—¿Sería todo? —preguntó Croweley de forma mecanizada a aquel hombre que tanto le gustaba.
Detrás del mostrador se encontraba asfixiando el libro para depositarlo sobre un pliego de papel, concentrando toda su atención en aquella acción antes de comenzar a hiperventilar frente al precioso hombre de rostro afable y ojos azulados que descolocaban todo su mundo cada que se cruzaban frente a él.
—Sí, por favor —contestó con voz grave.
Aquella voz tan melodiosa que a Crowley tanto le gustaba escuchar alborotaba los latidos de su corazón y le hacía sonreír por inercia, la misma que deseaba escuchar por más tiempo y anhelaba más de las mismas oraciones de siempre.
¿Cómo hacer que este hombre hablara más? Se preguntaba mientras envolvía "El fantasma de la ópera"* en el mismo papel que solían entregar los títulos de la tienda, pensando de manera instantánea en el pretexto perfecto.
—Tenemos descuento en la sección de thriller y horror psicológico. En la compra de cualquier título del género el segundo del mismo tiene el 25% de descuento —añadió continuando con su labor de atender sin prestar demasiada atención a los detalles ya que, de ser así, terminaría avergonzándose a sí mismo.
—Muchas gracias, casi no me gusta leer terror —respondió amable, sonriendo y haciendo rebotar sus cabellos rizados—. Prefiero algo más ligero y suave a la vista.
—Serían seis euros —dijo recibiendo el efectivo, esperando la salida del ticket con impaciencia para entregarlo junto con el libro—. Muchas gracias por su compra, vuelva pronto a Literary Fly.
No fue hasta el final que Crowley se atrevió a mirar un par de segundos al rubio, asintiendo de manera automatizada y sintiéndose morir cuando este sonrió de más, mostrando el resplandor en sus ojos y despidiéndose de quien lo había atendido con una sonrisa leve.
Afortunadamente ese gesto había sido el último antes de dar la vuelta y no alcanzó a reparar en las mejillas sonrosadas del empleado, mismas que destacaban al combinar con el rojo de su cabello.
—¿Añadimos otro día más de fracaso amoroso a la lista? —dijo su jefa desde la parte de atrás, burlándose de la situación.
—No me molestes con eso de nuevo, Belz, no es para tanto.
—A mí me pareció un rechazo directo —añadió Gabriel recargándose en el mostrador— Llevaba un libro de misterio y le ofreciste descuento en ese género ¿para que te dijera que no estaba interesado?, es más que evidente que no le interesas.
Las risas de sus amigos y jefes no mejoraban su ánimo, sin embargo poco o nada le importaban las incesantes burlas tras escucharlas varias veces. Ese hombre que cambiaba totalmente su mundo era un cliente regular y Crowley no se tomó la molestia de ocultar su gusto ante la pareja.
Podía contar todos y cada uno de los libros que le había vendido e incluso narrar de principio a fin sin ningún error ya que los había leído a la par. Si bien podía verse como un sujeto con tendencias obsesivas, él prefirió considerar aquella actividad como una mera recomendación de quien parecía poseer un intelecto y amor hacia la lectura inmenso.
Fue así que Belcebú y Gabriel se percataron a las pocas semanas sobre la adquisición doble de ciertos títulos y las horas extras que Crowley solía tomarse en la librería después del cierre, tanto así que con cada visita ellos se mostraban igual o incluso más interesados con la presencia del amor imposible de su empleado.
Gabriel cargaba en sus hombros varios paquetes desde la bodega para colocar en el primer estante, mofándose de tener razón hasta provocar que el otro buscara defender su orgullo de las burlas:
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soft cover [aziracrow]
Hayran KurguLa librería Literary Fly tiene un cliente habitual y muy peculiar a ojos de Crowley, el empleado con más antigüedad en el sitio quien ha quedado flechado por el rubio de rizos alegres y ojos azules que frecuenta la tienda. *au *adaptación de mi prop...