Capítulo 54

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Valerio tenía la frente empapada de sudor, pero Xenia respondió con valentía: —Vamos, no tengas miedo. Valerio, si no vas, llamaré a tu papá.

Valerio estaba atrapado y, aunque le resultaba difícil hablar, sabía que debía resolver esta situación de alguna manera. Miró a Mario y preguntó:

—Señor Jiménez, ¿puedo ir yo solo?

Valerio estaba sugiriendo que podría ir solo y ofrecer una compensación. Quizás los Fernández podrían darle a su padre un poco de respeto y dejar pasar este incidente sin que él se avergonzara públicamente.

Sin embargo, Mario no estaba dispuesto a darle un trato especial a Valerio en este momento y respondió fríamente:

—¿Acaso no escuchaste lo que dije antes?

En ese momento, Emiliano se levantó, enojado, y exclamó:

—¿Qué estás tramando? ¿No sabes quién es el señor Navarro y cuál es su posición? ¿Cómo te atreves a hablar así?

Evidentemente, Emiliano no comprendía completamente la importancia de los Fernández. Mario se volvió hacia Emiliano y sonrió fríamente, diciendo:

—Conozco perfectamente su posición. Simplemente parece que ustedes no entienden lo que representan los Fernández. ¡Vengan!

Mario gritó, y de inmediato entraron en la sala siete u ocho hombres corpulentos, formando una línea frente a ellos, mirando amenazadoramente a todos en la habitación. Estos hombres estaban vestidos con trajes elegantes, tenían una constitución fuerte y una apariencia intimidante que inspiraba temor.

Algunos de los estudiantes femeninos gritaron sorprendidos y retrocedieron, mientras que los estudiantes masculinos también mostraron signos de temor. Sofía se sintió preocupada, pero Simón la tranquilizó con una sonrisa y dijo:

—Está bien, no te preocupes.

Sofía asintió con la cabeza, aunque aún tenía preocupación en su rostro.

Xenia también estaba sorprendida, no se esperaba que un simple gerente de restaurante se atreviera a desafiar a Valerio de esta manera. Después de un momento, miró a Valerio con enojo y le dijo:

—¿Qué tipo de persona eres? Un gerente insignificante se atreve a faltarte el respeto.

Valerio se sentía atrapado y avergonzado, pero no podía permitirse perder esta cara frente a Xenia. A regañadientes, se puso de pie y dijo:

—Señor Jiménez, iré a explicarle todo a don Fernández, asumiré todas las consecuencias.

Mario respondió con frialdad:

—¿Puedes asumir realmente las consecuencias?

Valerio intentó apelar a la influencia de su padre, diciendo:

—Mi padre es un jefe de zona, al menos deberías mostrarme un poco de respeto.

Mario replicó:

—No es que no quiera mostrarte respeto, pero tú y tus amigos atacaron a la persona equivocada. Todos los que participaron deben ponerse de pie.

La orden de Mario hizo que todos en la sala se sintieran incómodos. Estaba claro que la situación se había vuelto desfavorable para ellos. Incluso Valerio se encontraba en una posición comprometida, sin saber cómo manejar la situación.

Xenia comenzó a darse cuenta de que la situación era peligrosa y dejó de insistir. Solo miró a Valerio, esperando que él resolviera el problema.

Los demás estudiantes estaban visiblemente preocupados, y la presencia imponente de los hombres corpulentos de Mario los hacía sentir aún más inquietos. Valerio, con el rostro pálido como la cera, no sabía qué hacer.

Simón, que inicialmente no quería involucrarse en este asunto, finalmente no pudo contenerse después de que Mario amenazara repetidamente a sus compañeros de clase. Miró a Mario y dijo con calma:

—¿Ya te has lucido lo suficiente?

Mario se quedó perplejo y lo miró, preguntando:

—¿Quién carajo eres tú?

—Yo soy tu peor pesadilla —respondió Simón con frialdad—. Sal de aquí inmediatamente y haz que ese tal don Fernández venga y se disculpe. De lo contrario, asume las consecuencias.

Mario no pudo evitar soltar una risa burlona y miró a Simón, diciendo:

—Muy bien, parece que algunos no entienden quiénes somos. Tal vez necesiten aprenderlo a la fuerza.

Simón continuó con una sonrisa:

—Tú y tus secuaces no son más que un montón de fanfarrones. Es realmente gracioso.

La expresión de Mario cambió, pero en ese momento Valerio intervino:

—¿Qué estás haciendo? ¿No te das cuenta de quién es don Fernández? ¿Quieres morir?

Simón se enfrentó a Valerio y le dijo:

—Tútampoco entiendes la situación. Si estos tipos quieren jugar sucio, yo tambiénsé hacerlo. Pero si prefieren resolver esto de manera civilizada, que donFernández venga y hable con nosotros.

Conviviendo con una atractiva CEO después del divorcioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora