15- Agridulce

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En el alba, todavía oscuro, dos jóvenes se encontraban acurrucados entre sus cuerpos desnudos después de haberse entregado al contrario por primera vez.

Una experiencia mágica, llena de amor, sin embargo, éste era un amor que no debería existir, un amor que era incorrecto. Y no sólo eso, sino que era un amor que todavía no había sido confesado del todo.

¿Qué tanto podía durar una fantasía?

—¿A donde vas? — preguntó él, angustiado al notarla distante.

Tomó unos segundos para responder, pues ella ni siquiera estaba segura de la pregunta, de que hacer, confundía sus sentimientos una vez más.

—N-No lo sé... — contestó. Dudaba, se molestaba y no lo podía evitar, sus ojos se cristalizaron, pero frunció el ceño. —No sé que hacer.

—(t/n)-chan, no te preocupes por eso... Cancelaré la boda y...

—¡No puedes! — gritó, mostrando su ansiedad, su miedo a que todos fueran en contra de ella. —No puedes cancelar la boda...

Era una cobarde.

Buscaba sus prendas por toda la sala de estar, sintiendo la intensa mirada del rubio. Él seguía estupefacto ante su reacción, pero a diferencia de la joven, Sanji sabía lo que quería hacer.

—¿Por qué no? — cuestionó con confusión, trató de tomar la mano de la chica para detener sus acciones, sin embargo ella le mostró rechazo. —Si cancelo la boda, no me tendré que casar con tu hermana, podemos... tener nuestra vida juntos, (t/n)-chan, un verdadero romance...

Era lo que había soñado desde la primera vez que vio a Sanji, desde que se dio cuenta que él nunca había conocido el verdadero amor, desde que notó el rechazo que todos sentían hacia él. Su caballerosidad, la gentileza con la cuál hacía las cosas.

No entendía como Pudding no podía enamorarse de él con honestidad.

Al menos si Pudding pudiese valorar a Sanji, se conformaría con aquello para que él fuese feliz.

Mentira.

—No es una historia de fantasía, Sanji.  Mama me matará, hará tu vida imposible, arruinará... nuestras vidas si se enterara de ésto. — con tan sólo pensarlo, el miedo inundó a la menor. —Ésto... era imposible desde un principio.

—Pero...

Sabía que no podía empujarle de esa manera. Acostarse con él para luego desecharlo como una botella de plástico, no era ella, quería escuchar sus palabras y quería que le diese igual el mundo.

Conocía la influencia de Big Mom, sabía que ella podía destrozar la vida de un ser vivo sin tener que interactuar directamente con ellos.

Quería salvar a Sanji.

Si eso significaba lastimar a ambos para evitar un problema mayor, (t/n) no dudaría.

—Fue un capricho.

Todo se detuvo. Pudo ver cómo los ojos del varón se abrían con sorpresa, combinada con confusión y tal vez, tal vez algo de temor.

—¿Qué? — logró pronunciar entre leves balbuceos.

—Lo hice por venganza... Odio a mi hermana, siempre he odiado a Pudding. — espetó, tratando de hacer sonar su voz agresiva, molesta. —Quería buscar su debilidad, y a pesar de que sé que ella no te ama, lo hice para golpear su ego.

Sanji escuchaba vagamente, ignorando esa rara sensación en su pecho, también en su estómago, su mente le gritaba para que dijese algo.

Pensaba que tal vez, si le decía que le amaba, ella se lo pensaría de nuevo.

—(t/n)-chan... — apenas logró decir. Sus labios temblaban, su voz quería quebrarse, romper a llorar.

La chica no le veía a los ojos. Estaba en silencio, apretando sus manos sin saber que hacer, dejó salir un suspiro para liberar el estrés, sin embargo no funcionó. Bajó su mirada.

Sanji quería decirle que le amaba.

Sin embargo, sus labios no se movieron.

<< Te amo... por favor, no hagas ésto. >>

Deseaba que la fémina pudiese leer mentes, pues en ese momento esa era la única forma en la que le podía confesar todo lo que sentía.

Tal vez lo hubiese dicho anoche, mientras hacían el amor, o incluso antes de la fiesta de compromiso, tal vez durante ese tiempo que pasaron juntos. En soledad, solos ellos dos.

Tal vez si no fuese un cobarde.

—Lo siento, Sanji. 

Fue lo único que ella pudo decir antes de irse, buscando el camino a casa, sin pensar en lo que pasaría después de esa noche.

Una forma agridulce de concluir su historia. Al menos eso pensaba (t/n), aunque estaba equivocada.

Apenas era el comienzo del desastre.

El de ceja rizada prendió un cigarrillo, pasó su mano por su rostro, quitando de su frente varios mechones dorados. Acostado como una bolsa de basura en el sofá, sin camiseta y solo boxers.

Rompió a llorar cómo un niño pequeño. Cómo solía hacerlo en brazos de su madre, antes de que ésta falleciera.

Si hubiese dicho algo, a lo mejor las cosas serían diferentes. Se mordió la lengua y se reincorporó, quedando sentado en el sofá. Molesto con sí mismo, pateó una de las mesas del lugar.

Derramó algo, no estaba seguro de lo que era.

Sus dedos aún recordaban el suave cuerpo de la chica de cabellera (c/c), recordaba su mirada sumisa viéndole con timidez, su cuerpo tenía marcas donde ella había tocado. Sentía un extraño dolor a su alrededor, en su piel, cómo si doliera no tenerle tan cerca.

(t/n) caminaba con rapidez a su casa, acompañada de la ansiedad que le tomaba de la mano, provocando que ésta empezase a sudar. Rápidos flashbacks de la noche anterior venían a su cabeza, el sonrojo en su rostro calentaban sus mejillas.

Quería volver con él.

Quedarse en su casa, tal vez dormir en su cama mientras vestía su camisa.

Las lágrimas se acumularon en sus ojos y trató de ignorarlas, al igual que la presión que sentía en su pecho.

Mientras tanto, Sanji fumaba un cigarrillo y con su mano libre tomó su móvil, esperando unos segundos con el corazón en su garganta.

Tenía a la de cabellos (c/c) en su mente.

Alguien contestó su llamada, y con los labios temblorosos habló.

—Quiero cancelar la boda.

CONTINUARÁ...

Apaga Las Luces (Sanji x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora