Capítulo 100

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Lo que se buscó en las rocas era la calidad de su interior, apostando si se pudo extraer un buen jade. Si sale uno, entonces se hace una gran fortuna, pero si no, por el contrario, se pierde una gran cantidad de dinero.

En el oficio de juego de piedras, hay un dicho: -Un corte te empobrece, otro te enriquece, así es como vienen estas cosas.

Justo cuando Simón se encontraba por allí, dado que también necesitaba algo, dio unos pasos hacia el lugar.

El empleado lo recibió con gran entusiasmo, conduciendo a Simón a través de la sala hacia el patio trasero del Rincón del Jade Celestial.

Era un patio al aire libre, de trescientos o cuatrocientos metros cuadrados, lleno de exóticas piedras de todos los tamaños y formas.

En estas piedras también se exhibían los precios, con la más barata costando decenas de miles y la más costosa con un precio exagerado de más de cinco millones.

En ese momento, ya había mucha gente en el patio, examinando las piedras y haciendo comentarios sobre su calidad, mostrando muchísima experiencia.

Pero Simón era completamente ajeno al tema. Para él, estas piedras, aparte de sus diferencias de tamaño, no tenían ninguna otra distinción.

Sin embargo, Simón poseía una habilidad que otros no tenían: una poderosa fuerza mental y poder de espíritu.

Después de echar un ligero vistazo, Simón se sentó en una silla de brazos situada al costado.

Inmediatamente, una camarera vestida con un traje le trajo una taza de té, colocándola en la mesa.

Quienes se atrevían a apostar con piedras son todos ricos, y el dueño claramente comprendió esto.

Por eso, los asientos y el té aquí son de alta calidad, y el servicio es especialmente exclusivo.

Después de sentarse, Simón no miró las piedras, sino que sacó su teléfono móvil y comenzó a buscar información sobre el jade.

Como era completamente nuevo en este campo, no sabía nada y necesitaba aprender un poco más.

Media hora más tarde, ya había más de treinta personas en el patio trasero.

El dueño de Rincón del Jade Celestial, vestido con un elegante traje, llegó sonriendo y saludando a la gente una y otra vez.

Todo el mundo devolvió el saludo, excepto Simón, quien seguía con la vista fija en su teléfono, volteándolo a ver de reojo sin parar.

El dueño, un hombre de unos cincuenta años y de aspecto bastante vigoroso, pasó la mirada por la multitud y la detuvo en Simón, quien parecía fuera de lugar.

Tras una breve reflexión, se acercó y dijo con una gran reverencia: -Jovencito, ¿es la primera vez que vienes a este lugar?

-Oh -dijo Simón alzando la vista-. Sí es mi primera vez aquí.

-Ya veo -dijo el dueño sonriendo amablemente-. Cualquier cosa que necesites, solo dímelo y te atenderemos de la mejor manera.

Simón sonrió y dijo: -Eres un experto en negocios, me aseguraré de llamarte si necesito algo, gracias.

El dueño sonrió, saludó y se marchó, mientras Simón guardaba su teléfono y volvía su mirada hacia las piedras.

Al mismo tiempo, extendió su gran fuerza mental, comenzando a invadir el interior de las piedras.

Según la información que acababa de verificar, la densidad del jade es mucho mayor que la de las piedras comunes.

Por eso utilizó su fuerza espiritual para sondearlas rápidamente, ya que cuanto mayor fuera la resistencia que su fuerza encontraba, mayores serían las posibilidades de conseguir un buen jade.

De esta manera, Simón pasó más de media hora examinando detenidamente todas las piedras del lugar, y finalmente identificó precisamente una de tamaño mediano.

Una vez identificada, Simón vio que era del tamaño de un balón de baloncesto y costaba ciento veinte mil dólares, lo cual no era demasiado costoso.

En ese momento, varias personas ya habían comprado piedras y habían empezado a cortarlas allí mismo.

Mientras los espectadores observaban, todas las piedras resultaban ser fracasos, sin excepción alguna.

Lo único que cortó fue un trozo de jade ordinario, que apenas conservaba su capital.

Viendo que había una abertura, Simón llamó al jefe, luego señaló el trozo de jade y dijo: -Jefe, por favor.

El jefe echó un leve vistazo e inmediatamente se acercó y le dijo: -Chico, tiene buena perspicacia, esto se cortará para usted.

En cuanto cayeron las palabras del jefe, una voz dijo: -Jefe, quiero comparar esta pieza.

Simón levantó rápidamente la vista y vio que se trataba de un hombre de mediana edad bien vestido, con un puro en la boca y una joven belleza de pie a su lado, cogida del brazo, que parecía muy digna y elegante.

Cuando el jefe oyó esto, se sintió un poco avergonzado y dijo: -Sabes, esto es un poco difícil.

-¿Qué pasa? -El hombre de mediana edad frunció el ceño.

El jefe dijo con gran precaución: -Tenemos reglas aquí, si hay dos personas, que tienen sus ojos puestos en la misma pieza de jade, tienen que pujar.

-Bueno vamos a hacerlo,yo, Hugo López, ¿no tengo miedo de pujar contra alguien? El hombre de medianaedad respiró fríamente.


Conviviendo con una atractiva CEO después del divorcioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora