Los rayos de sol golpearon tu rostro impidiendo que abrieras los ojos, a simple vista, el vaivén de las olas que por supuesto reconocías, te daba la idea de dónde podrías estar.
Tus manos se apoyaron sobre la madera del barco, el cual estaba en perfectas condiciones y estacionado sobre el puerto, como si nunca hubiera pasado lo de ayer.
Espera... ¿Ayer?
Aquellos recuerdos volvieron como flashbacks en tu mente, Pasaban como una cinta antigua de películas y no podías creerlo. Acababas de ver una maldita sirena.
¿Cómo, como era posible?
Con cuidado te pusiste de rodillas antes de ponerte de pie por completo, el día era soleado, despejado y la brisa calmada. Era cierto aquello que decían, después de una tormenta sale el sol.
Te sentías algo mareada, a ser verdad inhalar agua no era de lo mejor. Pero afortunadamente estabas viva. De repente, empezaste a escuchar algunos balbuceos que se fueron aclarando, como si alguien tuviera una discusión, pero en un idioma que no podías entender. Tal vez tus orejas necesitaban vasearse.
Finalmente te pusiste de pie, y casi te desmayas nuevamente al ver a aquella hermosa chica aleteando delicadamente su cola contra el piso del barco, y todo al rededor de ella, evidentemente mojado.
—¡Aaaah!— soltaste un grito, dando algunos pasos atrás, la chica ladeó la cabeza y sonrió divertida. Al igual que tú, parecía fascinada contigo.
—Creo que estoy... delirando— dijiste para tus adentros mientras tambaleabas, sin embargo diste dos pasos adelante con una firmeza que fingiste en ese momento.
—Estoy conmocionada o algo porque... Esto es imposible— tu vista volvió a sentirse borrosa y tú cuerpo cayó al agua nuevamente. La rubia rodó los ojos y se lanzó para rescatarte otra vez. Cuando volvió a subirte, te encontrabas mejor como para admirarla más de lo que ya lo habías hecho en ese pequeño lapso.
—Pe...peligro — dijo la chica rubia, su voz era femenina y delicada, aunque algo grave.
—¿Peligro? ¿Peligroso?— la chica rubia asintió.
—Morir debes—la chica apuntó tu pecho— tú.
—¿Yo?— la miraste algo asustada, pero su rostro inocente y la torpeza en su voz te hizo sentir que era indefensa.
No supo responder, a la cuál te dió una graan sonrisa, con los ojos medio abiertos, algo fingida pero generaba ternura.
—Tal vez estoy muerta, o drogada, o tengo agua en el cerebro, aún no proceso que está sea real. Necesito regresar a casa e ir al médico, seguro me golpeé la cabeza— Te dirigiste hacía el ancla, presionando el botón que nuevamente, no funcionó. La chica se quedó mirando unos segundos hasta que de forma repentina dijo —¡No, peligroso!— giraste para verla nuevamente, te habías dado cuenta que... Sus branquias habían desaparecido.
Solo tenía como sí se tratara de pequeños cortesitos en el cuello, pero su apariencia era muy humana. No recordabas que eso hubiera pasado antes.
Fijaste la vista en aquellos ojitos brillosos y acaramelados que te advertían. La chica bajó y te ayudó con el defecto, se sumergió en el agua y simplemente admirabas la facilidad que tenía de moverse sobre ella. Sus clavados perfectos y calculados, pero a su vez totalmente naturales.
Sumergió la cabeza entera y el reflejo del sol sobre adentro del agua se posaba sobre su frente y sus brazos. Te diste cuenta como sus pequeñas «cortadas» se abrían mientras estaba sumergida, y una vez lo arregló, dijo —No volver al mar cuando tormenta acercarse, entender?— Dijo con un intento nuevamente torpe de amenaza. Te preguntabas cómo es que sabía hablar el idioma humano.
¿Había... Estado en la superficie antes?
—Amo el mar, apesar de las tormentas no hay nada que me detenga— ¿Cuál era su nombre? Tenías demasiadas preguntas sobre esa jovencita.
—No, tormenta ¿Sí entender?— no pudiste evitar soltar una risita divertida. La chica miró nuevame confundida, su conjugación humana era peculiar, pero estaba bastante bien.
—Sí, entender.— le rendiste la mano para que saliera del agua, rápidamente la tomó y al sentir el tacto recordaste que no vivías sola. Tenías una roomie, Alejandra estaba esperando por tí en casa. Tenías que volver.
—Fué un placer, jovencita— Daniela.— interrumpió la menor —Mi nombre es Daniela—. Sus palabras se volvieron claras de golpe, aunque solo asentiste con una sonrisa.
—Está bien, Daniela. Tengo que irme ¿pero prometes visitarme más tarde? O tal vez en la mañana... Cuándo el sol apenas suba por ese horizonte —señalaste el cielo— nos veremos aquí —
La chica asintió, dió la vuelta y se volvió una misma con el agua, nadó más que rápido sobre el interior y en unos segundos, su brillante luz se esfumó entre el agua.
. . .
Regresaba finalmente a casa, Alejandra preocupada, calcomiendose las uñas de los nervios, preguntó exaltada apenas escuchó el reposar de las llaves sobre la madera.
—¡¿Que son estas horas de llegar?!— dijo con una voz aguda que solo te hizo sonreír. —No vas a creer lo que pasó —. Dijiste mientras la castaña arqueaba las cejas intrigada de aquel misterio que estarías apunto de contarle.
Alejandra efectivamente no creyó todo aquello que conteste. Mareaste las cosas tal y como pasaron y estaba totalmente perdida apesar de que tú relato había sido claro y fácil de entender.
—¿Sirenas, uh?— dijo divertida luego de divagar su mirada en la desordenada habitación. Asentiste con los ojos brillosos, sabías que estaba apunto de decirte...
—Te lo dije.— soltó, y volviste a asentir con algo de pena. Pero, como ibas a saber eso.
Alejandra se emocionó de más con la historia, empezó a buscar uno de los cuadernillos en lo que solía dibujar, no frecuentemente pero lo hacía de vez en cuando y lo encontró.
—Me recuerda mucho a mi infancia.— dijo en un suspiro, como si de una película de ficción se tratase, y no pudiste evitar soltar una carcajada. —¿Apenas ayer?— haciendo burla a lo joven que era. La menor te miró divertida y asintió, restándole importancia a tu pequeña broma.
—Ajá, ayer. —Solía dibujar muchas cosas de estas— ladeó el cuadernillo mostrándote sus dibujos simétricos y algunas prácticas de anatomía femenina. —Estaba obsesionada con ella, como no tienes idea, pero mis padres me lo prohibieron— negaste con la cabeza —Son demasiado buenos...— dijiste analizando los trazos. Alejandra era una muy buena dibujante. Se notaba que era su hobbie.
El ventanal que se encontraba a sus espaldas fue golpeado por una pequeña concha de mar, y cuando esté logró llamar la atención de las chicas, irradió una luz de aquel misterioso mar.
—Daniela— dijiste con una leve sonrisa.
Solo pusiste observar la cara confusa de la menor, mientras esta observaba cautelosa aquella ventana. —¿Quién?— preguntó con el ceño fruncido.—La chica del mar.—
¿Mitología × the warning?
Queeee JAJAJAAJ omg, que gran capitulo. Díganme si quieren parte 3! O si dejo el final de esta bella historia a su imaginación.
Denle laik sí les gustó y suscrivanse a mi kanal
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Rock My World
Conto¿Cómo sería ser la pareja de la banda Mexicana de Rock del momento? ¿Cómo sería? Adaptarse al estilo de vida que llevan no es fácil, pero sí algún día te lo cuestionaste, esto es para tí. Un libro de One Shots con The warning. ♡ 📍Aclaración. Este...