12- Cita

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-Eeeh, ¿puede? Como sea, te veo en 5 minutos, así dejo a Maeumi en casa y cojo la mochila - se despidió todo sonrojado.

No me lo puedo creer, Yang Jungwon me ha pedido una cita. Entré a mi habitación corriendo y me miré en el espejo. ¿Cómo es posible que Jungwon me haya visto con estas pintas de pordiosera? Me quiero tirar de un quinto piso.

Me vestí lo más rápido que pude. Me puse unas medias térmicas que parecían ser media fina, ya que fuera hacían 3ºC, y un vestido rojo apagado ceñido al cuerpo que me llegaba a un palmo de la rodilla. También peiné un poco mi cabello, me maquillé un poco y me rocié unas gotas de mi perfume favorito. Ya lista, salí de mi habitación no sin antes de coger mi bolsa de baile con todo lo necesario y mi monedero.

-¿A dónde vas con tanta prisa?- sentí la voz de mi hermano que salió de la nada.

-He quedado con mis amigas para ir a comer- le mentí. Si le digo que he quedado con un chico me freiría a preguntas.

-Nunca te arreglas tanto para salir con ellas y tampoco te pones perfume. Ni te maquillas. ¿Tienes una cita?- alzó su ceja.

Mierda, ¿ahora que le digo?

-Sí, tengo una y es con el vecino que te cae tan bien- le dije muy de prisa mientras me ponía los botines negros con tacón en la entrada. Antes de que pudiera decir nada, cogí el abrigo y las llaves y salí.

Cuando ví que no estaba dí un suspiro de alivio y aproveché para mandar un mensaje de voz al chat grupal con mis amigas:

-No preguntéis cuando pasó porque ni yo misma lo sé, pero ahora mismo estoy esperando a Jungwon para ir a una cita. No me lo puedo creer, os juro que estoy a punto de desmayarme aquí mismo- me reí.

-No te desmayes que no quiero comer en un hospital- se rió una voz detrás de mí. Me giré y lo vi allí, delante de mí. Iba vestido con unos tejanos negros, una camisa blanca y una chaqueta también negra. Estaba muy guapo, demasiado. - Madre mía, hoy los astros se han alienado para que Hana creciera 10 cm.

-¡Oye! No empieces- hice un puchero.- Sabes, te iba a hacer un cumplido pero ya veo que no lo quieres- y empecé a caminar mientras me reía internamente.

-Vale, vale, perdón- me siguió.

-¿A dónde iremos a comer?

-Es una sorpresa.

Durante el camino estuvimos hablando sobre la coreografía de la competición y en que hoy la enseñaríamos a las profesoras. Luego de unos 15 minutos andando llegamos a un pequeño restaurante situado cerca del gran parque que rodea la Torre de Namsan. Enseguida nos atendieron y pedimos la comida.

Era un sitio encantador, estábamos en una parte del restaurante donde tanto el techo como las paredes eran de cristal y pudimos apreciar el verde del paisaje.

-¿Sabes de qué me acabo de acordar? - preguntó Jungwon.- De ti entrando por la puerta de la clase de hip hop toda tímida.

-Uf de eso hace ya unos 5 años. Ese día mi hermano tardó una hora en venir a buscarme. También fue la primera vez que nos vimos. Por cierto, me dijeron que ese día eras nuevo. ¿Dónde aprendiste a bailar?

-De hecho esa fue mi primera clase de baile. Nunca había bailado en mi vida.

-Mientes, no es posible que esa fuera tu primera clase. Nadie tiene tanta fuerza y agilidad en su primera clase.

-Te lo juro. Y sobre la fuerza, ¿sabes que viví unos cuantos años en Estados Unidos? - asentí con la cabeza- Pues allí hice un año de atletismo y seis de taekwondo.

-Ahora todo tiene sentido.

Al salir me contó un poco sobre su vida familiar. Su padre dirige una de las filiales de la empresa de mi padre y se mudaron a Nueva York para poder dirigir la subsidiaria que hay allí. Luego volvieron aquí, para seguir con las actividades que dejaron pendientes.

Su familia es muy diferente a la mía. Mientras que a nosotros nos han planeado cada minuto de nuestra vida a ellos les dejan muchísima libertad, tanta que casi no se preocupan por ellos.

Ahora que lo pienso... No puede ser. ¿Y si Jungwon fuera aquel niño qué dejó a mi Barbie calva y luego me estampé contra un pastel? Todo coincide. Ese día era la despedida de la familia Yang porque se mudaban a Nueva York. Yang, Yang Jungwon. ¿Cómo no lo vi antes? Seré tonta. Ay, quiero sacarme esta duda de encima, ya le preguntaré después.

Sin decir nada más, nos adentramos en la academia para cambiarnos y ensayar.

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-¿De verdad habéis montado esta coreografía vosotros dos? Tiene muy buen potencial para ganar- nos felicitó la señorita Nam.

-Bueno el mérito es más bien de Jungwon, yo no tengo tanta experiencia en el hip hop - dije con una sonrisa nerviosa.

-Pero también tienes una parte del mérito Hana, por salir de tu zona de confort y probar algo nuevo. Aún así cuando hagas el giro procura estar menos tensa.

Después de la avaluación nos pusimos enseguida con la segunda coreo.

-Espero que hayas disfrutado del hip hop, porque ahora viene el jazz - dije con un intento de risa malvada.

-Mira como tiemblo - se burló.

Y así empezamos con la segunda coreo, aunque no la llegamos a acabar.

En un descanso, le pregunté lo que hacía rato que tenía en mente y quería acabar con la duda.

-En la comida me dijiste que tu y tu familia os habíais mudado a Estados Unidos. ¿Por casualidad la empresa no os hizo una fiesta de despedida con un baile victoriano o algo por el estilo?

-Sí, ¿por?- me miró con cara de duda.

-¿Recuerdas algo de ese día?

-Uf, era muy pequeño, tenía 6 años entonces. Solo me acuerdo de una niña que me perseguía y chocamos contra el pastel de la fiesta.

Es él. ¿Qué es esto? ¿El destino quizás?

-¿Qué harías si te dijera que conozco a esa niña?

-Ay esa niña. En una cena importante de empresa me lanzó una bola de helado en mi chaqueta.

-Oye, sus motivos tendría también.

-Lo dudo. Antes me has dicho que la conocías, ¿quién es esa niña?

Amor sobre puntas de balletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora