperanzas de ahuyentar las pesadillas. Poco a poco, ambos se fueron quedando dormidos.

El rapto (Fanfic TVD - Delena)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora