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♫ A Hundred Million Berry - Sonya Belousova, Giona Ostinelli




—Algún día seré el mejor Olo'eyktan que tendrá mi clan, claro, después de papá— aseguraba un pequeño Neteyam mientras convivía con su abuela Mo'at, la Tsahìk del clan Omatikaya.

—Primero tienes que trabajar duro, Teyam... Pero por ahora sigue siendo un niño— Mo'at acarició la cabeza de su nieto mientras le regalaba una sonrisa enternecida.

—Pero yo quiero aprender a liderar ya, abuela— insistió el pequeño Omatikaya.

—Entonces te daré un enorme consejo, un consejo que cada Olo'eyktan debe saber para ser lo suficientemente fuerte para su pueblo—

Mo'at se acomodó frente a su nieto, tomó sus manitos con tres dedos¹ para empezar a explicarle.

—Tienes que ser valiente y fuerte, ver siempre la esperanza aunque sientas que todo se derrumbe. No tengas miedo de tus capacidades, mi pequeño retoño, siempre confía en que Eywa está de tu lado para cuidar de tu pueblo—

Con esas sabias palabras, Neteyam buscó seguirlas al pie de la letra. No sólo para enorgullecer a su padre y madre, también porque tenía una gran responsabilidad sobre él.

Tenía que sobresalir en cada aspecto que demostrara que sería un asombroso Olo'eyktan al momento de tomar el puesto de su padre, tenía que ser un ejemplo a seguir para sus hermanos, protegerlos y cuidarlos.

Neteyam creía firmemente que si fallaba en algo con sus hermanos, fallaría con su pueblo. Nadie le dijo que era así, el decidió ponerse esa carga en sus hombros como hermano mayor.

Se alejó de su corazón para controlarse, se acercó a su mente para controlarse, no encontraba el balance perfecto entre ambos aún pero estaba ansioso de ya encontrar ese balance.

Incluso ahora que ya no será Olo'eyktan, sigue cargando con todo eso.

Neteyam no sabe qué le sucede, no sabe porqué se ha vuelto tan impulsivo. Pero la verdad es que su corazón grita a los cuatro vientos en finalmente ser escuchado y darle un descanso a su cabeza. Y sin darse cuenta, eso es lo que envidia un poco de Ko'a, que puede fluir fácilmente.

En esos momentos, se preguntaba qué consejo le daría su abuela, porque él raramente iba al árbol de las voces por consejo, siempre iba directo hacia su abuela. Si iba a liderar, tenía que acostumbrarse al consejo de una Tsahìk con experiencia.

Extrañaba demasiado su hogar, la brisa fresca y la humedad acogedora del bosque, sus animales, ruidos y plantas. La sensación tan exquisita y cosquilluda del pasto contra la planta de sus pies, el aire húmedo y a la vez fresco que inhalaba sus pulmones. Ahora sólo era un olor salado y húmedo, pero no era la misma sensación, sus pies sentían cosquillas al estar con la arena pero era incómodo cuando se llenaban de esta. Aún no encontraba la comodidad en ese lugar como Lo'ak, que se adaptó rápidamente al igual que Kiri.

Estaba fallando en ser un ejemplo, y eso lo estresaba. Él tenía que soportar más para que sus hermanos no pasaran un mal rato, pero ahora todo está al revés. Todo está cambiando, y no logra descifrar si es para bien o para mal.

Y por primera vez en muchos años, tenía miedo de sus capacidades, de qué tan capaz llegaría a ser. Pero algo que nunca haría, es perder la esperanza, esa esperanza que tanto lo impulsaba a soportar las adversidades incluso si el miedo se apoderaba de él.

Salió del marui para pasear un rato en el arrecife, entrenar sus músculos al nadar podría ayudarle a una mejor adaptación. Mientras emprendía su viaje a lo lejos notó que Ao'nung y sus amigos estaban molestando a sus hermanos.

S O L D I E R | Neteyam x masc!ocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora