Capítulo 29

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Simón frunció el ceño. Aunque estaba vestido con ropa casual, pensó que el comentario del joven era bastante grosero. Observó a Daniela, pero ella ya se había ido con un hombre y una mujer al segundo piso, claramente para discutir temas relacionados con los negocios.

Simón se dirigió al hombre y le dijo: —Soy el conductor de la señorita Daniela.

—Me importa poco, de quién seas el conductor, pero aquí no se permite tal falta de etiqueta en el vestuario. ¡Debes salir de inmediato! —respondió el hombre sin contemplaciones..

El rostro de Simón se oscureció y respondió con gran frialdad: —¿Y tú quién eres?

El hombre se mostró con total altivez: Recuérdalo, soy Federico Calderón, el anfitrión de este lugar, Y aquí solo se permite la entrada a personas de alta elite. Los conductores deben ir a la sección que les corresponde.

Justo en ese instante, un hombre corpulento de unos treinta años, vestido con un elegante traje, entró en escena. La acompañaban dos hermosas mujeres, vestidas de manera similar con trajes ajustados y guantes blancos. Simón notó que estas dos mujeres, debían ser expertas en artes marciales. Aunque para Simón eran de un nivel bastante básico, el hombre parecía un poco más impresionante, aunque no lo suficiente como para preocuparse.

Cuando el hombre se acercó, Federico fue a saludarlo de inmediato y se inclinó respetuosamente: —Rubén, has llegado.

El hombre llamado Rubén simplemente saludó con la cabeza y pregunto: ¿La joya de la que hablabas está aquí? Te agradecería que no me decepciones.

—Frente de mí, lo que Abel Carrasco te dijo es cierto, es un verdadero tesoro —aseguró Federico.

El hombre afirmó con la cabeza y, al pasar junto a Simón, frunció el ceño: —¿Cómo es que todo tipo de personas pueden entrar a este lugar?

—No sé quién es, es un conductor, pero parece que intentó colarse entre los invitados para disfrutar de la comida. Lo sacaré de inmediato —explicó Federico.

El hombre respiró con gran enojo y altivas y, pasó junto a Simón.

Simón sonrió para en sui interior. Era curioso, ya que anoche preciso había conocido a un tal Joaquín, y ahora se encontraba con Rubén. La vida ciertamente era interesante.

En ese momento, un hombre de mediana edad, vestido con un traje y sosteniendo una caja, entró en la sala.

Federico lo miró y le dijo a Simón: —Haz el favor de salir de inmediato o no mostraré ningún tipo de consideración hacia tu jefe.

Sin esperar la respuesta de Simón, Federico se apresuró a acercarse y saludar al recién llegado: —Abel has llegado, todos te hemos estado esperando esta noche.

Abel, con una sonrisa forzada, respondió: —Lo siento por mantenerlos en espera. Federico llevó a Abel a la mesa principal en el salón. Se encontró con Rubén y otras dos personas igualmente destacadas que estaban sentados allí. Simón se encogió de hombros, se sirvió algo de comida en su plato y se sentó en un rincón para disfrutar de su cena.

No podía evitar notar que la comida era realmente exquisita y de alta calidad, adecuada para las personas de la alta sociedad que asistían al suntuoso evento..

Los asistentes se dirigieron a la mesa principal, donde saludaron a Rubén y Abel, quienes claramente eran dos de las figuras centrales de la fiesta. Después de que todos se saludaron, Rubén se volteó hacia Abel y le pidió: —Abel, muéstranos tu tesoro. Llevamos mucho tiempo esperando esta valiosa joya.

—Por supuesto, no puedo negarme cuando la familia Aguilar lo decida. Déjame mostrarte —dijo Abel y comenzó a abrir la caja.

En ese momento, Simón esbozó una sonrisa muy peculiar. Era evidente que este hombre llamado Rubén Aguilar era parte de la familia Aguilar. Resulta que el destino tenía sus propios planes.

Abel abrió la caja y reveló un objeto en su interior. Era un objeto parecido a un incensario, con extrañas inscripciones grabadas en él y emitiendo una tenue luz azul. Parecía ser bastante misterioso.

Cuando el objeto fue mostrado, todos los presentes se acercaron para echar un leve vistazo y muchos se sorprendieron al verlo. Abel habló con gran orgullo y firmeza: —Encontré este tesoro mientras hacia una larga meditación en la profundidad de las montañas. Tiene poderes super especiales y, si se coloca en casa, puede rejuvenecer el cuerpo y prolongar la vida.

—¡Es increíble! ¿Esto es realmente algo tan maravilloso?

—Este es un hallazgo asombroso, Abel, no dejas de sorprenderme.

Conviviendo con una atractiva CEO después del divorcioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora