Rock My World

unforgettable

Tú y Paulina, habían tenido una intensa discusión esa noche, es por eso que decidiste tomar tú saco e irte, tratando de calmar la situación y hablarlo cuando ambas estuvieran en sus cinco sentidos.

Pero, aquella chica te tomó del brazo y repitió en un demandante, pero delicado tono sumiso: "No irás a ningún lado". Con aquella voz rasposa que te generaba duda.

¿Sería acaso, una buena idea
permanecer ahí?

. . .

La peliroja trataba de mantener la paciencia, controlarse, sosteniendo con anterioridad y torpeza la manga derecha de tú chaqueta, jalando un poco hasta lograr obtener tu atención, aunque no de la forma que ella hubiera querido.

La miraste fijamente a los ojos, aquellos acaramelados y dulces que te demandaban un poco de tu atención, pero una escena de celos fué la gota que derramó el vaso, pues planeabas salir con tus amigas esa noche, sin embargo Paulina se negó rotundamente y bueno, la discusión comenzó.

No era un persona insegura, era posesiva. Estar en ese medio y lidiar con personas que fastidian demasiado la hace ser así, controladora y posesiva con lo que tiene.

Aunque cuidaba mucho de su vida personal.

Llegaste finalmente a la fiesta, una discoteca bastante acelerada, apenas llegaste unos tipos pusieron sus ojos en tí y trataron de invitarte un trago. Idiotas, además sus gustos no eran nada similares.

Pero mirando aquel vaso bajo de cristal, sonreiste con malicia al pensar que, si Paulina estuviese ahí, les regresaría ese mismo vaso roto, y si ella quisiera, compraría toda esa reserva de alcohol.

La situación podría malinterpretarse por la sonrisa, así que rápidamente te decidiste por devolver aquel trago.

Uno de los hombres se acercó, tus amigas de encontraban en la pista bailando todo canción que les pusiesen, y pidiendo algunas. Apenas se percataban de aquel hombre que no aceptaba un no por respuesta.

—¿Si?— Dijiste algo fastidiada de tener que lidiar con alguien así en una supuesta noche divertida, además, dejo de serlo cuando Paulina pidió que te quedaras. —¿No te gusta?— chocó el vaso de vidrio con el suyo, aparentando un brindis que definitivamente no iba a ser correspondido. Que diablos, déjame en paz.

Pensaste.

—No, gracias— el hombre te tomó del brazo, bastante delicado a ser verdad, pero fué tan solo el toque el que te recordó a Paulina. No había nada ni nadie como ella en ese mundo, estabas segura. Querías regresar con ella y besarla tan mal. —por favor — te deshiciste del agarre, el se levantó y enseguida tú lo hiciste también, caminaste con él detrás mientras buscabas a tus amistades entre la multitud, empezaba a molestarte más de lo normal.

Escuchaste el rugido de un coche, bastante peculiar y supiste de inmediato quien era.

Un puto Porsche negro estacionado afuera de la discoteca, en seguida Paulina bajó junto con sus hermanas, que tan solo se quedaron afuera, recargadas sobre su "pequeño carro de viajes" la gente murmulló al verla, ¿Quien es? Se repetía al unisono en tono bajo.

—Soy su novia, idiota— jalaron nuevamente la manga de tu chaqueta, pero está vez si lo deseabas. Una sonrisa se pintaba sobre tu rostro al notar los celos que incluso ni si quiera cabían en un ser tan lindo y pequeño como lo era Pau. Pero de algún modo apresar de que se veía hermosa, no aparentaba ser pequeña ni tierna en ese momento.

Una vez al lado de ella, tomó el vaso de vidrio y lo entregó, ah no ser que, descuidadamente se le haya resbalado.

—Tenemos que irnos, preciosa — dijo con una sonrisa burlesca en su rostro, mientras el motor de aquel Porsche sonaba de fondo.

La gente solo se tomó el tiempo de ver cómo montaban aquel deportivo y el motor hacia estruendo por todas las calles y su recorrido.

De alguna forma sabías que, Paulina ers mejor que salir de fiesta incluso.

No había nadie como ella y, aunque no pensabas hacerlo, sabías que es y será inolvidable.