The Three Marys at the Tomb (Peter von Cornelius)

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Y plantó Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. 

Dios hizo brotar de la tierra toda clase de árboles de hermoso aspecto y (de frutos) buenos para comer, y en el medio del jardín el árbol de la vida, y el árbol del conocimiento del bien y del mal.




El parque de Saint James es un lugar precioso. Una zona artificialmente natural, repleta de la biodiversidad típica del ecosistema de ciudad.

Crowley iba todas las noches, tras salir del trabajo. Llevaba un paquete de comida para aves, que le iba lanzando a las palomas y a los patos. Adoraba a los patos, le parecían uno de los animales más divertidos existentes.

Entre alimentar a los patos y a las palomas, vendía pequeñas bolsitas de plástico transparente, con diferentes sustancias.

Le iba bien. Ganaba dinero rápidamente, y estudiaba el comportamiento de los patos. En las mañanas iba a las clases del curso. Por las tardes cuidaba de la tienda con Aziraphele, y por la noche pasaba el rato en el parque. Tenía una rutina horrible a la que ceñirse.

Aziraphele le veía muy cansado, y a veces le preguntaba si se estaba esforzando demasiado, o si quería descansar. Para Crowley estar con Aziraphele, hablando en la tienda, era suficiente descanso del resto de cosas, pero no se lo decía.

La camarera de la cafetería de enfrente estudiaba en el mismo centro que él. Se llamaba Mina, y a veces charlaban desinteresadamente. Era una compradora regular en Saint James, pero solo de marihuana. Por eso a Crowley le preocupaba que se le escapará algo delante de Aziraphele. No quería verse mal ante él.

-Voy a ir a por un café, ¿quieres que te traiga algo?- decía Aziraphele a veces, mientras se ponía un abrigo blanco, haciendo destacar el rubio de sus rizos, y Crowley pensaba en un noble francés del siglo XVII.

-Voy yo- decía siempre, rápido a impedir que Mina y Aziraphele se juntaran demasiado.

-¿No quieres que vaya yo?- le preguntó aquella vez deteniéndole. Le agarró con cuidado del brazo, y Crowley se detuvo. Aziraphele le miraba -Siempre vas tú...-.

-Me gusta comprar- mintió. Posó su mano sobre la de Aziraphele para separarla de su brazo -Tampoco quiero quedarme solo en la tienda- sonrió, viendo cómo Aziraphele apretaba sus labios nervioso.

-Vale- aceptó al fin. Le costó horrores soltar la mano de Crowley y alejarse. Mientras escuchaba la campanita de la puerta, se preguntaba muy angustiado, si Crowley no querría ir siempre a comprar el café porque le gustaba la camarera.

Desde la ventana le observó. Crowley entró a la tienda y pidió un expresso doble sin azúcar y un chocolate. Mina ya estaba acostumbrada al pedido, era lo habitual.

-¿Algún plan divertido con tu novio este finde?- preguntó por sacar conversación.

-No es mi novio- aclaró seco.

-Pero has pensado en él inmediatamente- le rectifico ella. Crowley gruñó sin añadir nada más. Se tocó el brazo, donde la mano de Aziraphele había estado, y se preguntó que le importaba a aquella marihuana su fin de semana.

-No hay propina por decir eso-.

-Nunca hay propina, Anthony-.

Aziraphele vio la risa con la que se despidió Mina de Crowley, sintiendo que se le oprimía el pecho en un suspiro.



Maggie creía que Aziraphele era un regalo enviado por los cielos para ayudarle a sacar la carrera.

Era tan bueno, y a la vez tan distante, que no sabía si eran mejores amigos o solo compañeros de clase.

Pero Aziraphele la consideraba una de sus mejores amigas ya, y no sabía que estaba siendo distante con ella. Simplemente tenía mucho en lo que pensar.

Una mañana Crowley apareció en la puerta de su casa. Le dijo que no tenía clase aquél día, porque a su profesor se le había grapado un clavo en la mano. Estaba allí por si quería un aventón a la universidad.

Cuando Maggie había llegado en su scooter, se había encontrado a Aziraphele bajando del coche, hablando muy alegre. Miraba con una sonrisa a un chico alto y delgado, que le observaba con unas gafas de sol muy oscuras.

-¿Ese es tu novio?- preguntó confundida. No podía ser familia.

-¿Mi novio? Oh, no, querida- respondió riendo, pero su risa era falsa, y Maggie podía escuchar la decepción en su voz -Solo somos amigos-.

-Pero te gusta-.

-¿Qué!- preguntó escandalizado. Maggie sonrió comprensiva.

-No pasa nada, a mi también me gusta una chica que trabaja por el Soho...-.

-Yo trabajo por el Soho- respondió curioso.

-Lo se, la conocí cuando pasé a verte-.

-¿Quién es?-.

-Ahm...- se encogió de hombros avergonzada. Aziraphele preguntó indignado.

-¿No me vas a decir?-.

-Oh, no seas así-.

-No seas tú así- le respondió. Aziraphele se cruzó de brazos divertido -Bien- dijo posando una mano en su hombro -No me lo digas, pero es la chica de la cafetería, ¿verdad?-.

-¿Cómo...?- no podía ser.

Aziraphele sonrió y se encogió de hombros.

-Soy mago-.







Good angels_ GOOD OMENS _Ineffable Husbands_ (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora