23- Flores del Perdón

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¿Qué acababa de pasar?

Por un instante, creyó que había sido un sueño, uno de esos que te mostraba lo que más anhelabas para destrozarte el alma al despertar.

Caminó alrededor de su apartamento. Aún no creía que lo que ocurrió hace cinco minutos realmente había sucedido. Diría que estaba imaginado cosas.

Tal vez Luffy había puesto algo en su pastel que le estaba haciendo fantasear.

Se pellizcó la mejilla, no lo hizo con mucha fuerza por el leve temor que lastimarse.

Golpearse el dedo del pie contra el mueble le había demostrado lo suficiente para saber que lo que había pasado era real.

—¡Ah, mierda! — se quejó, cayendo rendida a su cama.

Con la mirada en el techo, se perdía en sus pensamientos. Recordando lo recién ocurrido, abrazó una almohada y hundió el rostro en ésta, pegando un gritito de felicidad.

Se levantó cómo un resorte y fue hacia el baño, revisando en el espejo sus fachas, frunció el ceño con el pensamiento de que no se veía demasiado bien.

Desde la emoción de haberle vuelto a ver, cayó con rapidez de esas nubes de ilusión hasta caer al suelo, a la realidad y lo que pasó.

De su situación, de dónde había quedado gracias al joven. Eran emociones confusas, la molestia de haber sido abandonada por su familia por tal error, y el alivio de haber recuperado su libertad ya que no tenía a nadie que le limitase a nada.

Al mismo tiempo, varias preguntas cruzaban su cabeza.

Era demasiado que pensar y procesar.

(...)

Mientras tanto, en el apartamento de Luffy, éste mismo salía del baño en completa desnudez.

—¡Luffy! Guarda esa cosa que nadie quiere ver.

—Oh, Sanji, no sabía que ya habías regresado. — dijo sin prestar atención a las palabras del rubio. —¿Ya se fue (t/n)?

—Sí, la vi antes de que saliera de aquí.

—¡Qué bien! Al menos ya se conocieron. — exclamó emocionado, pegando saltitos y buscando su ropa. —¿Quieres algo de pastel? ¡Nos quedó delicioso!

Pastel.

Le recordó a algo.

—¿Sabes de alguna tienda que esté abierta a estas horas?

—Eh... — Luffy puso un dedo en su barbilla, pensando hasta que tuvo una respuesta. —Hay una al final de la calle, estoy seguro que está abierta las veinticuatro horas del día.

—Bien, saldré un rato, ya regreso.

Luffy no le dio mucha importancia, de hecho una vez estuvo solo en el apartamento, fue a su habitación a jugar videojuegos con uno de sus amigos.

Vinsmoke Sanji puso otro cigarrillo entre sus labios, usando el encendedor para aliviar sus ansias. Tomó una calada y caminó con rapidez hacia la tienda.

Durante éstos dos años que tuvo cero contacto con la joven, su vida tampoco había sido nada fácil.

Empezando por el hecho de que su familia, bueno, la familia Vinsmoke le dio la espalda por completo. Antes le odiaban y simplemente le usaron por su matrimonio con la hija de Big Mom, ahora que él la había cagado, su padre, si es que así le podia llamar, le abandonó por completo.

A diferencia de (t/n), quién tenía dieciséis años cuando fue expulsada de la familia, Sanji tenía diecinueve. Era un adulto, y logró mantener una estable vida ya que su padre le dio completamente igual lo que hacía de su vida, mientras no se lo topase en el camino.

Por desgracia, no pudo volver a contactar a la joven peli-(c/c), ya que sus redes sociales, vinculadas con la familia Charlotte, fueron borradas. No tenía su número, y era obvio que no podía preguntarle a ninguno de sus hermanos por ella.

No había conocido a nadie más después de ella, no porque no pudo, de hecho hubieron algunas chicas que le tiraron la onda a lo lejos, y por más amante de las mujeres que él era, Sanji no pudo sentirse interesado en alguien más.

(t/n) nunca abandonó su mente.

Maldición. Había soñado tantas veces con volverle a ver, que no podía procesar el hecho de que le haya visto, y no sólo eso, también le habló.

Pocos intercambios de palabras.

Fue genial. Se sentía como una bendición, en el paraíso. El haber escuchado su voz diciendo su nombre le había erizado la piel.

Le había extrañado.

Hace poco se mudó a Nuevo Mundo, en busca de nuevas oportunidades, o eso suponía.

Y tenía a éste amigo que conoció en redes sociales, el cual respondía al nombre de Luffy. Tal vez se arriesgó un poco en conocerle en persona, pero era un buen chico y disfrutaba muchísimo de su comida.

Gracias a él tuvo un techo donde refugiarse por varias semanas. Trataba de no entrometerse mucho en la vida de Luffy, por lo cual se mantenía ocupado en su trabajo todo el día, para llegar tarde en la noche y dormir, sin molestar al pelinegro.

Hasta que ese día llegó.

Entró a la tienda, lo primero que vio fue la sección de flores, las cuáles no tardó en recoger, sin embargo se la pensó de más.

Quería elegir flores que fuesen especiales para la chica. Se mordió el labio mientras pensaba.

Rosas de color rosa.

Las flores del perdón.

Aunque no era lo único que consiguió de aquella tienda.

(...)

No había esperado ver a Sanji de pie frente a su puerta con rosas en su mano y una bolsa colorida en la otra.

Su corazón se derritió cuando él le sonrió con algo de nervios, su rostro estaba sonrojada y era un imagen simplemente adorable.

(t/n) no tardó en dejarle pasar después de sonreírle, cerró la puerta con llave y se giró a verle.

Fue sorprendida con un suave beso, lleno de romanticismo y con una pizca de desesperación por tocar sus labios. Extrañaba esa sensación de calidez provocada por aquella parte de su cuerpo, y ella no tardó en corresponder con la misma necesidad.

Y tal y cómo lo pensó, se sintió bien.

Cómo en un sueño, uno que había esperado desde hace muchísimo tiempo.

—Feliz cumpleaños, (t/n)-chan.

CONTINUARÁ...

Apaga Las Luces (Sanji x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora