¿Escuchas eso?
Es el cantar de una sirena.. . .
Siempre hubo algo por lo que te sentías atraída, el inmenso y fascinante océano. Las aguas, su magnitud, el estudiar todo al rededor de ello, con misterios y esas grandes profundidades que querías resolver.
Sobre tu escritorio, con un lapicero entre las manos, los codos sobre la mesa de madera, apuntando hacia afuera y los hombros relajados, acomodabas tu cabello mientras dejabas que la brisa rozará una y otra ves tu cien. El ventanal que se ubicaba justo atrás era el causante. Vivías un momento de paz hasta que fue interrumpida cuando viste que Alejandra, tu roomie, entró abruptamente.
-Escucha esto- dijo, mientras levantaba su teléfono rápidamente, y encendía el audio de la radio a través de el.
Por otra parte queremos advertirles acerca de la tormenta que se avecina nuevamente sobre la costa del estado de México en dónde...
Comprendiste el fuerte viento que golpeaba tu rostro en ese momento, pero solo rodaste los ojos con una sonrisa divertida.
-Acabas de escuchar que una tormenta se avecina y tú solo... ¿En serio?, ¿Piensas salir a navegar?- Ale te lanzó una mala mirada.
-Vamos Ale, hago esto desde los diez, nada malo me pasará. Sé afrontar una simple tormenta.
-Lo sé... Pero no, no salgas a mar abierto cuando sabes que algo así se aproxima- amenazó tiernamente señalando con el dedo indice tu rostro confiado que luchaba por no soltar una carcajada al momento que entrecerró los ojos para tratar de que lo aceptaras.
-Déjame preocuparme por tí- Agregó un poco más enserio, apagando la pantalla del celular, posándolo sobre tu escritorio. Dejándote ver por segundos la nubecita grisacea con gotas de agua de aquella app de clima.
-Esta bien- dijiste, soltando el lapicero para mirar la hora que marcaba tu reloj de mano. -A mira, es hora de zarpar- dijiste mientras te deshacias de ese mismo reloj y tomabas una mochila del perchero en el rincón de la habitación.
-Hey, me da igual que sepas sobre esto, no quiero que mueras en el mar... Contaminas, ¿Sabes?- agregó un poco más tranquila, mientras asentías con una sonrisa y antes de salir y cerrar la puerta dijiste un -Estaré bien- y la puerta fué cerrada a medias. Ale sé dirigió a ella, la cerró por completo y tomó nuevamente su celular. De alguna forma sabía que sería así.
Acomodaste las velas a la dirección del viento, navegar de noche era un tanto espeluznante, pero amabas hacerlo a esas horas. Salir de noche era un privilegio que no ibas a desperdiciar por una tormenta. La experiencia de ver cómo el sol se posa en el atardecer dejando una vista hermosa era algo que no abandonarías. Y así es.
Observabas como pequeñas olas venían y se desvanecían.
Después sentiste pequeñas gotas caer en tus hombros, mojando la camiseta blanquesina que llevas puesta, haciéndolo transparecer un poco. Sonreíste. -Ale me matará si me ve mojada cuando llegue a casa- dijiste para tus adentros. Seguido, miraste tranquilamente el horizonte dónde el sol se escondía dejando poco a poco una gama de colores oscuros que de todas formas, deleitaban la vista que tenías en ese momento. Pero también comenzaba a llover aún más. Tocaste el botón que hacía que el ancla subiera pero este parecía no responder. -Oh, vamos- frunciste el ceño -Vamos, no me jodas- miraste a tu alrededor buscando la mochila, para sacar de ella un impermeable. Esta vez estaba comenzando a llover aún más fuerte.Decidiste agacharte un poco para ver qué era lo que pasaba con el ancla. Tus dedos la rozaron y utilizando el peso de tu cuerpo pudiste tomarla. Afirmaste contenta, mientras algunos mechones empapados caían sobre tu rostro, impidiendo un poco tu vista. Intentaste ver qué había sucedido con ella, si acaso se había estancado con alguna roca, pero nuevamente tu vista era poco nítida. La lluvia dificultaba un poco las cosas.
Tus manos estaban sumergidas en el agua, y de ella, escuchaste un chapoteo lo suficientemente fuerte como para frenar tus intentos.
Giraste a todos lados, pero el agua estaba calmada, no entendías de dónde había venido ese ruido que se escuchó tan cerca. Y aún más repentino que eso, el tacto de algo frío se posó sobre tu antebrazo, una mano, con una pálida piel. Aquello te hizo caer sobre tu espalda, te alejaste rápidamente de aquella interacción, estabas confundida y completamente congelada.
La talasofobia parecía invadir todo tu cuerpo. Mientras las gotas seguían impactando sobre el mar oscuro.
Escuchaste un canto agudo y como si pudiera meterse en tu cabeza, creaba un eco, pero sin embargo se escucha lejano. No había forma de que alguien pudiera producirlo...
no era para nada humano.
Las aguas retumbaban, al menos era la impresión que te daba, cuidadosamente regresaste al lugar, con algo de miedo pero, después de tanto tiempo haciendo lo mismo desde que eras apenas una niña, revivir aquella emoción que se fusiona con el terror de hacer algo completamente nuevo y la idea de que fuera peligroso te atraía todavía más. Indescriptiblemente, al acercaste te tropesaste con aquella mochila y al no reaccionar lo suficientemente rápido, caíste con fuerza hacia el mar completamente abierto.
Aún con los brazos aún suspendidos entre al agua, abriste los ojos y jalaste hacia abajo para traer de vuelta tus brazos y tratar de nadar hacia arriba. No lo pensabas pero veías con cierta claridad. Tu vista solo se concentraba en subir, pero nuevamente aquel tacto tomó uno de tus dedos torpemente. Miraste con detenimiento, de arriba a abajo y tus ojos no podían creerlo.
De ninguna forma, eso era...
Su cabello dorado, su pálida piel y sus ojos cafés, grandes y completamente abiertos, como si no le afectará en lo más mínimo. En su mandíbula un poco más abajo, se encontraba un lunar, y de la cintura para abajo, una larga cola de pez. Que la mantenía constantemente aleteando. Lo más fascinante de aquella mujer era su aspecto marino, el reflejo del agua que la hacían brillar y... Las branquias que se abrían y cerraban suavemente, ubicadas al costado de su cuello.
La chica entrelazó una de sus manos con la tuya. Su tacto en definitiva se sentía diferente. Negaste desenfrenadamente con la cabeza, mientras aún con el brazo que no había atrapado, agitabas tratando de subir, pero aquella chica soltó una risita. Su sonrisa era completamente hermosa y sus ojos enchinados le iban demasiado bien.
¿Quería ahogarte?
Por más que intentaras, la mujer sujetaba tu mano con una delicadeza nata que de todas formas, hacia que no pudieras subir a la superficie, y el poco oxígeno que tenías para ese entonces, se estaba escapando de tus pulmones.
Tu vista dejó de ser clara, estabas desmayandote o algo similar. Estabas más que asustada, y era raro, el mar jamás logro asustarte. Pero...
Tenías miedo.
La chica miró con intriga cuando comenzabas a soltar burbujas, estabas comenzando a ahogarte, definitivamente. Tú vista finalmente se nubló y lo último que vieron, fué a aquella mitadpez tomarte por los hombros y sentir como el agua se movía rápidamente.

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Rock My World
القصة القصيرة¿Cómo sería ser la pareja de la banda Mexicana de Rock del momento? ¿Cómo sería? Adaptarse al estilo de vida que llevan no es fácil, pero sí algún día te lo cuestionaste, esto es para tí. Un libro de One Shots con The warning. ♡ 📍Aclaración. Este...