Capítulo 24

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Víctor se quedó perplejo y, después de un largo rato, finalmente entendió lo que Simón quería decir y, comenzó a reír a grandes carcajadas.

Mucho tiempo después, Víctor dijo con una sonrisa maliciosa: —Muchacho, ¿sabes usted quien está sentado aquí? Es Arturo, el líder de la Sombra Roja, la banda más grande en Valivaria, la principal fuerza criminal. Parece que no tienes ni idea de lo peligroso de esta situación.

—La sombra Roja, Arturo— respondió Simón con indiferencia, —Nunca he oído hablar de ellos.

Esta respuesta estúpida, enfureció a Víctor, quien estaba a punto de empezar a insultar a Simón, pero Arturo habló en tono siniestro.

—¡Mira lo valiente que es este joven! Parece que hay personas que no conocen quién soy. Tal vez sea hora de que se entere y me conozca.

Daniela intervino rápidamente y dijo: —No lastimen a nadie, de eso no se trata hermano mayor. Puedo ofrecerles más dinero. No dañen a ninguno de nosotros. Todo esto es negociable.

Arturo respondió fríamente: —¿Crees que necesito negociar contigo? el grupo financiero Cape puede ser poderoso, pero Valivaria es mi territorio. Puedes tener muchísimo dinero, pero no necesariamente tendrás la vida, para contarlo.

Simón miró a Arturo y dijo con tranquilidad: —Te aconsejo que no tengas ideas equivocadas. Si quisiera, podría aplastarte como si fueras una miserable hormiga. Frente a mí, mejor te portas muy bien, o las consecuencias serán muy graves.

Al escuchar esto, Daniela entró en pánico total. Simón siempre había sido demasiado sensato, pero en este momento, parecía estar enfureciendo a Arturo y a Víctor. Esto parecía una terrible sentencia de muerte.

Arturo, después de escuchar a Simón, sonrió irónicamente. Luego, negó con la cabeza y dijo: —Han pasado más de veinte años, y nunca he visto a alguien tan audaz y valiente frente a ml. Esto realmente me sorprende.

Simón respondió con gran tranquilidad: —Es mejor que liberen a Daniela. De lo contrario, sucederán cosas aún más funestas.

Arturo frunció el ceño y dijo en voz baja: —Córtenle las piernas. Vamos a ver si sigue siendo tan atrevido.

Daniela suplicó: —Por favor, no le hagan daño. Puedo darles más dinero. Podemos negociar. El grupo financiero Cape tiene muchísimo dinero.

Arturo respondió con una risa fría y amenazadora: —Si, quiero dinero, pero también quiero enseñarle una lección a este joven.

Víctor, lleno de emoción, miró fijamente a Simón. Todo lo que había pasado era culpa de Simón. Incluso sí lo despedazaban en ese momento, aún sentiría que no era suficiente para lograr su venganza,

En ese momento, sonó el teléfono de Simón. Miró su teléfono y dijo: —¿Me permiten contestar esta llamada?

Arturo hizo un gesto con la mano, deteniendo a sus secuaces, y miró con gran arrogancia a Simón. —Te estoy dando una valiosa oportunidad. Puedes llamar a alguien o a la policía si quieres. A ver quién se atreve a intervenir en mis asuntos.

Simón obedeció y respondió la llamada. —Simón, soy Leonardo. Mi padre quiere invitarte a tomar unas copas. Acabo de llegar a tu casa, pero no hay nadie allí.

Simón guardó silencio por un momento y luego pausadamente le dijo: —Estoy bastante ocupado con un asunto en este momento. Podría llevarme algo de tiempo.

Leonardo trató de compensar su falta de consideración. ¿Qué sucede? ¿Necesitas ayuda?

Simón miró a Daniela y respondió después de pensarlo por un momento: —Han secuestrado a una de mis personas.

—¿Qué? ¿Quién lo hizo y dónde? Leonardo se enfureció.

Simón respondió con total calma: —En una fábrica química abandonada en las afueras del norte.

—Simón, espera un poco. Llegaré en diez minutos, no te preocupes— dijo Leonardo antes de colgar el teléfono.

Mientras tanto, en una base de operaciones en Valivaria, un equipo especial, recibió órdenes y se reunió en cuestión de minutos. Estaban completamente equipados y conduciendo vehículos totalmente blindados; mientras se dirigían a toda velocidad hacia la fábrica química abandonada.

Simón colgó el teléfono muy educadamente y miró a Arturo. —¿Pueden esperar diez minutos? Alguien parece querer conocerte.

Arturo se rio con arrogancia. ¡Jajaja...! ¿Diez minutos? No, estoy dispuesto a esperarte media hora.

Quiero ver quién se atreve a intervenir en misasuntos.

Conviviendo con una atractiva CEO después del divorcioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora