11- La Muerte De Unas Rosas

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Una de las muchas cosas que (t/n) había aprendido sobre sus hermanos durante los dieciséis años viviendo en ese infierno que tenía como casa era en nunca confiar en las expresiones en el rostro de Pudding.

Podía fingir lágrimas para conseguir lo que quisiese o estar feliz para disimular el enojo y frustración. La joven de ojos (c/o) tardó muchísimo tiempo en descubrir cómo descifrar sus verdaderas caras.

Sabía que no podía confiar en esa linda sonrisa que su hermana le regalaba.

—¿Qué quieres? — preguntó (t/n), se limitaba a estar a la defensiva.

—Aw, hermanita, ¿por qué estás de malas?

—¿Qué no deberías estar haciendo algo mejor que molestarme? — no le quitaba el ojo, la de cabellera castaña caminaba alrededor del cuarto de la joven. —Pudding.

—Ah, estoy tomando un descanso. — dijo tratando de sonar adorable, fingiendo limpiarse sudor en su frente. —Ya sabes, es muy estresante planear una grandísima boda.

—Pues ponte a hacerlo en lugar de venir a quejarte.

Se dio cuenta de lo que estaba tratando de hacer. Y Pudding podía ver en el rostro de la contraria que lo sabía.

—Bueno, es que también estoy tratando de calmar mi emoción... Me voy a casar con Sanji-kun, quiero hacer las cosas bien, ¿sabes?

No iba a conseguir la reacción que esperaba, a pesar de que sus palabras comenzaban a molestar a (t/n), ésta trataba de tranquilizarse.

—No mientas, Pudding, tú y yo, probablemente toda la familia sabemos que te vale una mierda Sanji. — espetó la de ojos (c/o), cruzándose de brazos. —No hace falta que vengas a hacerte la santa conmigo.

—Estaba bromendo, claramente. — replicó ella, riendo con suavidad. —No entiendo por qué te molestas tanto.

—No me molesto. Me da igual.

La sonrisa en los labios de Pudding se agrandó, pudo notar cierta molestia en el rostro de su hermana.

—Mientes, (t/n).

El cuerpo de la recién nombrada se tensó, no pudo evitar fruncir el ceño en confusión ante las palabras de la joven.

Pudding volvió a alejarse de la contraria y su repentino acercamiento a la ventana de (t/n), hizo que ésta misma se pusiese muy tensa.

—¿Qué-?

La de cabellos castaños sostuvo el florero que refugiaba aquellas rosas que hace mucho tiempo fueron regaladas a Pudding, quién en su burbuja de indiferencia se deshizo de las flores.

—¿Te da igual dices? — volvió a hablar su hermana mayor. —Me pregunto por qué decidiste recuperar éstas rosas que Sanji-kun me regaló.

—¿Ahora decides que te importan esas rosas?

—Se me cayeron por accidente, claro.

Tenía que recuperar el control de su cuerpo, no podía permitir que sus puños se apretasen con furia mientras se mordía el interior de su mejilla y fruncía el ceño por más molesta que este.

—Eres una maldita mentirosa. — espetó (t/n), una vez más, a pesar de querer tranquilizarse, no podía evitar ignorar las ganas de golpear a la fémina frente a ella. —¿Y qué si decidí quedarme con esas rosas? Te dieron igual cuando las tiraste, entonces te debería dar igual si las cuido.

No hubo respuesta por parte de la contraria por varios segundos, simplemente se quedaba de pie sosteniendo el florero, parecía estar apreciando las rosas.

Su rostro era serio. Hasta que una sonrisa volvió a aparecer en los carnosos labios de Pudding.

Acompañados de unas delicadas carcajadas.

—Hermanita, entiendo... — dijo con un suave tono de voz. —Entiendo que al ser una inútil, tengas que conformarte con lo que los demás tiran a la basura...

Dejó caer el florero bajo la atenta mirada de (t/n), quién no pudo evitar paralizarse, su rostro pálido y un apretón en su pecho apareció.

Como si no hubiese sido suficiente, Pudding comenzó a pisotear las rosas en el suelo, sus zapatillas se encargaban de abusar a los pétalos sin piedad. Las quebradas piezas del florero se restregaban contra algunos pétalos, causando más daños sobre éstos.

En su mente, los momentos que presenció cuando Sanji le había regalado las rosas a Pudding le golpeaban. Recordó cuando recién comenzaba a cuidar de las rosas.

Todo para verlas ser destruidas frente a ella, quien fue incapaz de hacer algo al respecto.

—¡Maldita zorra!

Sin pensar se abalanzó hacía Pudding, logrando abofetear la mejilla de ésta, recibiendo otra a cambio.

—¿Qué? ¿Te molesta que yo podré conseguir otras fácilmente y tú no?

Tiró de los cabellos (c/c) con sus finos dedos, aunque no tardó en recibir una patada en el abdomen por parte de la menor.

—Eres una maldita malagradecida... — volvió a golpearle, pero ésta vez falló y recibió un puñetazo por parte de Pudding.

Cayó al suelo, golpeando su trasero contra éste mismo.

Sin poder defenderse de los ataques de su hermana mayor, quien acercaba su rostro al mismo lugar donde las rosas fueron maltratadas.

—Si tanto te entristece ver esas plantas muertas, vete con ellas. — se burló ella, mientras hacia que el rostro de la joven fuese arañado por las piezas del florero y algunas espinas. —Destruiré ese bonito rostro para que lo único que quede de ti sea nada.

(t/n) no hizo nada, incluso cuando sentía las fuerzas para poder contraatacar, se quedó inmóvil, cerrando los ojos mientras sentía cómo las lágrimas quemaban sus mejillas.

La mano de Pudding se alejó cuando escuchó unos pasos acercarse a la habitación.

—¿Qué mierda? — Cracker había entrado al cuarto y frunció el ceño ante lo que estaba viendo. —¿Qué pasó?

Charlotte (t/n) se levantó, con cierta dificultad, poniéndose la capucha de su suéter para ocultar su rostro y salió de la habitación, sin decir ni una sola palabra.

El mayor, aún con el ceño fruncido se giró a Pudding, quién había actuado como si ella también estaba en el suelo y herida.

—E-Ella me dijo que quería hablar conmigo y me atacó. — mintió.

Charlotte Cracker sabía que mentía, pues él no era estúpido y también conocía a su hermana.

Ignoró a la de cabellos castaños y fue en busca de su otra hermana.

Sin embargo, no había rastro de ésta.

CONTINUARÁ...

Apaga Las Luces (Sanji x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora